Por qué la moneda del futuro no surgirá de las redes sociales (IX)

 
Image by Richard Ransier/Corbis
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En toda red social interesa la identidad de cada uno de los miembros (sea ésta real o creada para interactuar con los demás en ese contexto). Una red social puede apoyarse en la calidad de las relaciones personales entre sus miembros, o en el aprecio que ellos se tienen, o en la confianza mutua, o en alguna simpatía o afición compartida, o – al menos – en algún interés común o complementario. Pero este tipo de relaciones, aunque vitales para facilitar la asignación del crédito, no sostienen a una economía compleja.

Moneda y crédito son instituciones complementarias pero fundamentalmente diferentes. La institución moneda funciona en base a reglas abstractas; la institución crédito involucra relaciones y acuerdos personales. En el otorgamiento de un crédito entran en juego – de manera más o menos formal, según el caso – la reputación y capacidad de persuasión de quien lo pide, el discernimiento de quien lo otorga y la confianza entre las partes. Ambos, acreditante y acreditado, apuestan a lo mismo con diferentes recursos. ¿Qué mejor punto de encuentro para ellos que las comunidades digitales?

Pero sin el respaldo de una moneda de valor ampliamente reconocido, no es posible hacer pesar la reputación más allá del círculo que la estima y que puede dar fe de la misma. En otras palabras, es la moneda la que sirve para medir el valor relativo de la reputación personal, y no viceversa – como proponen los partidarios de las “monedas locales” y de las formas sofisticadas del trueque.

Los instrumentos más innovadores para asignar el crédito seguirán surgiendo, indudablemente, de las comunidades digitales. Lo que no puede ser definido en las relaciones que forjan estas comunidades (al menos no con precisión) es el valor económico de los créditos otorgados. Para ello seguirá siendo necesario contar con una herramienta que permita capitalizar el crédito fuera de la comunidad.

Las leyes de la economía, como las de la física, no son modificadas por los avances tecnológicos.

 

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