Por John Blocke
La palabra «descentralización» se usa tan a menudo en los debates acerca de la escalabilidad de Bitcoin que su verdadero significado parece haber sido olvidado. Aunque la descentralización es una propiedad importante de Bitcoin, mucha gente ha llegado al punto de hacer de esta palabra un fetiche al que se le atribuyen todo tipo de propiedades míticas. «Más descentralización» es la panacea que solucionará cualquier problema que Bitcoin vaya a enfrentar. Se utiliza la palabra como un silbato que clausura toda discusión productiva: simplemente acusa a tu oponente de estar intentando «centralizar Bitcoin» e inmediatamente hordas de trolls enojados lo atacarán sin piedad, mientras todo vestigio de racionalidad es arrojado por la ventana.
Dado que la «descentralización» es la justificación más frecuentemente utilizada para mantener restringido el tamaño de los bloques, ya es hora de contar con una definición correcta y sucinta de esta palabra.
Antes de ofrecer mi propia definición, exploraré las maneras en que habitualmente se hace (mal) uso del término. Cuando es utilizado por los partidarios de restringir artificialmente el tamaño de los bloques, «descentralización» generalmente se entiende que significa «número de nodos»:
«Cuanto más barato sea el funcionamiento del nodo, más nodos habrá en la red. Por lo tanto, no hay ningún otro factor más importante que mantener los costos de los nodos tan bajos como sea posible. Solo así Bitcoin puede alcanzar la máxima descentralización».
Esta es una visión grotescamente unidimensional de cómo funciona la red, que además revela una total falta de comprensión de lo que da valor a Bitcoin.
En el nivel más básico, esta visión tiende a confundir «descentralizado» con «distribuido». Si bien una red informática distribuida puede ser muy robusta, en la práctica Bitcoin se asemeja más a una red descentralizada que a una distribuida. Pero esto es una ventaja, ya que permite a los miembros de la red participar en todos los niveles.
Si la barrera para participar en la red Bitcoin deja afuera a cualquiera que no mantenga un nodo, estaremos excluyendo a todos los posibles participantes que carezcan de fondos, acceso a hardware, tiempo libre suficiente o conocimientos técnicos (o la inclinación a invertir tiempo, dinero y esfuerzo) para configurar y mantener un nodo. Una barrera tan alta dificulta la adopción.
Afortunadamente, Bitcoin no funciona de esa manera. Los niveles de participación van desde granjas de minería de varios millones de dólares en un extremo, hasta claves privadas impresas en papel en el otro. La red se hace más fuerte permitiendo que cada usuario participe en el nivel donde coinciden sus inclinaciones y sus capacidades. La especialización de los participantes es lo que empuja a Bitcoin a convertirse en la mejor versión de sí mismo.
Quienes tienen esta visión miope de la descentralización también hacen la suposición errónea de que la mejor y única manera de que la red tenga más nodos es minimizar el costo de operar un nodo. No considera la posibilidad de que si Bitcoin tuviera cinco veces más usuarios, también podría tener cinco veces más nodos. Incluso si el porcentaje total de operadores de nodos disminuyera, y tener cinco veces más usuarios sólo duplicara por dos el número de nodos, el resultado final sería más nodos de Bitcoin de los que existen ahora.
Los nuevos usuarios no se sienten atraídos a Bitcoin por lo barato que resulta operar un nodo. En su mayoría se sienten atraídos a Bitcoin porque les proporciona utilidad, y es sólo después de esta atracción inicial que algunos de estos nuevos usuarios deciden operar nodos. La única opción lógica para absorber la mayor demanda posible es maximizar la utilidad de Bitcoin, lo que se logra con transacciones rápidas y asequibles y se entorpece con transacciones lentas y costosas. Cabe señalar que los interesados en la operación de nodos relevantes para la red son casi exclusivamente usuarios atraídos por la utilidad más que por la especulación, y que la incorporación de más usuarios atraídos por la utilidad también beneficia al resto de los usuarios. No tiene ningún sentido favorecer a unos a expensas de los otros.
La visión simplista de la descentralización también supone erróneamente que el valor de Bitcoin depende de su grado de descentralización. «Hagamos a Bitcoin más descentralizado», dice este argumento, «y será más valioso». Esto no resiste el escrutinio, ya que presume que un Bitcoin con mil usuarios operando cada uno su propio nodo será más valioso que un Bitcoin con mil millones de usuarios pero una tasa de usuarios operadores de nodos de sólo un uno por ciento. La evidencia empírica sugiere lo contrario: Bitcoin en el año 2009, cuando la mayoría de los usuarios también eran nodos completos, era significativamente menos valioso que en 2017, con millones de usuarios y una tasa de operadores de nodos menor al 1%.
Propongo utilizar una definición de la palabra «descentralizado» mucho más precisa desde el punto de vista operativo: «Que carece de un punto central de control». Bajo esta definición, no hace gran diferencia si con el tiempo se vuelve más costoso competir en la minería, o si aumenta el costo de mantener un nodo. El elemento clave es que Bitcoin carece de puntos centrales de supervisión, planificación y control (y por lo tanto es menos susceptible a fallas catastróficas).
Según este criterio, Bitcoin está hoy más descentralizado que nunca. Cuando MtGox manejaba el 80% de todo el volumen de operaciones en sitios de intercambio, su caída propagó ondas de choque a través de toda la comunidad y causó grandes turbulencias en el mercado. Hoy en día hay probablemente cientos de sitios de intercambio, y el mercado tolera fácilmente los fracasos puntuales.
Un mito persistente es que la minería tiende a centralizarse cada vez más, y que esto representa una amenaza para Bitcoin. Este mito es alimentado por fotos de grandes espacios dedicados a la minería y la presencia de una compañía con una participación mayoritaria en el mercado del hardware para minería. El mito no toma en cuenta que estas grandes explotaciones mineras representan porcentajes cada vez más pequeños de la red, y que la obtención de hardware de minería es más fácil y los compradores están menos expuestos a estafas que nunca antes. La minería sigue volviéndose cada vez más descentralizada geográficamente, con emprendimientos mineros a gran escala surgiendo en docenas de países en todo el mundo.
Clasificar algo como «centralizado» o «descentralizado» supone una visión binaria del asunto. Independientemente del número de centros de procesamiento de datos que posea PayPal, y de cuán dispersos estén geográficamente, siempre será un sistema centralizado, porque la propia corporación PayPal es un punto central que en caso de fallo compromete todo el sistema. Bitcoin, por su propio diseño, sólo puede ser un sistema descentralizado. Puede haber diferentes grados de descentralización, pero es incorrecto decir que tal o cual propuesta puede convertir a Bitcoin en un sistema centralizado. Es preciso hablar de un sistema «más descentralizado» o «menos descentralizado», pero aún así, todos los indicadores nos dicen que Bitcoin se ha vuelto con el tiempo más descentralizado.
Para quienes la idea de la «descentralización» se ha convertido en un fetiche, más descentralización siempre es mejor, y menos siempre es fatal. Pero el buen ingeniero siempre debe considerar el costo-beneficio. Si poner la soberanía financiera al alcance de miles de millones de personas conlleva un menor porcentaje de usuarios que mantienen nodos, ese es un costo aceptable. Si sólo pudiera haber diez mil nodos, sería mejor servir a mil millones de personas que a un millón.
Por último, cuando consideramos los puntos centrales cuyo fracaso puede transmitirse a todo el sistema, no podemos olvidar un aspecto de Bitcoin que aún queda por descentralizar, aunque también se hace más descentralizado cada día. Me estoy refiriendo, por supuesto, al desarrollo del protocolo.
La existencia de un solo equipo de desarrollo monolítico (hoy es Bitcoin Core, pero podría ser cualquiera), representa uno de esos peligrosos puntos centrales. No importa cuanta gente contribuya, ni cuán abierto a programadores ajenos al equipo principal sea el proceso de desarrollo; tener un solo grupo a cargo de la difusión del software «oficial» y una red de nodos que lo descargan automáticamente supone una gran amenaza para Bitcoin. No importa cuáles sean las intenciones del grupo, o cuán maravilloso sea su código, el punto central está allí. Puedes confiar en que PayPal no abusará de tu información personal, pero si PayPal sufre una violación de sus bases de datos tendrás que enfrentar las consecuencias de todos modos.
Así como MtGox dio lugar a cientos de nuevos sitios de intercambio, así como el número de pools mineros ha aumentado de unos pocos a unas pocas docenas, así como la minería Bitcoin se aleja de China y se vuelve cada vez más global, así como celebramos todo eso también debemos celebrar la actual proliferación de implementaciones de Bitcoin. Decir que Bitcoin debe ser descentralizado en todos los demás aspectos mientras se defiende la dependencia de un solo equipo de desarrolladores es patentemente absurdo. Si Segwit acaba siendo descartado, en lugar de ver la no-adopción de Segwit por parte del mercado como un fracaso del sistema debemos tomarlo como una prueba de que el sistema funciona tal como se supone que debe funcionar. Las batallas diarias pueden ser frustrantes, pero sería mucho peor si un cambio tan radical al código de Bitcoin pudiera ser implementado sin debate.
Los fetichistas de la descentralización consideran la noción de «descentralización» como algo separado de Bitcoin y como una meta en sí misma. En lugar de reconocer que el objetivo de Bitcoin es ser buena moneda, suponen que el objetivo de Bitcoin es ser descentralizado. Pero el objetivo de Bitcoin siempre ha sido convertirse en buena moneda, y la descentralización —la eliminación de puntos centrales que pongan en peligro todo el sistema– es y siempre será un medio para ese fin. Dado que el valor de la descentralización en Bitcoin se relaciona con la capacidad de prevenir la emergencia de puntos centrales que puedan transmitir un fracaso localizado a toda la red, la cuestión de la descentralización es más una de «sí / no» que de «¿cuánto?»
Más importante que maximizar el número de nodos en la red es estar a salvo de puntos peligrosamente centralizados, y la única manera no autoritaria de lograr esto es fomentando la competencia.