Las restricciones al uso del dinero en efectivo suelen presentarse como nobles iniciativas, tendientes a combatir el crimen y fomentar el progreso – algo que el activista por las libertades civiles Rick Falkvinge no cree ni por un segundo.
Fuente: Private Internet Access
Muchos políticos están sugiriendo que el dinero en efectivo debe ser sustituido gradualmente por las tarjetas de crédito y débito atadas a cuentas bancarias, lo que permitiría revertir y rastrear cada transacción, y convertiría en potencialmente confiscable a todo el dinero existente. Este escenario es un desastre para la privacidad, pero tambien lo es para nuestra capacidad de resiliencia.
No solo quienes requieren privacidad necesitan el dinero en efectivo o sus equivalentes. También lo necesitan quienes no están en condiciones de lidiar con miles de obstáculos burocráticos para obtener el «privilegio» de comerciar. Estos impedimentos establecen una clara división entre una clase de comerciantes (capaces de recibir dinero) y una clase de consumidores (capaces de pagar y… cerrar la boca). El dinero en efectivo, por el contrario, siempre ha sido peer-to-peer.
Pero la lucha contra el dinero peer-to-peer tiene consecuencias más preocupantes. Desde el punto de vista de la seguridad nacional, representa un riesgo que la mayoría de los políticos no parecen comprender. Ya hemos visto lo que EE.UU. puede hacerle a una organización cuando la señala con su dedo de la muerte (forzando a Visa, MasterCard y PayPal a bloquear sus cuentas). El ejemplo de WikiLeaks es uno entre muchos.
Ahora, permíteme hacerte dos preguntas:
– Si fueras un empresario, ¿estarías a gusto con el hecho de que un tercero tuviera la llave maestra para vigilar y controlar todas tus operaciones, y que pudiera cerrar tu cuenta cuando le plazca, ni bien te perciba como una molestia? Esto es algo que sucede a diario, y las víctimas no tienen a quién recurrir para recuperar su dinero y su libertad de comerciar.
– Si fueras un político fuera de los Estados Unidos, ¿estarías a gusto con el hecho de que una potencia extranjera (el gobierno de los EE.UU., a través de Visa y MasterCard) pudiera eliminar la posibilidad de pagar en cualquier punto de venta (en otras palabras, que pudiera acabar con la economía) de tu país en un instante, como si hubiera accionado un gigantesco interruptor? No deberías. EE.UU. puede paralizar fácilmente un país entero sin disparar un solo tiro, si los políticos de ese país han sido lo suficientemente estúpidos como para eliminar el dinero en efectivo.
En resumen, las medidas que apuntan a eliminar el dinero en efectivo son un peligro para la sociedad. Al insistir en imponerlas, los políticos están impulsando de manera involuntaria el uso de Bitcoin. Cuando quieran revertir la tendencia, será demasiado tarde.