Mito: Para evitar las estafas, alguna autoridad tiene que regular a Bitcoin

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Es curiosa la fe en las autoridades que tanta gente insiste en profesar. Las estafas no se previenen por decreto; y menos aún si ese decreto emana de las mismas autoridades que, desde la cima de una montaña de mentiras, nos empujan a un precipicio financiero como no ha visto la historia desde el ocaso del Imperio Romano.

 

Sin embargo, incluso entre los bitcoiners no faltan quienes reclaman alguna forma de intervención estatal «para acabar con las estafas». ¡Le piden eso al estafador por antonomasia!

La imposición de normas por la fuerza genera – en el mejor de los casos – una ilusión de que los problemas están siendo solucionados; pero la realidad es muy otra, como explica Atlas en el foro de Bitcoin:

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Image by cali.org/Flickr

Lo mismo ha ocurrido una y otra vez a lo largo de toda la historia monetaria: ciertas cosas salen mal (esquema ponzi, corrida bancaria, etc), algunas personas se quejan, y justo cuando empiezan a proliferar todo tipo de soluciones creativas, alguien interviene y hace pesar su «autoridad». Además de bloquear toda posible solución voluntaria, la «autoridad» impone fuertes controles sobre la moneda – presumiblemente para defendernos de nosotros mismos.

A pesar de todas las estafas, robos y hechos lamentables diversos que hemos visto en el mundo Bitcoin, somos testigos de un proceso que no tiene antecedentes en la historia monetaria: estamos entrando en una etapa que jamás nos habían permitido transitar; una etapa que siempre había sido vedada por algún grupo de iluminados que dicen: “nosotros tenemos autoridad; y no, no vamos a dejarte hacer esto o aquello”.

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En esta etapa que ya se ha iniciado por fin podremos observar el ingenio humano en la búsqueda de soluciones a los problemas, sin delegar la confianza y las propias responsabilidades en otras personas. Por fin podremos comprobar si nosotros, como sociedad civilizada, realmente somos capaces de aprender a lidiar con un mundo incierto, anónimo y peligroso, utilizando nuestra intuición y nuestros propios sentidos en lugar de acatar ciegamente las normas establecidas, confiando en que las autoridades saben lo que hacen – unas autoridades cuyas normas arbitrarias debemos aceptar sin cuestionar.

Y es gracias a la naturaleza descentralizada y auto-regulada de Bitcoin que esto es posible.

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Ver Bitcoin: el triunfo de la no-violencia

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