Al observar el funcionamiento de Wall Street, se hace difícil entender por qué Ludwig Von Mises (¡nada menos!) afirmaba que la bolsa de valores es una de las instituciones centrales de un mercado extenso. Como de costumbre, Mises tenía razón: sin una bolsa de valores, al capital le faltan señales plausibles y hasta motivos para acumularse.
Lo que Mises no alcanzó a prever es la clase de mamotreto en que podía transformarse una bolsa de valores por obra y gracia de la intervención estatal en una economía crecientemente planificada.
De manera paulatina, la bolsa de valores de New York ha ido adquiriendo las funciones de un verdadero ministerio. Sólo le faltan la mugre y el olor a humedad – pero eso es parte del plan: Wall Street responde a necesidades gubernamentales, y una de las más importantes es contar con una fachada para vestir de capitalismo a los fracasos del socialismo. ¿Para qué va el gobierno a eliminar a una institución que, en cambio, puede secuestrar y utilizar a su favor? Cuando decimos “a su favor” queremos decir a favor de la casta de vividores (políticos, empresarios prebendarios, traficantes de influencias, etc.) que el común de la gente mantiene con sus impuestos.
Hoy en día, Wall Street se parece más a un engendro soviético que a una organización voluntaria. Veamos por qué:
• Para cotizar en la bolsa de New York, una compañía necesita millones de dólares, además de cierta familiaridad con el establishment financiero, lo cual inclina el campo de juego a favor de los amigos del poder.
• Las infinitas – y cambiantes – regulaciones garantizan que sólo se mantengan allí las compañías que pueden darse el lujo de gastar fortunas en equipos de abogados y contadores especializados.
• Un alto porcentaje de los inversores, en particular aquellos que tienen su dinero atrapado en un “plan de retiro”, están forzados a participar. Si no lo hacen, el gobierno los penaliza con fuertes multas (¡¿cómo se te ocurre disponer de tu propio dinero?!).
• Cada operación está sujeta a comisiones e impuestos tan arbitrarios como impredecibles.
• Para el común de la gente, los intermediarios son obligatorios.
• El sistema de licencias incentiva el mal comportamiento: si estás oficialmente habilitado, serás inmune a las consecuencias de tus actos.
• Son moneda corriente los sobornos, los “favores”, el secretismo, la información privilegiada, las trampas para novatos, etc.
Mientras tanto, en el mundo Bitcoin…
Si quieres echar un vistazo a una bolsa de valores libre, date una vuelta por GLBSE. Esta plataforma bursátil viene a responder a una simple pregunta: ¿qué ocurriría si dejáramos en paz a los empresarios y a los inversores? A pesar de que aún se halla en estado embrionario, al observar el funcionamiento de GLBSE comprenderás cuáles son las necesidades que dieron lugar, cientos de años atrás, a la primera bolsa de valores – y por qué Von Mises dijo lo que dijo.
En GLBSE…
• Cualquiera puede cotizar en bolsa y obtener financiamiento, siempre y cuando ofrezca una buena oportunidad y sepa ganarse la confianza de los inversores.
• La interacción entre inversores y empresarios es directa; nadie impone intermediarios, ni permisos, ni decide cuál es el nivel de riesgo aceptable para los demás.
• Las comisiones por cada operación son ínfimas.
• No hay multas por el escandaloso acto de retirar el propio dinero.
• Las consecuencias son sufridas o gozadas por cada uno según las decisiones que ha tomado libremente.
Gracias a Bitcoin, ahora puedes elegir: jugar con las reglas que otros hacen y deshacen para su propio beneficio (a expensas de tu dinero), o bien jugar con las reglas de un mercado libre.
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