Así como los bolcheviques prometían –dictadura del proletariado mediante– un mundo de igualdad radical, rebosante de paz, amor y prosperidad, y en lugar de eso construyeron un infierno de miseria, matanzas a escala industrial y extrema desigualdad, los cryptoleninistas prometen –dictadura de Blockstream / Core mediante– un Bitcoin súper eficiente, radicalmente descentralizado y por fin libre de abyectos incentivos económicos, pero en cambio lo que han hecho es convertir a Bitcoin en un sistema completamente inútil, cada vez más centralizado y sometido a la oligarquía financiera del mundo fiat.
Una de las mentiras más repetidas por los Blockstream boys es que ellos privilegian ante todo la descentralización, y que solo ellos están lo suficientemente comprometidos con la causa de la descentralización como para mantener a Bitcoin en perpetuo estado de hiper ultra mega descentralización. Cuenta la leyenda que si pronuncias la palabra “descentralización” cinco veces frente a un espejo, Adam Back aparecerá frente a ti con un Raspberry Pi en una mano, el Libro Rojo de Mao en la otra, un tatuaje de “NO2X” en la frente, y una oferta de empleo en Blockstream. Así que niños, ¡no lo intenten en casa!
Cualquiera que esté familiarizado con el historial delictivo de Blockstream se verá más inclinado a creer en los poderes mágicos de los unicornios que en el compromiso de esta compañía con la causa de la descentralización. Veamos cómo es que la gente de Core promueve, en contra de sus objetivos declarados, la centralización del sistema en todos sus niveles y aspectos concebibles:
Minería: Los ingresos provenientes de pools de minería se reducen a medida que aumentan las tarifas por transacción. Esta tendencia perjudica principalmente a los pequeños mineros, quienes deben resignar una parte creciente de sus ganancias o bien arriesgarse a dejar sus monedas en manos del pool durante períodos cada vez más largos antes de solicitar un pago. Cuando el costo de las transacciones supera cierto nivel, los pequeños mineros simplemente quedan excluidos de la red.
Lightning Network: En esta “segunda capa” que Blockstream pretende imponer a los usuarios de Bitcoin, un pago solo puede encontrar su destino pasando por grandes focos de liquidez, porque es necesario inmovilizar grandes cantidades de capital para hacer que los canales de pagos funcionen. El resultado será una red dependiente de grandes hubs centralizados, con el poder –y eventualmente la obligación– de censurar transacciones.
Desarrollo: Un único equipo, financiado por una única compañía que se beneficia directamente de la discapacidad de Bitcoin, impone una única hoja de ruta –que, para sorpresa de nadie, conduce a un Bitcoin discapacitado–.
Comunicación: Canales de comunicación secuestrados por una misma entidad que prohíbe la disidencia y expulsa instantáneamente (de la lista de correo de desarrolladores, de bitcoin.org, de bitcointalk, de reddit/bitcoin) a cualquiera que no se incline dócilmente ante el Politburó de Blockstream / Core.
Propaganda: Órgano de propaganda centralizado, dedicado a promover el culto a los líderes del movimiento cryptoleninista y a difamar a quienes se le oponen. Sus incesantes campañas de desprestigio buscan influenciar la opinión pública utilizando trolls contratados para sembrar el caos e impedir el diálogo fructífero, brigadas organizadas para bajar los puntajes de las apps no alineadas con los intereses de Blockstream / Core, y miles de cuentas títere que simulan amplio respaldo a los referentes del movimiento y amplio rechazo a los señalados como enemigos, entre otros métodos inspirados en el manual de tácticas leninistas.
Ahorristas: Cadena de bloques reservada para quienes tienen capacidad de establecer canales hacia y desde la “segunda capa” favorecida por Blockstream –lo que requiere al menos dos transacciones registradas en la cadena de bloques–. Según los Blockstream boys, es necesario mantener el tamaño de los bloques artificialmente restringido para forzar el aumento de las tarifas hasta los 1000 dólares por transacción. Este modelo expulsa al común de los usuarios de la cadena de bloques y los deja a merced de los mismos intermediarios que infestan el sistema financiero estatal.
Negocios: Solo pueden operar aquellos que mueven entre miles y millones de dólares por transacción. Es por eso que la cantidad de negocios que aceptan Bitcoin ha mermado hasta la insignificancia. Y no solo quedan excluidos los pequeños y medianos comerciantes, entre los cuales ya prácticamente ninguno acepta Bitcoin Core; también se ven obligados a eliminar la opción de pagar con Bitcoin Core los grandes comercios que dependen de una red funcional para vender sus productos. El último en hacerlo fue Stripe. Y Starbucks directamente descarta la posibilidad de incorporar Bitcoin Core como método de pago, aunque está abierto a la posibilidad de aceptar otras criptomonedas.
Vigilancia: Las tarifas artificialmente elevadas hacen prácticamente imposible el uso de mezcladores para anonimizar las transacciones, lo que facilita el trabajo del Estado policial.
Sitios de intercambio: Los traders se ven obligados a mantener sus monedas en sitios de intercambio centralizados porque les resulta imposible o bien antieconómico operar en una cadena de bloques eternamente congestionada.
Como buenos socialistas, los Blockstream boys buscan privatizar las ganancias y socializar las pérdidas provocadas por sus políticas. Por eso luchan con tanta determinación contra las fuerzas del mercado –que tienden, por el contrario, a socializar las ganancias y privatizar las pérdidas–.
Y como buenos socialistas, te dirán que lo hacen por tu bien.
Las lecciones que cabe extraer del asalto a Bitcoin son las mismas que nos han dejado tantos otros embates totalitarios a lo largo de la historia:
♦ Cuando alguien te prometa el regreso a la inocencia del jardín del Edén, prepárate para la división y las hostilidades.
♦ Cuando alguien te prometa la abolición del afán de lucro, aférrate a tu billetera.
♦ Cuando alguien te pida que renuncies a tus intereses en pro de la “descentralización”, ponte en guardia, porque estás frente a un centralizador ávido de poder coactivo y ansioso por tomar el control.