Nick Szabo, del que poco se sabe fuera de internet, es uno de los candidatos número uno a ser Satoshi Nakamoto por algunas de sus originales ideas -como “contratos inteligentes” y “bit gold”-, entre otros motivos. No es de extrañar que sus investigaciones independientes le hayan llevado también a una teoría coherente sobre el origen del dinero, de bonitos y acertados paralelos con Bitcoin. Un trabajo que nos proporciona una valiosa perspectiva para comprender la función natural del dinero.
Shelling out – Los orígenes del dinero
Nuevas teorías sobre los orígenes y la naturaleza del dinero
Fuente: Nick Szabo’s papers
Extracto
Los precursores del dinero, junto con el lenguaje, permitieron a los primeros humanos modernos resolver los problemas de colaboración que otros animales no pueden resolver – incluyendo problemas de altruismo recíproco, altruismo de parentesco y mitigación de la agresión. Estos precursores compartían con las monedas no fiat unas características muy específicas: no eran objetos meramente simbólicos o decorativos.
Dinero
En sus inicios, las colonias del siglo XVII de Inglaterra en América tenían un problema: la escasez de monedas. La idea británica era plantar grandes cantidades de tabaco, y cortar madera para los barcos de su flota global y la marina mercante, enviando a cambio los suministros que pensaban eran necesarios para mantener a los trabajadores estadounidenses. Los primeros colonos tenían que trabajar para la empresa y comprar en la tienda de la empresa. Los inversores y la Corona preferían esto a pagar en moneda lo que los agricultores pudieran pedir y dejarles comprar los suministros – ¡y, dios no lo quiera, quedarse con algunos de los beneficios también!
La solución para los colonos estaba a mano, pero tardaron un par de años en reconocerlo. Los nativos tenían dinero, pero era muy diferente del dinero al que los europeos estaban acostumbrados. Los indios americanos habían estado utilizando este dinero durante milenios, y resultó ser dinero bastante útil para los europeos recién llegados – a pesar de los prejuicios entre algunos de que sólo las monedas de metal con rostros de sus líderes políticos constituían dinero real. Peor aún, los nativos de Nueva Inglaterra no utilizaban ni oro ni plata. En lugar de ello utilizaban cosas que encontraban en su entorno y que cumplían con funciones monetarias – como partes duraderas de los esqueletos de sus presas y wampum (conchas de la almeja venus mercenaria y sus parientes, ensartadas en colgantes).
Las almejas sólo podían encontrarse en el océano, pero el wampum era utilizado para el comercio muy lejos de la costa. Se podía encontrar dinero de conchas de una gran variedad de tipos en las tribus de todo el continente americano. Los iroqueses lograron reunir el mayor tesoro de wampum de cualquier tribu sin tener que aventurarse cerca del hábitat de la almeja en lo más mínimo. Sólo un puñado de tribus, como los Narragansetts, se especializaron en la fabricación de wampum, mientras que cientos de otras tribus, muchas de ellas de cazadores-recolectores, lo utilizaron. Los colgantes de wampum venían en una variedad de longitudes, con el número de cuentas proporcional a la longitud. Los colgantes podían ser cortados o unidos para formar un colgante de longitud igual al precio pagado.
Una vez superaron sus problemas psicológicos sobre lo que es verdaderamente el dinero, los colonizadores se pusieron a comerciar por y con wampum como locos. Las almejas pasaron a formar parte de la lengua vernácula americana como otra forma más de decir “dinero”. El gobernador holandés de Nueva Amsterdam (actual Nueva York) adquirió, a través de un banco anglo-americano, un préstamo denominado en wampum. Más tarde, las autoridades británicas se vieron forzadas a seguir la corriente, y entre 1637 y 1661 las conchas fueron de curso legal en Nueva Inglaterra. Los colonizadores disponían ahora de un medio de intercambio líquido y el comercio en las colonias floreció.
El principio del fin para el wampum llegó cuando los ingleses comenzaron a enviar más moneda hacia las Américas, y en Europa empezaron a aplicar sus nuevas técnicas de producción a gran escala. Hacia 1661, las autoridades británicas ya habían tirado la toalla y decidieron pagar en la divisa del Reino – que al tratarse de oro y plata cuya acuñación estaba supervisada por la Corona, tenía cualidades monetarias superiores a las conchas. Ese año el wampum dejó de ser de curso legal, si bien en 1710 readquirieron brevemente tal estatus en Carolina del Norte. Su uso como medio de pago continuó sin embargo hasta pleno siglo XX en algunos casos, pero con un valor inflado a mil veces el inicial por las técnicas agrícolas y manufactureras de Occidente. Así, poco a poco, el wampum siguió el camino que tanto el oro como las joyas habían seguido en Europa una vez inventada la acuñación de monedas: de dinero hecho a mano a objeto decorativo. El lenguaje americano del dinero de conchas pasó a ser un vestigio pintoresco – “cien almejas” pasaron a ser “cien dólares”. “Shelling out” (dar conchas) comenzó a usarse referido al pago en monedas, billetes o, con el tiempo, con cheque o tarjeta de crédito. Ni nos imaginábamos que estábamos tocando los mismos orígenes de nuestra especie.