El imperio mongol fue, en su apogeo, el imperio de territorios contiguos más grande de la historia. La rapidez con que los mongoles conquistaron un territorio que llegó a extenderse desde la península de Corea hasta el Danubio, con mas del 25% de la población mundial dentro de sus fronteras a mediados del siglo XIII, es un fenómeno que desconcierta a los historiadores.
Como un incendio de proporciones bíblicas, los ejércitos de Gengis Kan y sus sucesores avanzaron desplegando tal nivel de brutalidad contra los pueblos que tuvieron la desgracia de caer bajo su dominio, que el holocausto mongol (aunque más preciso sería hablar de holocaustos) no encuentra parangón en ningún otro siglo –y eso que las atrocidades no escasean a lo largo de la historia–.
Kublai Kan (nieto de Gengis Kan, el fundador del imperio mongol) fue el último gran Kan y el primero en notar que el saqueo, la destrucción y el genocidio no eran estrategias adecuadas para sostener un imperio en el largo plazo. Gracias a este descubrimiento, Kublai Kan llegó a acumular una fortuna tan descomunal que haría lucir a Bill Gates como un pordiosero, y se convirtió en el primer emperador de la dinastía China Yuan.
¿Pero cómo lo hizo Kublai? Su receta es conocida para quienes están familiarizados con el funcionamiento del sistema monetario hoy vigente: por un lado, institucionalización de la falsificación del dinero; por otro lado, curso forzoso del dinero impreso por las autoridades.
Tras leer el siguiente fragmento de la investigación de Jo Ann Cavallo acerca de las experiencias de Marco Polo en el seno del imperio mongol, comprenderás por qué no es exagerado afirmar que Kublai Kan fue, en el siglo XIII, el primer estadista moderno.
Los economistas de la Escuela Austríaca no se sorprenden cuando escuchan que el suministro de moneda era el mayor monopolio estatal. Durante la época en la que los gobernantes de Europa no podían hacer nada mejor que «recortar» monedas, los mongoles ya habían logrado instituir la moneda fiat en gran parte de su imperio.
Como explica Ron Paul, «El emperador, al igual que la gran mayoría de los políticos, encontró irresistible el atractivo del papel moneda». [Marco] Polo relata que la casa de la moneda del Gran Kan estaba tan organizada que se podría decir que había «dominado el arte de la alquimia». En efecto, mientras que los alquimistas nunca pudieron descubrir el secreto para transformar materia sin valor en oro, Polo señala que el procedimiento de emisión de papel moneda del Kan estaba «tan formalizado y tan impregnado de autoridad como si los billetes hubieran estado hechos de oro puro o plata».
El Estado no sólo había convertido el papel sin valor en dinero, sino que además se beneficiaba del desgaste de los billetes: «Cuando esos billetes de papel han pasado tanto tiempo en circulación, se empiezan a desgastar y romper; entonces se los lleva a la casa de la moneda y se los cambia por billetes nuevos a un costo del 3 porciento de su valor».
El Kan impuso el uso exclusivo de papel moneda entre la población mediante la amenaza de muerte: «El Kan poseía una cantidad tan grande de ese dinero que podía comprar todos los tesoros del mundo. Para todos los pagos que se realizaran en todas las provincias y regiones de su imperio, era obligatorio utilizar ese dinero. Y nadie se atrevía a desobedecer, por miedo a perder la vida».
Los habitantes de la región no sólo eran forzados a utilizar el dinero fiat del Kan bajo amenaza de muerte, sino que además estaba prohibido usar monedas alternativas y periódicamente se los obligaba a entregar su oro, plata y piedras preciosas al Kan:
«Varias veces al año, todos aquellos que poseen piedras preciosas, perlas, oro y/o plata deben llevar sus riquezas a la casa de la moneda del Gran Kan, por decreto. La fortuna que esto significa es incalculable; y a todos se les paga con papel moneda. Así, el Gran Khan adquiere todo el oro, la plata, las perlas y las piedras preciosas de todos sus territorios».
El Kan también incrementó su propio suministro de piedras preciosas a través del comercio exterior. Polo explica que «varias veces al año llegaban comerciantes con perlas, piedras preciosas, oro, plata y otros objetos de valor, como telas de oro y seda, los cuales eran entregados al Gran Kan». Naturalmente, a los comerciantes se les pagaba con papel moneda inflacionario. Marco Polo, impresionado por la aparente capacidad alquímica del Kan para convertir papel en un equivalente del oro, no parecía consciente de su inevitable depreciación y de la consecuente inflación de los precios.
La primera tendencia inflacionaria marcada ocurrió después de que los mongoles conquistaran el sur de China en 1275. Ese fue el comienzo de una etapa de hiperinflación que continuó hasta la caída de la dinastía Yuan, en 1368.