El mito del buen ingeniero

Ha llegado el momento de disipar la espesa bruma propagandística que flota sobre el asunto: ¿qué tan competentes son los desarrolladores de Bitcoin Core? Solía aceptar aquello de que, si bien ignoran principios elementales de economía, forman un grupo de excelentes ingenieros. «Su ineptitud en un campo no es compensada por su competencia en el otro», pensaba yo, «pero al menos dominan su especialidad y eso hay que reconocerlo». Ahora, sin embargo, no puedo evitar preguntarme: ¿acaso el ingeniero no debe conocer profundamente la naturaleza del objeto de su disciplina?

ingeniero_puente

El ingeniero especializado en puentes es responsable de que el puente que ha diseñado no se caiga; y no puede excusarse, tras un catastrófico fracaso, diciendo que él sabe mucho de puentes pero nada de gravedad.

Estar involucrado en el desarrollo de un cliente Bitcoin y desconocer totalmente los rudimentos de la teoría monetaria, de la dinámica de los mercados, del funcionamiento del sistema financiero, de la dirección de negocios, etc., equivale a ser un cardiólogo que ignora las funciones del aparato circulatorio. Más aún, al rechazar desdeñosamente cualquier disciplina que no dominan, los desarrolladores de Core llevan el absurdo incluso más lejos que el inconcebible cardiólogo. Para aproximarse al nivel de los Blockstream boys, el cardiólogo debiera decir con orgullo: “A mí no me interesa la sangre (para qué sirve o si realmente circula no es problema mío), ni cualquier órgano que no sea el corazón. No me vengan con tonterías”.

Pero el mantra sigue repitiéndose allí donde Blockstream controla los canales de comunicación que dan forma al relato: “son muy buenos ingenieros, y están trabajando duro en soluciones muy complejas al problema de la escalabilidad”. Como esos funcionarios estatales que dedican sus vidas a obstaculizar las actividades productivas imponiendo trámites cada vez más onerosos y complicados, bueno sería que no trabajaran tan duro. Francamente, mejor aún sería pagarles unas eternas vacaciones y eliminar por completo la burocracia.

A propósito del comportamiento de los Blockstream boys, alguien ha encontrado pertinente una cita de Freiherr von Hammerstein-Equord, jefe del ejército alemán en 1933:

A los que son inteligentes e industriosos, los ubico en el Estado Mayor. Bajo ciertas circunstancias, puede hacerse uso de los que son estúpidos y perezosos. El hombre que es inteligente y perezoso califica para los más altos puestos de dirección; él tiene el aplomo necesario y la claridad mental para tomar decisiones difíciles. Pero el que es estúpido e industrioso debe ser despedido; es demasiado peligroso.

¿Ignorancia, estupidez, malicia… o todas las anteriores?

El problema es, en parte, la propensión mecanicista de algunos programadores que tienden a confundir ingeniería con “ingeniería social”. El “ingeniero social” no ve diferencias significativas entre un ser humano y un engranaje dentro de la máquina que él controla. Las piezas pueden ser cambiadas, modificadas o descartadas en función de sus planes, y si te atreves a cuestionarlo es porque todavía no has asumido que eres un mero engranaje, y que los engranajes no hablan.

Claro que eso importaría poco y nada si los tecnócratas de Blockstream no dedicaran el 99% de sus esfuerzos a luchar contra el mercado limitando las opciones de los usuarios, censurando a los críticos, satanizando los forks, sometiendo a los mineros y dificultando la compatibilidad con otras implementaciones –en definitiva, si no intentaran impedir que Bitcoin funcione tal como había previsto Satoshi Nakamoto–. Porque de lo contrario, la mayoría económica simplemente evitaría el cliente que ellos han secuestrado, así como cualquier persona en sus cabales evita el contacto con el virus del Ébola.

Ahora bien, la obsesión por el control de los Blockstream boys no debe ser atribuida exclusivamente a un trastorno de la personalidad. Obsérvese el contraste entre la posición actual de Pieter Wuille, el programador estrella de Core (100% alineada con los intereses de Blockstream), y la opinión vertida por él mismo en febrero de 2013 (antes de ser comprado por Blockstream):

Mi sugerencia sería un aumento repentino a bloques de quizás 10 o 100 MB (a debatir), y después un crecimiento más lento. Esto significaría que no habría una eterna restricción al tamaño de los bloques…

Cabe suponer que el viraje de Wuille no responde a un cambio de opinión de un técnico aislado en una cámara de ecos, sino a los requerimientos de sus empleadores.

Surge entonces la pregunta: ¿son realmente malos ingenieros?, ¿o son ingenieros corruptos a sueldo de una compañía que pretende lucrar a expensas de Bitcoin?… ¿Y por qué no ambas cosas?

¿Pero acaso importa? Sean cuales fueren los motivos de su accionar, los efectos son los mismos, y el resultado final también será el mismo.

Imagen por diego_torres