James Turk, el gurú de los metales preciosos y fundador de Goldmoney, no es precisamente un fan de Bitcoin. ¿Por qué? Según sus propias palabras, porque «no tiene respaldo en algo tangible». «Ni lo necesita», cabría responderle. Pero la postura de James Turk – como la de tantos otros gold bugs – parece inmune a la razón y a la evidencia empírica. ¿A qué se debe tanto empecinamiento? Esta es la explicación de Trace Mayer:
Creo que esto tiene que ver con la falta de humildad y de ganas de aprender. La arrogancia de la mayoría de estos gurúes es sorprendente.
Bitcoin no es algo simple; es extremadamente abstracto. Para poder comprender el concepto y sus implicancias desde el punto de vista de la ciencia económica y monetaria, se requiere una mente aguda, además de la fortaleza para no dejarse arrastrar hacia viejos paradigmas. Es preciso ser capaz de analizar las cosas objetivamente, y confiar en la propia visión para anticiparse a los acontecimientos.
Debemos tener en cuenta que muchos de estos gurúes han construido su identidad personal sobre la base de un discurso pregonado sin pausa durante más de una década.
Tras algunos años involucrado en el mundo Bitcoin, y habiéndolo recomendado en persona a unos pocos amigos del Sr. Turk cuando la cotización rondaba los USD 0,05, algo me dice que un buen número de estos supuestos expertos han perdido a conciencia el negocio de la década – si no del siglo.
El precio del bitcoin se ha multiplicado desde entonces por más de 250.
¿No sería irónico que la enorme transferencia de riqueza que el Sr. Turk y compañía han predicho no fuera a parar a los tenedores de oro y plata sino a los tenedores de bitcoins? Oh, espera, ¿no es eso lo que está sucediendo? Si han ignorado – y siguen ignorando – a Bitcoin, pues no creo que sean dignos de la fe que muchos depositan en sus opiniones.