Jon Matonis: «No permitamos que Bitcoin se convierta en Govcoin»

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El reciente lanzamiento de DATA (Autoridad de Transferencia de Activos Digitales), un organismo destinado a facilitar la autorregulación de la industria Bitcoin, ha despertado una amplia gama de reacciones en la comunidad de bitcoiners: desde alegría hasta furia, pasando por desconcierto, suspicacia, desdén, temor e indignación. Sin ir más lejos, César Pailacura se preguntaba sarcásticamente, desde la sección de comentarios de este blog: «¿El consorcio estará integrado por un fabricante de vaselina o algún tipo de lubricante que acepte bitcoins?»

En el siguiente artículo, publicado en American Banker, Jon Matonis pone blanco sobre negro – como hace siempre que surge un tema polémico en torno a Bitcoin.

Las organizaciones de autorregulación son excelentes soluciones no gubernamentales para establecer buenas prácticas en una industria, siempre y cuando mantengan la integridad de su misión original. En el caso del bitcoin como una clase de activo digital negociable, la protección de sus atributos fundamentales incluye la conservación de la fungibilidad, de la irreversibilidad de los pagos y de la privacidad definida por el usuario. También debe considerarse sagrado, en el protocolo ideado por Satoshi Nakamoto, el límite a la oferta monetaria fijado en 21 millones de unidades, y el intervalo de aproximadamente 10 minutos entre los bloques de transacciones que van siendo añadidos a la cadena de bloques (ese libro contable de libre acceso que registra todas las transacciones).

Una criptomoneda que admita cualquier alteración de dichas cualidades, simplemente no sería Bitcoin. Aunque casi cualquier cambio es técnicamente posible, implementar la posibilidad de revertir una transacción, por ejemplo, requeriría la complicidad de los desarrolladores que trabajan en el núcleo del protocolo y, probablemente, la introducción de algún tipo de intermediario. Esto socavaría la visión de Nakamoto de un sistema financiero que no requiera la confianza en terceros para funcionar.

Piensa en el dinero en efectivo que todo el mundo tiene derecho a usar hoy. Lo que la gente valora del dinero en efectivo es, precisamente, su fungibilidad y la posibilidad de efectuar transacciones irreversibles y privadas. Las criptomonedas como Bitcoin no añaden nada nuevo a ese conjunto de cualidades básicas, y una organización como DATA jamás debería aspirar a eliminarlas, si es que pretende ser tenida en cuenta.

El exceso de regulaciones empuja la innovación hacia jurisdicciones más amigables y hacia los mercados informales, en donde puede desplegarse y prosperar. Y esto es aún más cierto en la era de Bitcoin. Tratar de estrangular y castrar a Bitcoin en la economía «oficial» podría impulsar – al contrario de lo que pretenden los gobiernos – una mayor descentralización, así como la incorporación de sistemas que faciliten el anonimato de los usuarios.

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Ver también: Fedcoin: una alternativa centralizada a las monedas peer-to-peer