Fuente: Free Market Cafe
Traducido al español por majamalu para elBitcoin.org
Por Joel Bowman
Esta es la historia de Wences Casares, un argentino sufrido, contada por él mismo:
Me crié en Argentina, mis padres eran granjeros criadores de ovejas y los vi perder todo al menos en tres ocasiones. Una vez debido a la inflación, otra vez debido a la deflación(*) y otra más porque sus ahorros fueron confiscados. Reconozco que es un caso extremo, pero cuando creces en un medio así, te vuelves mucho más consciente de los problemas relacionados con la moneda. Así que cuando descubrí a Bitcoin, fue como un sueño para mí.
Esta trágica historia no es exclusiva de la familia Casares. Tampoco es peculiar de las personas que residen dentro de las fronteras de Argentina. Miles de millones de personas han sufrido, a lo largo de la historia, el robo por degradación de la moneda. Es un drama que se extiende por miles de años, desde la reducción a la insignificancia del metal precioso en la moneda de la Antigua Roma a las estratagemas de impresión de dinero por parte de los modernos falsificadores en jefe.
Cambia el contexto, pero la trama es siempre la misma: un poder centralizado se erige – por la fuerza – en monopolio sobre la emisión de dinero, castigando despiadadamente a cualquiera que se atreva a competir con él. El destino de millones de personas queda, así, atado al destino de una moneda única… cuya vitalidad está sujeta a la propensión ruinosa de la clase política.
Los argentinos conocen bien este esquema… en todas sus formas. No es de extrañar, entonces, que cada vez más argentinos abracen una alternativa descentralizada, impermeable a las inclinaciones criminales de los matones de turno…
Casares huyó de la economía plagada de crisis de su Argentina natal y recaló en Palo Alto, California, donde supo forjarse una carrera increíblemente exitosa como emprendedor serial: en el año 2000, vendió patagon.com por US$ 476 millones, y el año pasado vendió Lemon, la plataforma de billetera digital, por US$ 43 millones.
Esta semana, Casares vuelve a ser noticia, tras haber recaudado US$ 20 millones para Xapo, una cartera y bóveda de bitcoins recientemente lanzada. Casares explicó las motivaciones para su último emprendimiento en una entrada de blog:
En los últimos años, Bitcoin ha pasado de la esfera de unos pocos usuarios que dieron un salto de fe a formar parte de conversaciones diarias entre comerciantes, reguladores y consumidores, entre otros. Con la creciente adopción de Bitcoin, hemos visto que dos de las cuestiones que más preocupan a la gente son la confianza y la accesibilidad.
Esta última empresa de Casares podría ser un gran éxito… o un fracaso total. No tenemos forma de saberlo con seguridad. En realidad, en una escala mayor eso no importa. Hay una cuestión más profunda, un contexto histórico más amplio, que considerar…
Quien escribe estas líneas abriga un afecto ingenuo, quizás poco saludable, por los que se hallan en desventaja. Es inevitable. Puestos a elegir, nos alineamos con los oprimidos… la maltratados… los desestimados… los descartados… los desposeídos… los que apuestan por lo improbable.
Y aquí Bitcoin encaja perfectamente. Los gobiernos más intrusivos están en su contra. La teoría económica hegemónica lo ridiculiza. Y las corbatas corporativas que pueblan los medios de comunicación han publicado más obituarios prematuros de los que tenemos tiempo de contar.
No importa…
A diferencia del «Capitalismo de Estado», el libre mercado no protege a los actores políticamente favorecidos frente a la competencia. Aquí no hay rescates financiados por los contribuyentes. Nadie es «demasiado grande para caer«. No hay oligopolios mimados por el poder. El mercado Bitcoin invita a la destrucción creativa. Y así es como su ecosistema se vuelve más robusto con cada nueva pieza de información… ya sean las valiosas lecciones de un fracaso o los brillantes ejemplos de un éxito.
Leer entrada original, en inglés
* En rigor, la causa no fue la deflación sino la recesión, provocada por la caída en el precio internacional de los commodities locales, la crisis asiática y un gasto público creciente por parte de un gobierno hiperendeudado, cuyas fuentes de crédito se estaban secando.