Blockstream, la compañía que ha comprado a los desarrolladores del cliente Bitcoin Core, tenía un pacto con los mineros chinos que controlan la mayor parte del poder de cómputo que protege a la red. En resumen, el acuerdo fijaba los siguientes términos: «Yo (Blockstream) mantengo a los programadores que protegen tus intereses (obstaculizo la competencia por parte de mineros en otras partes del mundo); tú (minero chino) empleas tu poder de cómputo para proteger mis intereses (mantener el límite del bloque en 1 MB para obligar a la gente a usar mis “soluciones”)».
Pero hay un problema con la estrategia de Blockstream que no puede ser eternamente ignorado: los mineros necesitan que Bitcoin siga creciendo en base al sistema de incentivos creado por Satoshi Nakamoto (es decir, procesando transacciones dentro de la cadena de bloques en la medida de lo posible) para subsistir como tales. Salvo que aspiren a perder dinero hasta quebrar, los mineros tarde o temprano tendrán que soltarle la mano a Blockstream.
Por lo tanto, no sorprende que en un nuevo encuentro a puertas cerradas (gentileza de Pricewaterhouse Coopers y AXA group, los principales inversores detrás de Blockstream), la misma junta de estafadores haya vuelto a intentar asegurarse la obediencia de los mineros chinos. En esta oportunidad, la sesión de disciplina y adoctrinamiento ha tenido lugar en Silicon Valley, justo un día antes de la fecha en que vencía el plazo del hard fork prometido por los delegados de Blockstream / Core en el previo encuentro a puertas cerradas. Entre otras cosas, dicho hard fork –prometido pero nunca implementado– incluía un aumento del tamaño máximo del bloque de transacciones.
No sabemos qué tácticas han usado esta vez los Blockstream boys (cabe asumir lo habitual: mentiras, intimidación, amenazas y sobornos); todo lo que sabemos es que el compromiso de Core con los intereses de Blockstream –es decir, del establishment financiero– resulta tan inconmovible como su decisión de continuar saboteando el crecimiento de Bitcoin. Y no puede ser de otra manera, pues el éxito de Bitcoin implica necesariamente el fracaso de Blockstream y el desmoronamiento del fraude montado sobre el dinero fiat.
¿Y ahora qué?
Lo que nos espera es bastante predecible:
• Renovados esfuerzos de Blockstream para diseminar el miedo y la incertidumbre (“Blockstream o el caos”).
• Ataques sistemáticos a cualquier empresa o individuo que no esté alineado con los intereses de Blockstream.
• Refuerzo de la censura en los foros controlados por Blockstream.
• Pánico inducido por la desinformación de los mass media: “¿Es el fin de Bitcoin?”.
• Nueva oportunidad para sacudir manos débiles.
• Implosión de Blockstream.
• Los personajes tóxicos, ignorantes, incompetentes y dictatoriales que Blockstream había agrupado y mantenido se dedicarán a destruir algún otro proyecto open source, lo que permitirá desatar el potencial de Bitcoin.
• Sin el pesado lastre de Blockstream, Bitcoin finalmente despegará hacia su destino manifiesto: la luna.
Paciencia entonces. Blockstream caerá y no lo lamentaremos; pero le daremos un entierro apropiado. Al fin y al cabo, es gracias a esta nefasta organización que sabemos lo que Bitcoin es capaz de digerir.
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