Por John Blocke
Al verse incapaces de atacar a Bitcoin Cash o a Segwit2x por cuestiones técnicas, los que se oponen al aumento de la capacidad de Bitcoin han intensificado sus campañas de desprestigio y coordinado ataques a cualquiera que sostenga una opinión diferente a la suya. Los esfuerzos más recientes del ejército de trolls apuntan a retratar a Bitcoin Cash como nada más que una treta de «mineros codiciosos en busca de mayores ganancias».
El ejército de trolls usa la palabra «ganancia» como una forma de desencadenar una respuesta emocional entre personas fácilmente manipulables. Los que son susceptibles a esta técnica ya han sido condicionados por años de propaganda (no solo en el mundo Bitcoin) para equiparar la palabra «ganancia» con fechoría corporativa e inhumanidad.
Nunca está de más recordarle a la gente que el modelo de seguridad de Bitcoin se basa en la suposición de que los mineros son entes racionales y motivados por el beneficio económico. Lo que los fervientes partidarios de Bitcoin Core no logran entender es que Bitcoin está asegurado por incentivos económicos, no por un código elegante y buenas intenciones. En gran medida, el comportamiento humano es impulsado por el afán de lucro, y Bitcoin aprovecha este dato de la realidad en su beneficio.
Existe una evidente contradicción entre la gente que insiste en esta idea de que «el lucro es malo». Los partidarios de Bitcoin Cash (y en general los que proponen liberar el tamaño de los bloques) tienden a argumentar desde la posición de que Bitcoin debería ser algo útil para cualquier persona en el mundo, sea rica o no. Los defensores de la visión de Bitcoin Core, por otro lado, quieren que Bitcoin funcione como un sistema de liquidaciones al que solo puedan acceder los bancos y los ricos para aumentar sus ganancias. Tienden a estar excesivamente preocupados por el movimiento del precio y usan argumentos como «¡los hard forks son malos porque dañarían el precio del bitcoin!», a pesar de que la evidencia empírica ha demostrado lo contrario en múltiples ocasiones.
Quizás los defensores del control centralizado del tamaño de los bloques, que abogan abiertamente por una versión de Bitcoin atractiva solo para especuladores, desprovista de utilidad, que pueden comprar y guardar a la espera de que el precio «llegue a la luna» (es decir, de obtener ganancias), carecen de autoconciencia. ¿Cómo es posible que no vean la contradicción?
Con esto no pretendo sugerir que los partidarios de que el mercado determine el tamaño de los bloques no están motivados por las ganancias. Si bien muchos se sienten atraídos por Bitcoin por razones políticas o filosóficas, también entienden que un Bitcoin ampliamente utilizado es un Bitcoin exitoso y, por lo tanto, económicamente provechoso. Los partidarios de la restricción arbitraria al tamaño de los bloques parecen dispuestos a renunciar a una base firme y orientada a la demanda para favorecer en cambio la mentalidad ovejuna de quienes temen «quedarse afuera», lo que alimenta la burbuja cortoplacista. No se dan cuenta de que este modelo no es más que un castillo de naipes que colapsará inevitablemente ni bien los inversores descubran que sus monedas carecen de utilidad.
Los especuladores solían considerar que Bitcoin era una buena inversión a largo plazo porque anticipaban la disrupción de más y más áreas del comercio global (es decir, la creación de nueva utilidad). Pero el nuevo modelo de especulación ignora toda noción de utilidad y se basa en la esperanza de que el precio seguirá aumentando a medida que más especuladores salten a bordo porque… la luna nos espera, o algo así. Esto se llama burbuja especulativa.
Es el comportamiento de búsqueda de ganancias lo que está detrás del éxito de Bitcoin. El afán de lucro es responsable de la creación del ecosistema de sitios de intercambio, los procesadores de pagos, la red de mineros, los comercios que aceptan Bitcoin, la adopción masiva, productos tales como billeteras tangibles y todo lo demás que hace que Bitcoin valga el tiempo y el dinero que la gente le dedica. Todas estas cosas surgieron, se desarrollaron y siguen creciendo gracias al afán de lucro de quienes participan en el mercado.
Bitcoin no depende de la confianza. Está diseñado de tal manera que no necesitamos confiar en la honestidad de otros participantes, sino solo asumir que su deseo racional de obtener ganancias será mayor que su deseo de causar estragos y destruir el sistema. Esto ha sido establecido desde el comienzo de Bitcoin, cuando Satoshi escribió:
Si un atacante codicioso puede reunir más potencia de CPU que todos los nodos honestos, tendría que elegir entre usarlo para defraudar a las personas, quedándose con sus pagos, o usarlo para generar nuevas monedas. Debería resultarle más provechoso seguir las reglas, reglas que lo favorecen con más monedas nuevas que a todos los demás participantes combinados, que socavar el sistema y, por lo tanto, el valor de su propia riqueza.
El afán de lucro y el deseo de evitar la destrucción de la propia riqueza es el pegamento que mantiene unido al sistema Bitcoin.
La suposición prevalente entre los hipócritas que sostienen que «el lucro es malo» es que el éxito de los negocios debe estar en conflicto directo con lo que beneficia a las masas. Lo que los partidarios y apologistas de Core nunca han podido explicar es qué pueden ganar estas empresas, cuyo propio éxito depende del éxito de Bitcoin, socavando el sistema que las mantiene a flote. En sus formas más extremas, su argumento sugiere que los que quieren «bloques grandes» (un término recientemente expandido para incluir a los moderados que apoyan un aumento de capacidad de una vez a 2MB) no son más que «hombres de negocios desorientados», decididos a arrasar con todo lo que es bueno en su búsqueda desenfrenada de más dinero. Ignoran, convenientemente, que la mayoría de los sujetos a los que ridiculizan han sido acérrimos defensores de Bitcoin durante años, tienen una comprensión profunda del sistema y frecuentemente proporcionan argumentos claros para explicar las razones por las que apoyan a Bitcoin.
Por otro lado, tenemos a uno de los principales líderes del movimiento por la restricción del tamaño de los bloques que es incapaz de explicar por qué le gusta Bitcoin más allá de ser «interesante», mientras que también es el cofundador de… ¡una corporación con fines de lucro!
La corporación Blockstream se presenta como un grupo de «cypherpunks» envueltos en un halo de superioridad moral, que no se preocupan por ganar dinero. Sin embargo, obtuvieron 76 millones de dólares de algunas de las mayores instituciones financieras del mundo (AXA, PWC, Mastercard) y se niegan a revelar públicamente su modelo de negocio. La administración de Blockstream ridiculiza a sus «enemigos» (según sus propias palabras) y los presenta como malvados buscadores de ganancias, mientras que ellos se presentan como virtuosos luchadores por la libertad sin interés por el dinero y dedicados exclusivamente a hacer el bien sin mirar a quién.
Las corporaciones que invierten decenas de millones de dólares en Blockstream ciertamente no lo hacen por caridad.
«Lucro» y «proporcionar algo bueno» no son conceptos mutuamente excluyentes. Ten cuidado con los fundadores de una compañía respaldada por «capitalistas de riesgo» que acusan a otros de ser «codiciosos buscadores de ganancias» y, al mismo tiempo, afirman que sus propias acciones están motivadas por puro altruismo.
Falsa dicotomía
El relato presentado por los que buscan restringir artificialmente la capacidad de Bitcoin es un clásico ejemplo de faslsa dicotomía. No hay un grupo de malvados ladrones corporativos que intentan apoderarse de Bitcoin, frustrado solo por los incansables esfuerzos de otra corporación que no se preocupa por el dinero o los retornos de los inversores. Ambas partes tienen intereses comerciales que deben proteger, pero solo una simula no tener tales intereses. Solo una de las partes depende de la censura, las mentiras y la creación de chivos expiatorios para mantener su posición. Una de las partes tiene prácticamente todos los principales negocios de Bitcoin de su lado y está de acuerdo en un camino a seguir, mientras que la otra está integrada por un puñado de matones con un ejército de astroturfers anónimos patrullando Twitter y Reddit para castigar a los disidentes. ¿Cuál de las dos se asemeja más a un «conato corporativo de tomar el control»?