El recién llegado a Bitcoinlandia tiene a menudo la sensación de encontrarse en un manicomio donde los internos matan el tiempo insultándose mutuamente en un extraño idioma, lleno de neologismos y acrónimos. Pero la cosa es menos complicada de lo que parece: Bitcoin fue definido por su creador como “peer-to-peer electronic cash” (dinero en efectivo electrónico p2p), que es precisamente lo que no existía en el mundo antes del 3 de enero de 2009. Así pues, no hay que ser un genio para concluir que la mejor versión de Bitcoin es la que mejor implementa esta idea, mientras que la peor es la que se niega deliberadamente a ser efectivo electrónico p2p.
Actualmente, las unidades monetarias de la peor versión de Bitcoin son las que se venden más caras, pero esto es algo que los nuevos adoptantes descubrirán recién cuando intenten usarlas. Mientras tanto, el espectador imparcial observará la escena con incredulidad, y se preguntará: ¿hasta qué punto se puede usufructuar un nombre (el identificador “BTC”) cuando este significa justo lo contrario de aquello que solía significar? ¿Hasta qué punto se puede sabotear el modelo de seguridad de largo plazo ideado por Satoshi Nakamoto? ¿Hasta qué punto se puede abusar del trabajo realizado por los pioneros –de la infraestructura, de la urdimbre comercial, del efecto de red que se ha heredado–? ¿Hasta qué punto se puede engañar a los inversores y a los usuarios?…
La abominación de Blockstream parece ser un experimento diseñado específicamente para responder a todas esas preguntas.
Con el fin de preservar, contra las precisas indicaciones de Satoshi Nakamoto, un límite que compromete el valor de la moneda (el límite al tamaño de cada bloque de transacciones), los Blockstream boys tendrán que eliminar, y se han planteando seriamente eliminar, un límite que apoya el valor de la moneda (el de 21 millones de unidades). Esta doble traición al proyecto de Satoshi Nakamoto, mayormente ignorada por los recién llegados, funciona como una bomba de tiempo colocada en el centro de Bitcoin Core (BTC), lista para destrozar las ilusiones de todos aquellos que no estén al tanto de su presencia.
Si vas a bitcoin.org, todavía puedes leer allí lo siguiente:
– “Tarifas bajas” (a pesar de que Bitcoin Core tiene, con mucho, las tarifas más altas en todo el cryptomundo, y los Blockstream boys aspiran a imponer tarifas muchísimo más altas, de cientos o miles de dólares por transacción).
– “Transacciones p2p rápidas” (a pesar de que la cadena de bloques de Bitcoin Core es, con mucho, la más lenta e impredecible).
¿Pero cuántos recién llegados sospechan que podrían estar siendo engañados? ¿Cuántos recién llegados saben que hay otra rama de Bitcoin que preserva las cualidades de la versión original, con transacciones p2p rápidas, seguras, privadas, económicas, predecibles y programables?
El secreto del buen inversor
Joel Greenblatt, leyenda viviente del “value investing”, dijo una vez que el secreto del buen inversor consiste en averiguar el valor de algo y luego pagar mucho menos que eso. Más precisamente, lo que hace el buen inversor es adquirir un conocimiento al mismo tiempo relevante y poco extendido acerca de los fundamentos de un activo (como el potencial de crecimiento de un sistema de dinero en efectivo p2p), y luego –antes de que llegue a ser vox populi– procede a explotar al máximo la asimetría de información que lo favorece. Lo cual requiere estudio, humildad frente a la evidencia, capacidad de ignorar la propaganda y detectar el fraude, paciencia, determinación… y seguramente alguna otra virtud que en este momento se me escapa. ¿Quién dijo que era fácil convertirse en un buen inversor?
Ahora sí, con las palabras de Greenblatt en mente, pasemos a considerar de qué manera podemos aprovechar un conocimiento que a día de hoy permanece oculto para la inmensa mayoría.
La estrategia de inversión que describiré a continuación le da un nuevo significado a la expresión “follow the money” (algo así como “sigue el rastro del dinero”). Normalmente utilizada para hacer referencia a la búsqueda de los beneficiarios de un determinado sistema con el fin de revelar los incentivos económicos que lo mantienen funcionando, aquí usaremos la misma expresión para referirnos al propio concepto de moneda: vamos atrás de la buena moneda, y una de las pistas más importantes que tenemos para seguir su rastro nos la sugiere otra manifestación de la sabiduría popular: “cash is king” (el dinero en efectivo es el rey).
Se trata de identificar primero cuál moneda va rumbo a convertirse en la mejor –y por ende cuál será más demandada en el futuro– a juzgar por variables tales como utilidad, capitalización de mercado, escalabilidad, infraestructura, desarrollo, adopción, resistencia a la monopolización –es decir: a la censura, la confiscación y la inflación–, etc., para luego seguir sus huellas y apostar por ella mientras no se desvíe del camino correcto. Esta estrategia sirvió muy bien a los “early adopters” que adquirieron bitcoins cuando el sistema identificado como BTC funcionaba como efectivo electrónico p2p y todo indicaba que iba a seguir funcionando así.
Pero comprar lo que sea que en un momento dado se venda bajo el identificador “BTC”, sin prestar atención al producto en sí, es tan poco recomendable como invertir a ciegas. Esta estrategia mostró su debilidad cuando BTC dejó de ser efectivo electrónico p2p y, por consiguiente, dejó vacante el nicho creado por Satoshi Nakamoto. Desde entonces, continuar insistiendo en ella es equivalente a seguir comprando acciones de una compañía que, si bien aún conserva su nombre, ha sido estatizada y está siendo ferozmente saqueada por sus nuevos titulares.
Y bien, ya tenemos el mapa del tesoro; pero no es lo mismo una cruz dibujada en un mapa que un tesoro palpable; de nada sirve que nos muestren el camino si no estamos dispuestos a transitarlo, y no estaremos dispuestos a transitarlo si no hemos entendido las razones por las cuales las flechas apuntan en una determinada dirección.
Más precioso que el oro
La enorme importancia del dinero en efectivo es difícil de ver cuando todo lo que has conocido es una versión estatizada del mismo: una versión impuesta por la fuerza, centralmente manipulada, tecnológicamente atrasada y legalmente restringida, cuyo precio tiende rápida o lentamente a cero. En definitiva, una versión diseñada para servir no al usuario sino al emisor, a expensas del usuario. Quita de en medio al emisor monopólico y el dinero en efectivo brillará con un fulgor tan intenso que el oro más puro lucirá opaco en comparación. Veamos por qué.
Valoramos el dinero en efectivo porque nadie puede estar absolutamente seguro de lo que el futuro le tiene reservado. Al ser el bien más líquido (más fácil y económicamente intercambiable), es también el mejor paliativo que tenemos contra la incertidumbre, pues mantiene abierto el abanico de opciones futuras con una amplitud que ningún otro bien económico es capaz de igualar. No por casualidad “tomar ganancia”, en inglés, se dice “cash out”: cuando tomas ganancia tras haber invertido en algo exitosamente, obtienes dinero en efectivo, para comprar lo que quieras o necesites, o para invertir en otra cosa, o para mantenerlo ahorrado a la espera de nuevas oportunidades.
Pero si el propio dinero en efectivo p2p es el activo en el que inviertes, y este –a diferencia del efectivo estatal– tiende a apreciarse en el largo plazo, tomar ganancia deja de ser tan atractivo. En presencia de una moneda perfecta, incluso pierde atractivo invertir en cualquier otra cosa, salvo que seas un profesional de la inversión; y seamos honestos: ¿cuántos de nosotros invertimos en proyectos ajenos por auténtica vocación?; ¿cuántos de nosotros invertimos por un motivo que no sea defendernos de la inflación y otras formas de depredación estatal?
Hasta que no emerja una moneda ganadora, ampliamente aceptada en virtud de sus cualidades, continuaremos asistiendo a una dura competencia por el trono de moneda universal, y el mapa del tesoro seguirá ofreciéndonos una única instrucción: sigue el rastro del dinero en efectivo p2p… ¡sigue el rastro del dinero en efectivo p2p! A la luz de este imperativo, muchos “early adopters” han ido migrando de refugio en refugio en busca de liquidez: de metales preciosos y dinero fiat a Bitcoin BTC (hasta el asalto ejecutado por el cártel bancario Blockstream); de Bitcoin BTC a Ethereum (hasta que se pusieron de manifiesto sus graves problemas de escalabilidad); y finalmente de Ethereum a Bitcoin Cash (BCH).
Ya sea que aspires a acelerar la muerte del dinero fiat con una contribución a esta noble causa, o simplemente a meter tus codiciosas manos en el cofre del tesoro, tendrás que hacer tu propia evaluación; tendrás que intentar determinar, investigación desapasionada mediante, cuál de todas las criptomonedas disponibles va camino a convertirse en el mejor sistema de dinero en efectivo electrónico p2p… y luego –en medio de un griterío demencial, ignorando insultos, parodias, advertencias y reproches a diestra y siniestra– tendrás que actuar en consecuencia.
Bienvenido a Bitcoinlandia.