Lista negra de bitcoins: una idea tan horrible como impracticable

Image by EvasSvammel
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El dinero, como cualquier otra herramienta, es incapaz de cometer crímenes. Obligar a la gente a registrar todas y cada una de sus transacciones ante una “autoridad”, para de este modo prevenir ciertos crímenes, no es tan solo ineficaz; es una medida contraproducente y, en sí misma, criminal. Contraproducente, porque sacrifica la utilidad de la propia herramienta en pos de un objetivo quimérico, sin afectar en lo más mínimo a los criminales – habituados como están a esquivar con soltura los “obstáculos” legales – y perjudicando a quienes no lo son. Criminal, porque pone en peligro a millones de personas inocentes – imponiéndoles, además, un costo absolutamente inútil.

No hay tal cosa como dinero sucio, así como no hay cuchillos moralmente sucios; el responsable – el agente moral – es siempre el individuo, NO la herramienta. Si por ley forzamos a la gente a quitarle el filo a sus cuchillos “para prevenir los apuñalamientos”, con toda seguridad no modificaremos ni un ápice la conducta de los criminales, y quienes cumplan con dicha ley se quedarán sin una valiosa herramienta.

Peor aún sería culpar al dueño de un cuchillo por lo que ha hecho con este su anterior dueño. Un completo disparate, ¿verdad? No para quienes proponen instituir una lista negra de bitcoins con el fin de prevenir el “mal uso” de la criptomoneda. A este asunto, periódicamente reflotado por algún despistado, se refirió Jeff Garzik (core developer de Bitcoin) en su blog:

La primera gran dificultad surge cuando intentamos definir qué cosa es una «moneda robada». Alguien podría afirmar que sus monedas fueron robadas, y aún así poseer la clave privada que le permite gastar esos fondos. Pero incluso si quienes dicen ser víctimas lo son realmente, nos encontramos con un problema no menor: hay que revisar y verificar la autenticidad de informes policiales que provienen de las jurisdicciones más diversas, tratar de asociar los hechos descriptos con determinadas transacciones, elegir un sistema que permita llevar esto a cabo, incorporarlo al software y, finalmente, lograr que la comunidad acepte y descargue esta nueva versión del software.

No es el rol de un ingeniero clasificar y juzgar el contenido de informes policiales, para decidir si las transacciones son «buenas» o «malas». Una lista negra de transacciones es un instrumento que sirve para imponer la censura financiera, justo lo que Bitcoin fue diseñado para evitar.

Además, cualquier persona o compañía que administre una lista negra de transacciones se estará exponiendo a riesgos legales muy serios – por ejemplo, una demanda si un error le cuesta dinero a alguien que quedó incluido en la lista – así como a amenazas, intimidación, chantaje, etc.

Esencialmente, lo que hace el protocolo Bitcoin es destruir cada moneda cuando esta se gasta, y crear monedas completamente nuevas para el destinatario. Ejemplo: que alguien me envíe 1,0 BTC podría implicar la destrucción de la moneda # 1.111 (0.5 BTC) y de la moneda # 1.112 (0.5 BTC), y la creación de la moneda # 6.789 (1.0 BTC). Por lo tanto, luego de la específica transacción correspondiente a un robo, ya no se puede decir que una moneda es 100% robada.

Desde el punto de vista técnico, se puede determinar que una moneda está «relacionada» con una moneda robada, pero no se puede saber cuántas personas inocentes forman los eslabones de la cadena que empieza en el robo y acaba en la moneda en estudio. El ladrón Al puede darle una moneda a Bob, quien no sabe que esa moneda es robada. Bob envía esa moneda, junto con algunas otras, a Charlie. Charlie envía esas monedas, junto con algunas otras, a David. Bob, Charlie y David, sin saberlo, poseen monedas “relacionadas” con una moneda robada. Pero, en ese punto, técnicamente es imposible decir qué monedas deberían incorporarse a la lista negra sin incurrir en juicios de valor subjetivos de carácter no técnico.

Por último, debemos tener en cuenta la fungibilidad (uno de los principales atributos de la buena moneda). Es importante que el valor de un bitcoin sea igual al valor de cualquier otro bitcoin. De lo contrario, será imposible que el software y los usuarios de Bitcoin sepan cuáles bitcoins deberían aceptar y cuáles deberían evitar.

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