Con la ayuda y el apoyo financiero de un agente de inteligencia gubernamental, y con la anuencia de los desarrolladores que invadieron el repositorio de Bitcoin Core (BTC), en noviembre del año 2015 Peter Todd introdujo el código para RBF (replace by fee). Esta nueva función permitía –y sigue permitiendo– volver a emitir, con una tarifa más elevada, una transacción que hubiera quedado estancada en el limbo de las transacciones no confirmadas.
En lugar de seguir las instrucciones de Satoshi Nakamoto y ampliar la capacidad de la cadena de bloques para evitar su congestión, Peter Todd y los demás okupas a sueldo del cártel bancario se aseguraron, con la inyección de RBF, de convertir a Bitcoin Core (BTC) en un sistema de transmisión de valor no solo caro e impredecible, sino también inseguro.
Los resultados no se hicieron esperar: gracias a la facilidad que ofrecía RBF a quienes desearan perpetrar un doble gasto, cientos de miles de dólares fueron arrancados, por medio de un simple fraude, a comerciantes desprevenidos. Pero la fiesta de los timadores, cortesía de Blockstream, no ha terminado: como demuestra Hayden Otto en este video, cualquier persona puede hoy, sin más recursos que un monedero de Bitcoin Core (BTC) en su móvil y sin especiales conocimientos técnicos, revertir un pago destinado a un comerciante que haya tenido la pésima idea de aceptar Bitcoin Core (BTC) a cambio de sus productos.
Si crees que esto tiene algo que ver con el proyecto de Satoshi Nakamoto, tarde o temprano pagarás el precio de seguir al rebaño sin hacer uso de tus facultades racionales. En efecto, el propósito de Blockstream / Core es precisamente que Bitcoin NO pueda funcionar como dinero en efectivo electrónico p2p, pese a que «dinero en efectivo electrónico p2p» (“peer-to-peer electronic cash”) es ni más ni menos que la definición de Bitcoin, explícita en el propio título del whitepaper.
Bitcoin Cash (BCH) existe porque Bitcoin Core (BTC) fue tomado por asalto, saboteado y finalmente destruido. Bitcoin Cash (BCH) es el descendiente de Bitcoin que retiene y extiende sus cualidades originales, aquellas que motivaron su adopción, y que animaron la visión de los inconformistas y el afán de los pioneros en los primeros años.
Gracias al fork del 1 de agosto de 2017, el daño ha quedado contenido dentro de los jardines amurallados de Blockstream, y sin importar cuánto invierta esta organización paraestatal en corromper, extorsionar, censurar y desinformar, no hay nada que pueda hacer para impedirnos usar Bitcoin tal como funcionaba antes de la invasión –tal como fue concebido por Satoshi Nakamoto–.