Al igual que todo paraíso socialista, la utopía de Blockstream / Core siempre se encuentra en un futuro indefinido; siempre requiere un sacrificio más, un poco más de compromiso con la causa, de resignación, de confianza ciega en los dirigentes del movimiento.
Bitcoin (BCH), en cambio, funciona hoy como efectivo electrónico p2p, tal como ha funcionado desde el principio. Esto se debe a que BCH es simplemente la rama de Bitcoin que sigue la fórmula de Satoshi Nakamoto: una moneda con todas las cualidades deseables del oro pero que además puede ser teletransportada instantáneamente y casi sin costo.
Aunque puede resultar extraño para quienes no hayan sido testigos de la invasión, Bitcoin Core funcionaba mucho mejor hace 10 años que ahora. ¿No es este un dato curioso? Nómbrame si no alguna otra tecnología de utilidad probada que en los últimos años se haya tornado cada vez más inaccesible, menos confiable y más ineficiente. Porque fuera del conjunto de productos que han sido monopolizados por el Estado, a mí no se me ocurre ningún ejemplo.
En efecto, a los ojos de los early adopters el dominio de Blockstream / Core luce precisamente como el monopolio estatal que Satoshi Nakamoto se atrevió a desafiar en enero de 2009, cuando creó el primer eslabón de la cadena de bloques: como una gran prisión en donde los cryptoleninistas reparten latigazos entre quienes aún no han advertido que, gracias a la topadora de Satoshi, nada les impide salir caminando de aquel lugar.
Las huellas del Leviatán, para el que sabe reconocerlas, están por todas partes. Y como de costumbre, la devastación infligida por sus tentáculos viene precedida de inspirados discursos y bellas promesas. ¿Entiendes a qué me refiero? Veamos algunos ejemplos ilustrativos de este modus operandi.
♦ Socialización de la producción y distribución de alimentos. Promesa: alimentos en abundancia para todos, a cambio de nada. Resultado: escasez de alimentos; alimentos de pésima calidad; alimentos solo accesibles para quienes juran lealtad al régimen.
♦ Socialización del sistema de salud. Promesa: atención “universal, gratuita e igualitaria” de la salud. Resultado: atención lenta y deficiente para la inmensa mayoría, y óptima para los jerarcas y sus aliados (fuera del país, de ser necesario).
♦ Socialización de la ayuda a los desafortunados. Promesa: bienestar para todos, independientemente de los motivos del malestar en cada caso particular. Resultado: creación de una clase dependiente, tratada como ganado por una corporación política que distribuye bienes robados a cambio de votos.
El asalto a Bitcoin es una más en una larga serie de intervenciones estatales destinadas a frenar procesos de mercado cuyo éxito habría puesto en tela de juicio la razón de ser del Estado.
Afortunadamente, la decisión final en Bitcoinlandia no la tienen los enemigos de la libertad económica, sino un persistente conjunto de inversores y mineros obligados a dedicar sus recursos a la defensa y el desarrollo de una moneda p2p escalable, so pena de fracasar económicamente merced al diseño original de Satoshi Nakamoto. Sin ellos, Bitcoin estaría expuesto a la misma clase de abuso y manipulación –y tendría el mismo destino— que cualquier sistema monetario centralmente planificado.