Fuente: bitcoinist.net
Por Daniel Krawisz
Trabajar en el mundo Bitcoin es como trabajar para un adicto a las drogas con trastorno bipolar. Hay breves períodos de una prodigiosa exuberancia irracional seguidos por largos períodos de un temor existencial tan profundo como infundado. Durante los buenos tiempos, nada puede dañar el espíritu de Bitcoin. Pero la mayoría de las veces, los bitcoiners son un montón de ñoños que mojan sus pantalones por nada.
El mundo Bitcoin está dominado por una neurosis generalizada que tiene su origen en un temor constante. Si no hay «suficiente» adopción por parte de los comerciantes, hay que preocuparse por el acaparamiento y la crisis de liquidez. Si hay «demasiada» adopción comercial, hay que preocuparse por la presión a la baja que ejercen las ventas. Si la adopción de Bitcoin sucede demasiado rápido, se oyen quejas acerca de la volatilidad y las burbujas, y si ocurre con demasiada lentitud, se oye que a nadie le importa Bitcoin. Si el mundo financiero ignora a Bitcoin, oímos decir que los pesos pesados no están interesados, y si le presta atención aparecen los preocupados por la influencia de las regulaciones.
Me parece increíble cómo consistentemente los bitcoiners reinterpretan todo lo bueno como algún tipo de problema. Silk Road es algo malo para la imagen de Bitcoin -como si Bitcoin tuviese que preocuparse por la imagen-. La volatilidad del bitcoin, reflejo de su crecimiento extraordinariamente rápido, es vista como algo que hará que Bitcoin luzca poco respetable. Se le teme a la mala prensa de cualquier tipo, cuando en realidad para Bitcoin no existe tal cosa como la mala prensa.
Cada mes o dos surge una nueva crisis. Mt.Gox muere y es el fin de Bitcoin. China lo prohíbe y es el fin de Bitcoin. Un pool de minería tiene demasiado poder de hasheo, ¡y es el fin de Bitcoin! De vez en cuando, un nuevo supervillano sale de abajo de una roca. No hace mucho tiempo, Mike Hearn iba a destruir a Bitcoin con sus «listas rojas»; luego vino la legión del mal escondida detrás de CoinValidation, que quería vigilar a todos los usuarios de Bitcoin. Recientemente, Ben Lawsky se ha convertido en el último villano a punto de destruir a Bitcoin con su superarma: las bitlicencias.
La idea de que alguien puede prohibir el uso de Bitcoin es risible. Cualquier intento de hacerlo sería un signo titilante de arrogancia demencial. Como si la policía pudiese de alguna manera impedir que la gente lleve claves privadas y se conecte a internet. Bitcoin es demasiado útil como para que la gente se preocupe por si es legal o no, y es demasiado útil como para que los agentes del gobierno se esfuercen realmente por frenarlo.
¿Sabes qué es lo que va a destruir a Bitcoin? Nada. Así de fácil. Tal vez una guerra mundial nuclear o un meteorito gigante podrían hacerlo, pero eso es todo. El problema con los bitcoiners es que piensan que Bitcoin es frágil, cuando en realidad es antifrágil. No es por casualidad que Bitcoin sobrevive a cada crisis. Sobrevive porque es inmortal.
Mientras haya una oportunidad para lucrar generada por la red Bitcoin, ésta será invencible. Por cada fuerza exterior que amenaza a Bitcoin, hay muchas fuerzas internas construyendo las herramientas necesarias para contrarrestarla. Estas medidas no necesariamente aparecen en las noticias, pero todo el mundo en Bitcoin tiene el incentivo para proteger su inversión, y por lo tanto tiene el incentivo para desarrollar o apoyar el desarrollo de herramientas que permitan hacer frente a cualquier problema. El efecto de la suma de todos estos invisibles partidarios de la innovación es que Bitcoin actúa como un maestro de aikido, absorbiendo y desviando las fuerzas que actúan en su contra.
Todo esto requiere de un poco de confianza en cosas que no siempre son visibles, confianza basada en expectativas racionales. No es algo tan diferente de lo que hacemos en nuestro día a día: sabemos que las noticias nos proveen una muestra sesgada de la realidad, y sabemos que tenemos que tratar de prestar atención a lo que se ve y a lo que no se ve. La única diferencia es la cantidad extrema de amarillismo que hay en el mundo Bitcoin, tanto inocente como deliberado. Esto tiene que ver con que la naturaleza y el alcance de la economía Bitcoin cambia tan rápidamente que es difícil mantenerse al día con lo que es real, y a menudo es fácil que alguien se salga con la suya diciendo falsedades.
Bitcoiners, tómenselo con calma. Cada vez que algo suceda, piensen: «¿Cuán probable es que esto vaya a importar de aquí a un mes?» La respuesta será casi siempre «poco o muy poco probable». Tienes en tu poder quizás el más maravilloso secreto que uno pueda esperar encontrar en este mundo terrenal y, sin embargo, no puedes encontrar un momento de alegría. Siéntate, cierra el navegador, sírvete un buen vaso de vino, y luego toma una larga siesta.