Los bancos centrales acelerarán el auge de Bitcoin

Fuente: medium.comPor Andrew Barisser (traducido al español por symposion)

rocketDe un tiempo a esta parte, decir que los bancos centrales están destruyendo la economía mundial se ha convertido en un cliché gastado. Todos sus estímulos y “quantitative easings” no son más que un descarado acto de darle a imprimir más billetes. No hay diferencias substanciales entre falsificar moneda para gastar uno mismo y lo que hacen los gobiernos, más allá de cierto envoltorio académico. Pensar que el dinero puede ser creado de la nada sin consecuencias es estúpido. Pensar que los burócratas pueden intervenir «contracíclicamente» en la economía mejor que los actores privados es algo que la propia historia se encarga de desmentir. Lo más absurdo de todo es la presunción de que un dólar gastado por el gobierno pueda contar como más de un dólar en valor económico. Este principio, si fuera cierto, legitimaría una economía controlada por el estado. Que algunos auto-proclamados capitalistas puedan apoyar semejantes intervenciones del gobierno es profundamente contradictorio.

La exuberancia de los gobiernos gastando más allá de lo que tienen es la raíz causal del malestar económico. La ausencia de límites físicos inherentes al propio dinero hace posible desafiar la gravedad. En un tiempo pasado, la escasez intrínseca del oro limitaba las distorsiones de los bancos centrales, pero ahora no existen dichos límites.

Resulta extraño que nosotros midamos el valor con una regla que se cambia a sí misma a lo largo del tiempo. Este hecho es algo que mucha gente no percibe. Tenemos una fijación, tal vez por sesgos psicológicos, con el valor nominal de los dólares ganados. Nos resulta bastante difícil dar cuenta del valor de las cosas con esos cambios en la unidad de medida. Pero desvincular el valor de las cosas de dichos cambios es, aunque abstracto y complejo, totalmente esencial. La dificultad de realizar esta tarea, de percibir las fluctuaciones de la regla con la que medimos, es lo que ha permitido que el sutil ladrón de la inflación pudiera hacerse con su hueco.

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Dicho de forma sencilla, esta vez lo bancos centrales han ido demasiado lejos. La ejecución de políticas basadas en las teorías keynesianas, que atribuyen superpoderes a los burócratas a la hora de manejar la economía, ha dado lugar a un total descontrol en la creación de dinero. La creación de dinero se considera la solución a cualquier problema, y por lo tanto insistirán en ello. Las consecuencias económicas se sentirán, como tarde o temprano se siente la gravedad. La oferta de dinero no puede ser quintuplicada sin consecuencias. Las tasas de interés no pueden permanecer negativas en un clima de políticas monetarias laxas (ni en ningún clima en realidad). Un amargo ajuste de cuentas es lo que se cosechará. No es un presentimiento: está matemáticamente destinado a ocurrir.

Según la situación empeore, la insensatez de las actuales políticas se volverá más evidente. La impresión de más dinero se acelerará. Como un mal comediante con un sólo chiste que vuelve sobre el mismo remate, los bancos centrales saben poco sobre qué hacer más allá de incrementar la oferta monetaria. Una crisis de confianza estallará. Las fisuras empezarán a notarse, y el pánico se expandirá de forma viral. La monetización sin fin de las deudas minará los últimos vestigios de confianza en el dinero fiat. Reinará la volatilidad. Enormes, interconectadas y sobrevaloradas deudas se volverán un problema. Y cuando las deudas se vuelven amargas ocurren cosas malas.

Es un patrón histórico que el hiperendeudamiento estatal no acaba bien. Cuando el dolor llegue, una vez más la gente buscará alternativas al dinero fiat. En una crisis de moneda, el dinero en sí mismo está bajo amenaza. El precio del oro, la más tradicional de las protecciones frente a la pérdida de poder adquisitivo, aumentará de forma dramática. Al ser un bien que no puede ser creado arbitrariamente por los gobiernos, el oro es resistente a la inflación .

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En medio de semejante tumulto es cuando Bitcoin realmente brillará. Bitcoin tiene la misma capacidad de proteger contra la inflación que el oro. Está más allá de las garras de los gobiernos; la estabilidad de su oferta pone en evidencia la mentira del eternamente inflado dinero fiat. Según los inversores busquen puertos seguros contra la impresión de dinero, el oro será inundado totalmente por la demanda. Pero los inversores encontrarán también a Bitcoin. Como el Bitcoin parte con una capitalización de mercado mucho menor que la del oro, el incremento en su precio será aún más dramático.

El Bitcoin puede estar en realidad mejor preparado que el oro para un entorno confiscatorio como podemos esperar en una crisis grave de moneda. Los controles sobre el capital son la norma en esos tiempos en que los gobiernos están totalmente desesperados. Estos controles pueden parecer lejanos, pero cabe recordar que los ciudadanos de USA no tenían permitido legalmente poseer oro hasta hace bien poco. Ya se han visto en Europa confiscaciones directas de ahorros. Es algo totalmente plausible que podamos presenciar imposiciones draconianas sobre los ahorros y posesiones individuales.

En un entorno semejante, Bitcoin será una inversión particulamente útil. Si las autoridades deciden meterle la tijera a las cuentas bancarias un 1-2%, tus bitcoin estarán más allá de sus zarpas. El gobierno odia el dinero en efectivo por esa razón; no se le puede obligar a sufrir tasas negativas de interés (que es lo que está ocurriendo ahora mismo en Europa). Pero los gobiernos odiarán a Bitcoin aún más, porque no sólo no puede ser confiscado sino que no puede ser inflado a su antojo. Bitcoin iluminará las fechorías de los gobiernos y protegerá los ahorros de la gente. Por esta razón los inversores volarán hasta él en una crisis.

Si los bancos centrales fueran más responsables, si la oferta monetaria en dólares, euros o yenes fuera más o menos predecible, no sería tan optimista en cuanto a Bitcoin. Podría ser una novedad tecnológica sin más: interesante pero no urgente. Pero lo cierto es que vivimos en islas que se hunden en dinero inflado y malas deudas. Las islas que no se están hundiendo, como el Bitcoin que es estructuralmente incapaz de sufrir dichos problemas, se convertirán en puertos seguros.

El fracaso del dinero fiat será algo totalmente autoimpuesto. Será el fruto de la pura arrogancia. Pero impulsará salvajemente la adopción de Bitcoin. La aplicación estrella de Bitcoin no es un buen sistema de propinas o una nueva función multifirma. Su aplicación estrella es simplemente la estabilidad de la oferta monetaria. Eso no suena muy sexy. Pero hoy día, en un mundo en el que la moneda fiat ha fallado tan estrepitosamente en su función más básica, eso es decir mucho.

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