Uno de los tantos problemas que los defensores de Blockstream / Core pasan por alto es que el modelo impuesto por esta organización condena a los mineros a la bancarrota.
Satoshi Nakamoto diseñó el sistema de incentivos de tal forma que el funcionamiento de Bitcoin dependiera cada vez más de la suma de las tarifas pagadas por los usuarios, producto de un volumen creciente de transacciones, a medida que la recompensa por bloque hallado fuera disminuyendo hasta desaparecer por completo. Por eso, en febrero de 2010 dijo:
Estoy seguro de que en 20 años habrá un volumen de transacciones muy grande, o ningún volumen.
El modelo de seguridad de Bitcoin Core (BTC), basado en la restricción arbitraria y permanente del acceso a la cadena de bloques, es inviable a largo plazo. Los propios Blockstream boys lo admiten, sin advertirlo, cada vez que responden a las quejas de los usuarios apurándose a señalar que las tarifas, de ordinario artificialmente elevadas, han disminuido entre tal y tal fecha.
Lo que no advierten los Blockstream boys es que ese mismo período de tarifas relativamente bajas, posterior a cada período de tarifas altas, es incompatible con el funcionamiento del sistema de liquidaciones reservado a grandes instituciones financieras que ellos propugnan. Al fin y al cabo, a los usuarios les bastará con sentarse a esperar la descongestión de la cadena de bloques antes de publicar una transacción para ver bajar el costo de la misma de unos cientos o miles de dólares a unos pocos dólares o centavos.
Si las tarifas no pueden mantenerse constantemente elevadas, y el número de transacciones en la cadena de bloques no puede aumentar, ¿cómo será financiada la protección de la cadena de bloques cuando la recompensa percibida por los mineros –que se reduce a la mitad cada cuatro años– pase a ser despreciable o inexistente?
A menos que los Blockstream boys modifiquen las reglas de Bitcoin Core (BTC) para inflar la masa monetaria a voluntad –anhelo que algunos de ellos han expresado a viva voz–, el ingreso futuro de los mineros procederá casi exclusivamente de las magras tarifas correspondientes a unas pocas y esporádicas liquidaciones. Bajo tales condiciones, los mineros no tendrán más remedio que apuntar su poder de cómputo a una cadena de bloques funcional.
Y si los mineros abandonan Bitcoin Core (BTC), animados por la razonable pretensión de evitar la ruina económica, ¿quién proporcionará seguridad a esta criptomoneda, cuya única ventaja es, precisamente –nos dicen y nos repiten–, la seguridad que brinda un mayor poder de cómputo?
Desde el punto de vista de quienes creen necesario sacrificar la utilidad del sistema en el altar de un supuesto depósito de valor, nada debería ser más importante que mantener a los mineros económicamente motivados. Pero ya hemos visto que la utilidad de Bitcoin no puede ser sacrificada sin sacrificar también, andando el tiempo, la rentabilidad de la minería.
Así pues, el modelo de Blockstream / Core garantiza el fracaso económico de los mineros, y el fracaso económico de los mineros garantiza el fracaso de Bitcoin Core (BTC).
Dado que no se puede rechazar este simple argumento sin condenarse a las más insólitas contorsiones mentales, a menudo verás a los Blockstream boys esforzándose por defender todo tipo de afirmaciones mutuamente contradictorias. Los verás, por ejemplo, festejar sucesivamente…
♦ Las tarifas elevadas (“¡necesitamos tarifas elevadas!”) y las tarifas bajas (“¿ves que son bajas?”).
♦ La congestión de la cadena de bloques* (“es buena porque encarece las tarifas”) y la descongestión de la cadena de bloques (“es buena porque abarata las tarifas”).
*A su vez, la congestión de la cadena de bloques puede ser considerada una bendición digna de un brindis o bien un “ataque de spam”, según las necesidades propagandísticas del Politburó en cada momento.
♦ La adopción comercial (“Bitcoin Core es un éxito”) y la desadopción comercial (“¡no nos interesa el spam!”).
♦ La adopción por parte de plataformas de intercambio (“los usuarios comunes no deberían usar la cadena de bloques”) y la desadopción por parte de plataformas de intercambio (“¡no queremos intermediarios!”).
Etc., etc.
Las contradicciones del proyecto Blockstream / Core permanecerán ocultas al ojo no entrenado, como suelen permanecer las contradicciones de todo programa estatal, hasta que el descalabro resultante sea evidente para todos.
Porque la escalabilidad de Bitcoin no es una opción entre otras; es una necesidad existencial. Impedir exitosamente la escalabilidad de Bitcoin equivale a garantizar su completa destrucción, y los financistas de Blockstream lo saben muy bien.
Al tomar por la fuerza el control del protocolo, sin embargo, no tuvieron en cuenta que el proyecto de Satoshi Nakamoto podía, fork mediante, seguir adelante sin ellos.
Pensaron que iban a poder matar a Bitcoin con la misma facilidad que mataron a e-gold. Lo cual demuestra que nunca entendieron la diferencia entre uno y otro.