A pesar de la inflexible censura que ha hecho prácticamente imposible el debate acerca del tamaño del bloque en reddit/bitcoin y bitcointalk (dos foros que solían ser los más visitados por los bitcoiners ávidos de información), la marea ha empezado a cambiar. Bitpay (el principal procesador de pagos con Bitcoin), Coinbase (el principal broker de Bitcoin), Slush (el primer pool de minería Bitcoin) y Bitstamp (uno de los exchanges más grandes y más antiguos de Bitcoinlandia) se han manifestado claramente a favor de BIP101 –la propuesta de Gavin Andresen que abre las puertas a la escalabilidad de Bitcoin–, y la inmensa mayoría de los usuarios, mineros, inversores y empresarios del sector se muestran favorables a cualquier alternativa al status quo.
Elevar el límite al tamaño de los bloques (o eliminarlo del todo, tal como había propuesto Satoshi Nakamoto sin rodeos) es ya una cuestión de supervivencia para Bitcoin. Puede que Bitcoin se las ingenie para seguir existiendo en un estado de invalidez deliberadamente provocado por Blockstream (la empresa que aspira a monopolizar el desarrollo de Bitcoin para su propio beneficio), pero en ese caso estaría condenado a la irrelevancia –y una moneda irrelevante que no tiene el respaldo de la violencia estatal es, en la práctica, lo mismo que una moneda inexistente–.
Blockstream se ha vuelto una amenaza existencial para Bitcoin, y como tal debe ser enfrentada. Por eso, Zangelbert Bingledack ha considerado oportuno adaptar a este conflicto las indelebles palabras de Thomas Jefferson en la Declaración de Independencia de las colonias norteamericanas con respecto a la corona británica.
Bitcoin también tendrá su Día de la Independencia.
Es interesante ver cómo se despliega la antifragilidad. Sé que algunos están preocupados por esto, y esa preocupación es buena puesto que empuja a la gente a actuar, pero este es el mecanismo que asegura que Bitcoin –el primer proyecto de software descentralizado con fuertes incentivos financieros incorporados para eludir el control centralizado– no se osifique, y que las estructuras de poder no permanezcan por pura inercia durante mucho tiempo.
Lo que estamos viendo es simplemente un retraso, porque …
“La prudencia, claro está, aconsejará que [las estructuras de gobernanza] establecidas hace mucho tiempo no se cambien por motivos triviales y transitorios; y, por tal motivo, la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a sufrir mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia mediante la abolición de las formas a las que está acostumbrada”.
El retraso de una decisión en la cuestión del tamaño del bloque, Replace by Fee (una «solución» problemática y altamente controversial que aspira a eliminar las transacciones con cero confirmaciones), etc., son males que siguen siendo tolerables.
“Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, que persigue invariablemente el mismo objetivo, evidencia el designio de someterlos bajo un [control autoritario], es el derecho de ellos, es el deber de ellos, derrocar ese [sistema de gobernanza] y proveer nuevas salvaguardas para su futura seguridad. –Tal ha sido el paciente sufrimiento de [estos inversores y otros actores del ecosistema]; y tal es ahora la necesidad que los compele a alterar su antiguo sistema. La historia del presente [equipo de desarrolladores del cliente Bitcoin Core] es una historia de repetidas injurias y usurpaciones, cuyo objeto principal es y ha sido el establecimiento de una absoluta tiranía sobre [Bitcoin]. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial… [Lista de motivos de indignación con Core/Blockstream]”.
Eventualmente, la serie de abusos y usurpaciones se torna demasiado larga. Afortunadamente, si lo comparamos con ir a la guerra, una bifurcación (fork) que nos lleve lejos de la tiranía es algo relativamente fácil.
Esta será la prueba de fuego. Si Bitcoin logra superarla, habremos comprobado que es realmente una criatura del mercado. Si, en cambio, resulta que Bitcoin no es capaz de superar esta prueba, no importará si los desarrolladores a cargo del cliente más utilizado tienen buenas o malas intenciones, o si actúan libremente o bajo presión gubernamental… Bitcoin habrá encontrado su fatal vector de ataque –no en abstrusos laberintos critográficos, ni en ingeniosos esquemas de manipulación social, sino en la incapacidad de tolerar la competencia entre diferentes implementaciones–.
Si un grupo de desarrolladores completamente inmune a la disciplina del mercado puede secuestrar el proyecto –como sea y con el fin que sea– e imponernos a todos sus decisiones “consensuadas”, tendremos que concluir que en realidad Bitcoin nunca ha sido descentralizado.