La historia de Pedro

En un pasado no muy lejano…

Juan -Hey Pedro, ¿te has enterado de la nueva moneda P2P que han creado?

Pedro -La nueva moneda P2..qué??

Juan -Peer to Peer, ya sabes, cuando 2 ordenadores se comunican entre sí para intercambiar información en forma directa… como BitTorrent.

Pedro -Ah si, pero ¿qué tiene que ver eso con una moneda?

Juan -Bueno, un tal Satoshi Nakamoto creó un código con el que se crean unidades de una moneda llamada Bitcoin. Como es P2P, es completamente desregulada y descentralizada; además su oferta es limitada. Hay mucho más, pero esa es la idea básica…

Pedro -¿Pero qué valor puede tener algo que es intangible y además…

Pedro había ingresado, ya sin retorno, en la primera etapa de incorporación de un nuevo concepto: análisis y verificación. En el caso de Bitcoin, esa etapa consta en promedio de 100 preguntas, mucha lectura y varios días o semanas para la sedimentación de los conocimientos.

Al cabo de uno o dos meses, Pedro comenzaba a interesarse de forma casi apasionada por esta novedad…

Suena el teléfono…

Juan (con voz ronca) – Ho… ¿Hola?

Pedro -¡Hola Juan!

Juan -Si… ¿Quién habla?… ¿Pedro?

Pedro -Sí, cómo estás Juan…

Juan -Sabes que son las 3 de la madrugada, ¿no?

Pedro -Ah, no, no lo había notado, perdón. No estabas durmiendo, ¿no?

Juan -No, no… ¿quién duerme a las 3 de la madrugada?

Pedro -Juan, me quedé pensando… si aún son muy pocos los que saben de la existencia de Bitcoin, y su valor ya es mayor al de la mayoría de las monedas de curso legal, ¿cuánto crees que se incrementará su precio cuando el 1% de la población activa se entere de su existencia?

Pedro no sabía mucho de economía (al menos no de la que enseñan en las universidades), pero sí entendía el mecanismo de oferta y demanda – y, en realidad, no necesitaba nada más para entender las bases de cualquier proceso de intercambio de valor. Es por eso que entendía que si una demanda ínfima y volátil había elevado tanto el precio del bitcoin, un aumento significativo del interés dispararía su precio hasta niveles inimaginables.

Pero Pedro no podía dejar de pensar en esos dos meses que le había llevado entender el verdadero valor de esta revolucionaria idea, y se maldecía por eso. Sabía que de haberlo entendido antes habría invertido oportunamente algo de dinero, beneficiándose luego del increíble aumento del precio acaecido en esos 60 días.

 -¡Por qué no compré antes!- se recriminaba -¡Qué suerte tienen los que compraron a 50 centavos, o a 2 dólares! Esas oportunidades nunca se me presentan a mí… No hay nada que hacer… algunos nacen estrellas y otros nacen estrellados.

El bitcoin cotizaba a 30 dólares, y Pedro sólo podía comprar unas pocas unidades con los pocos ahorros que tenía…

El tiempo pasó, y como siempre le ocurre a lo que es nuevo y desafiante en este mundo, toda una amplia gama de eventos se suscitaron en torno a la flamante moneda; eventos positivos, negativos, muy positivos y muy negativos. La gran volatilidad, provocada por el pequeño número de especuladores que se aventuraban en el mundo del trading y el arbitraje, hacía bailar el precio al ritmo del rock and roll; gamers de todas partes del mundo hacían a un lado los videojuegos, y le daban a sus tarjetas de video un uso más productivo; y sólo unos pocos inversores y emprendedores que entendieron la dimensión presente y futura de Bitcoin adoptaron conductas racionales.

Diferentes circunstancias hicieron que el precio bajara considerablemente. Para sorpresa de Pedro, ¡el bitcoin estaba nuevamente a 1 dólar!

Juan no lo podía creer; era como si los deseos de Pedro se hubiesen hecho realidad. -«Como si el precio de la onza de oro hubiera caído en unos pocos días a unos pocos dólares, ¡con toda la demanda potencial intacta!»- se decía a sí mismo.

Hacía mucho tiempo que Juan no sabía en qué andaba Pedro, pero una cosa era segura: Pedro estaría comprando TODOS los bitcoins que encontrase a su paso… -¡Qué feliz debe estar Pedrito!- pensaba.

Esa misma tarde Juan decidió llamarlo…

Juan -¡Pedro! Cómo estás, tanto tiempo…

Pedro -¡Hola Juan!

Juan -Todo este tiempo estuve imaginando cuántos bitcoins estarías comprando y ahorrando, y lo felíz que estarías…

Pedro -Jajaja! ¿¿Bitcoin?? ¡No puedes hablar en serio! ¿Acaso no has visto cómo cayó el precio? ¡Ese proyecto está muerto!

Pedro tenía razón… hay quienes nacen estrellas, y quienes nacen estrellados…