En una economía enferma de endeudamiento impulsado artificialmente, la recesión es un remedio tan amargo como necesario. Al limpiar las malas inversiones que había motivado la fase expansiva del ciclo económico, la recesión inevitablemente provoca una caída de los precios de la mayoría de los activos. Mucha gente se ve obligada a liquidar valores, inmuebles y commodities que habían sido adquiridos con dinero prestado, con el fin de repagar sus deudas.
Lo que acabo de describir no es otra cosa que la etapa de reasignación de los recursos (para su mejor aprovechamiento) que atraviesa una economía durante y después de un colapso financiero. En un contexto recesivo, los gobiernos pueden seguir intentando inflar el crédito abaratándolo artificialmente… pero no basta con ofrecer crédito barato –la gente tiene que tomarlo, y no lo hará si ya está endeudada y con miedo a perder lo que tiene–.
Esa dinámica muy bien podría afectar negativamente el valor de los metales preciosos (de hecho, podría ser la causa del mercado bajista en el cual parecen estar atrapados). ¿Pero en qué se diferencia el bitcoin de los metales preciosos desde el punto de vista del inversor? En primer lugar, en que la formación del precio del bitcoin apenas depende del crédito. Hay mucho dinero invertido en «fondos cotizados» que reflejan, por ejemplo, el precio del oro, y mucha gente que se ha endeudado para adquirir tales instrumentos financieros, mientras que no existe algo ni remotamente comparable en el mundo Bitcoin.
Frente a un escenario de desapalancamiento forzoso y generalizado, el oro podría sufrir –como vimos en 2008– y la rentabilidad de casi todos los activos se desplomaría. El capital pasaría entonces a competir por las oportunidades de apreciación, más que por mejores rendimientos (que serían difíciles de encontrar e implicarían riesgos inaceptables). ¿Qué alternativa quedaría?
Dadas sus propiedades, su condición de tecnología en fase de adopción temprana, y dado que, como he dicho, no hay mucha gente que se ha endeudado para comprar bitcoins, el bitcoin podría ser visto como uno de los bienes con mayor potencial de apreciación.
Así, la demanda de bitcoins podría superar ampliamente las fuerzas recesivas, e incluso aprovecharse de ellas (de lo difícil que sería encontrar inversiones rentables en ese contexto).
Recordemos que la escasez de bitcoins está asegurada. No puede decirse lo mismo de la escasez de dólares. La escasez de dólares puede llegar a darse como un efecto del desapalancamiento generalizado, hagan lo que hagan las autoridades para inflar el crédito contra la voluntad de los agentes económicos. Pero ese sería un fenómeno transitorio.
A la hora de decidir en qué invertir (o en qué refugiarse), la gente se fija en lo que puede pasar en el futuro con los diferentes activos. ¿Vender bitcoins para adquirir dólares o euros? Nadie sabe cuántos dólares o euros van a emitirse, ni qué locura van a intentar para forzar su circulación. Suena peligroso. Las reglas que impone el protocolo de Bitcoin, en cambio, son absolutamente predecibles, y nada se valora más que la certidumbre en pleno colapso de un sistema financiero.
La pregunta relevante aquí es: ¿qué pesaría más: la demanda de dólares o la demanda de bitcoins? Por muchas razones (las cualidades únicas de Bitcoin, el amplio margen para su apreciación, la desconfianza hacia el dinero de curso forzoso), creo que la demanda de bitcoins tendría un peso relativo mayor. Es decir que habría suficiente demanda como para mantener el precio en aumento. No porque el mundo entero vaya a volcarse hacia Bitcoin, sino porque una pequeña fracción del capital en búsqueda de refugio tendría un efecto explosivo sobre el precio del bitcoin.
Gracias Jorge Abascal @Abascual por la estimulante conversación que ha sido el germen de esta entrada.