Con frecuencia me preguntan cuál de las dos ramas que han resultado del fork de Bitcoin Cash tiene más probabilidades de imponerse sobre la otra. Es una buena pregunta. Meditar acerca de las formas en que se propaga el uso de una criptomoneda suele propiciar el descubrimiento de dimensiones que habíamos pasado por alto, y a menudo nos obliga a repensar su naturaleza.
Ahora que la guerra de los mineros ha pasado a los libros de historia, y que la división entre las cadenas “Bitcoin Cash” (BCH) y “Bitcoin Satoshi’s Vision” (BSV) se ha tornado irreversible, me parece oportuno dar una respuesta a esa recurrente inquietud. Al hacerlo me ganaré indudablemente la antipatía de algunos, pero a estas alturas creo haber dejado bien claro que no estoy aquí para hacer amigos sino para decir la verdad según mi leal saber y entender. Las amistades que he ganado son un dichoso efecto secundario de esta actividad, no el fruto de un propósito deliberado.
¿Hace falta decir que nada de lo aquí vertido debe ser interpretado como una recomendación para inversores? Hace falta, porque si bien no es mi intención ganar nuevos amigos tampoco me interesa ganar nuevos enemigos, en particular entre quienes aspiran a enriquecerse rápidamente, tan proclives al rencor y tan adeptos a la caza de chivos expiatorios como los miembros más trastornados de una secta satánica. (No considero enemigos a los trols; ellos siempre estarán con nosotros, como se dice en Deuteronomio, independientemente del contenido de cada artículo).
Podría responder con rodeos y vaguedades a la pregunta en cuestión, aludiendo a las inmaculadas virtudes de la competencia en un libre mercado. Podría decir que los dos proyectos son prácticamente idénticos, y respaldarlos indistintamente bajo alguna consigna inofensiva: “gane quien gane todos nos beneficiamos”; “juntos o separados, todos apuntamos a un mismo objetivo”, etc. No lo haré, pues en mi opinión Bitcoin Cash (BCH) es superior, a juzgar tanto por su hoja de ruta como por el destino al que esta nos conduce, y se encuentra mucho más cerca que Bitcoin Satoshi’s Vision (BSV) de convertirse en moneda universal. Paso a explicar por qué.
En primer lugar, al frente de BSV tenemos un dúo cuya estrategia se ha basado en mentir, amenazar, extorsionar, abusar de patentes y coquetear con el Estado con tal de salirse con la suya, entre otras actitudes más propias de una mafia que de una entidad consagrada a la separación entre Moneda y Estado. A falta de buenas ideas, la personalidad megalomaníaca tiende a inclinarse por imponer malas ideas (monopolio de la fuerza, derecho positivo, propiedad intelectual), y las malas ideas, una vez puestas en práctica, tienen la costumbre de acarrear malas consecuencias. Dudo que el experimento de Craig Wright y Calvin Ayre acabe siendo la excepción.
Pero no es la inescrupulosidad o el descarrilamiento ideológico de los líderes de BSV el principal de sus problemas. En el germen de este proyecto podemos encontrar ya el error más costoso que puede cometer un emprendedor en Cryptolandia: escindirse para empezar de cero cada vez que surge una diferencia trivial de opinión. Reitero aquí lo dicho en otra ocasión al respecto:
Para que un fork tenga sentido y potencial, es necesario que la crypto-oligarquía dominante haya cometido errores monumentales, como espantar a centenares de miles de usuarios y jactarse de ello. Caso contrario, tendremos una bifurcación frívola, es decir una bifurcación que el mercado considera injustificada, por lo que buscará ensanchar la brecha entre los precios de las monedas resultantes hasta que la perdedora quede en un estado vegetativo irreversible.
Tras leer aquel artículo, alguien podría objetar, no sin algo de razón, que no hay un método objetivo que nos permita determinar si un fork en particular es frívolo, salvo retrospectivamente, por lo que la “ley de Majamalu” tendría en realidad nulo valor predictivo. Pues bien, añadiré lo siguiente para precisar a qué me refiero cuando hablo de “fork frívolo”: es razonable asumir que, en general, si no entiendes los motivos de la escisión, es porque se trata de un fork frívolo, injustificado y/o motivado por razones inconfesables. Caso contrario, el fork podría ser necesario, si no indispensable.
No hay ejemplo más conspicuo de un fork indispensable que el que dio lugar a Bitcoin Cash (BCH) el 1 de agosto de 2017. Cualquier persona capaz de atarse los cordones también es capaz de entender que una tarifa de 50 dólares –algo habitual en Bitcoin Core en diciembre de 2017, como preludio a tarifas de 1000 dólares— a cambio de una transacción que podría confirmarse en los próximos 10 minutos o en las próximas dos semanas, o nunca –según la demanda de espacio en los bloques en cada momento–, es razón suficiente para justificar un fork.
Pero ya tenemos una moneda funcional, y no hay mejor manera de retrasar su adopción y, en consecuencia, de entorpecer el despliegue del efecto de red, que dividirnos en tribus cada vez más pequeñas, enfrentadas por cuestiones cada vez más insignificantes. Una criptomoneda no tiene que ser perfecta para seguir ganando usuarios; no tiene que ser ahora mismo un refugio de valor imperturbable o una superplataforma sobre la cual sea posible montar toda aplicación imaginable, ni podrá ser tales cosas sin antes contar con una amplia y sólida base de usuarios. Sí tiene que continuar funcionando normalmente, molestando lo menos posible a quienes la precisan. Eso es todo.
Llegará el día en que todas las aplicaciones que hoy languidecen por falta de usuarios, desperdigadas en mil protocolos aislados, además de todas aquellas que no han sido concebidas aún, sean implementadas en la cadena ganadora. Mientras tanto, centrarnos en cualquier cosa que no sea la adopción motivada por las cualidades monetarias de Bitcoin (BCH) prueba que no hemos entendido la importancia crucial del efecto de red.
La cadena ganadora será simplemente la más utilizada. Y la cadena más utilizada será la más económica, eficiente, predecible, amigable y, sobre todo, la más respetuosa de la infraestructura heredada y de la base de usuarios existente. También acabará siendo, en virtud del sistema de incentivos creado por Satoshi Nakamoto, la cadena más segura.
No pocos bitcoiners se han visto seducidos por una u otra visión reduccionista de los problemas que enfrenta cualquier pretendiente al trono de moneda universal. Creen haber abrazado una teoría omnicomprensiva, cuando lo que han hecho es ubicarse en un extremo desde donde pueden regocijarse confortablemente, junto con otros miembros de su tribu, en la ilusión colectiva de que ya tienen todas las respuestas, por lo que no necesitan reflexionar acerca de las decisiones tomadas, ni considerar soluciones alternativas, ni negociar con “los de afuera”. Espero que haya un lugar en el infierno especialmente acondicionado para ellos.
Veamos algunos de los puntos que enfrentan a los partidarios de las dos posiciones extremas más populares en Bitcoinlandia, y el justo medio entre ellas por el que transita Bitcoin Cash:
Fork:
◊ Ante cualquier mínimo desacuerdo.
◊ Jamás.
♦ Justo medio: solo cuando es realmente indispensable para mantener a Bitcoin funcionando como dinero electrónico P2P.
Transacciones instantáneas («cero conf»):
◊ No se requieren cambios que aumenten su seguridad.
◊ 100% seguras o nada.
♦ Justo medio: cambios que permitan optar por aceptar transacciones instantáneas razonablemente seguras para montos pequeños.
Máxima privacidad:
◊ Para nadie.
◊ Solo para multimillonarios.
♦ Justo medio: máxima privacidad para los que la requieran, cuando la requieran.
Cambios en el protocolo:
◊ Jamás.
◊ Frecuentes y en múltiples capas.
♦ Justo medio: solo cambios que permitan alcanzar objetivos declarados en la hoja de ruta.
Almacenamiento en la cadena de bloques:
◊ Todo (desde transacciones monetarias hasta películas).
◊ Solo transacciones que muevan el equivalente a millones de dólares.
♦ Justo medio: transacciones monetarias de todo tipo y espacio suficiente para admitir aplicaciones que interactúen con datos almacenados fuera de la cadena.
Funciones no monetarias:
◊ Incorporadas antes de contar con usuarios que puedan llegar a necesitarlas.
◊ Totalmente ignoradas.
♦ Justo medio: funciones monetarias priorizadas, para que las no monetarias puedan montarse sobre la base de un protocolo estable y ampliamente adoptado.
El próximo mercado alcista encontrará a Blockstream / Core trabajando en Lightning Network, incapaz de lidiar con el volumen de transacciones desencadenado por una nueva corriente de usuarios. Afortunadamente, Bitcoin Cash vendrá al rescate por el camino del medio. Recién entonces empezaremos a vislumbrar las implicancias de una criptoeconomía funcional, implicancias tan profundas que aún permanecen ocultas para la inmensa mayoría de la gente, incluyendo a quienes más deberían temerle.