“El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera.
Pero sufrir por propias culpas, ésa es la pesadilla de la vida.”
Oscar Wilde
Por Symposion
Hola, hijos e hijas.
Me tiembla el pulso al tener que sentarme ahora a escribir esta carta, pero creo que ha llegado el momento de que sepáis la verdad, que durante tantos años os ha sido ocultada. Nada me guía ya, sino el honesto propósito de sincerarme con vosotros, ahora que enfrentamos momentos difíciles. Estamos todos juntos en esta barca de la vida, cada uno en su papel –es cierto– pero todos unidos, porque es así como hemos de afrontar el destino: juntos en nuestra familia.
Como ya sabréis a estas alturas, vuestra madre y yo hemos peleado. Duramente, sí.
Ya sé que me preguntaréis si “mamá” no es de la familia acaso, pero es que no todo es fácil en la vida de los adultos y vosotros aún no estáis preparados para comprender de qué forma os queremos los padres: a veces con acierto y a veces con error. Y por triste que parezca, hay veces que nuestros seres queridos no nos comprenden y llega el momento de seguir adelante, permitiéndoles que se vayan, si es lo que quieren.
A estas alturas habréis recibido ya la carta del juez, citándoos el próximo domingo que viene a fin de que expreséis –legalmente– vuestra preferencia: ¿queréis a mamá o queréis a papá? Como podéis ver, hemos simplificado la pregunta al máximo, para que no tengáis que entrar en los procelosos detalles que nos han traído hasta aquí. No hay necesidad de hacer daño; tan sólo os pedimos que cuando corresponda nos deis vuestro parecer a la consulta legal que os hacemos.
Nuestra situación es difícil. Mamá quiere irse y no ayudarnos más. No quiere que tengamos casa, ni ropa, ni comida. Ella quiere que pasemos frío y que no tengamos derecho a una sanidad digna. Mamá quiere dejarnos. Pero nosotros no somos egoístas y entenderemos que lo haga.
A partir del martes, no nos va a prestar el dinero que necesitamos.
Nos seguirá dando algo de ayuda, a modo de limosna para poder decirlo en la peluquería, pero no nos dará lo que ella sabe que de verdad necesitamos.
Ha decidido que nuestros problemas son sólo nuestros y que no merecemos su ayuda.
Aunque suene egoísta es mamá, sí.
Pero ahora tenemos que preocuparnos de nosotros, porque sólo con nosotros contamos.
Ya sé que me podéis echar en cara que, durante algunos meses, nos hemos tirado los trastos por todos los medios imaginables –prensa escrita, radio, televisión y reuniones legales de trabajo incluidas– hasta acabar en Twitter aireando nuestras diferencias. Lo hacíamos por vosotros. Yo estaba luchando por vuestro futuro, por defender lo que es vuestro. Tal vez no seáis maduros para entenderlo, pero hoy día nos vemos obligados a hacer las cosas así: son los nuevos tiempos y no es nuestra culpa. Seguro que lo entendéis.
Aunque mamá es rica y nosotros somos pobres, no tenemos por qué sentirnos mal, ya que eso es algo que no hemos elegido con nuestras acciones sino que ocurre fuera de nuestro control. Nosotros luchamos para equilibrar esa desigualdad natural que hace casi imposible la paz entre humanos: repartiendo la riqueza según lo que es justo. Vosotros simplemente recordad, pase lo que pase, que nosotros somos los que lo estamos haciendo bien. Nosotros tenemos una ideología que se basa en el amor al ser humano y no en el amor al dinero.
También os llegarán noticias de que alguien ha cogido vuestras huchas –las de vuestros ahorros– para robaros el dinero. Es totalmente falso. Vuestras huchas están aseguradas por mí. Os lo aseguro.
Simplemente no podemos dejaros que cojáis el dinero que habéis metido, porque lo necesitamos para que mamá no nos haga daño. Ella quiere que tengáis que gastarlo para que os sintáis mal con vuestro padre, pero es por esa razón que tenemos las huchas para evitar que nadie os robe de ninguna forma. Mamá ya sólo piensa en el dinero y no en las personas, es triste pero es así.
Vosotros que sois aún puros de corazón, sabéis que vuestro padre no ha hecho otra cosa que defender vuestros intereses. Porque lo que le pase a mis hijos, me pasa a mí. Sé que no dudáis de mi y que nunca lo habéis hecho. Que entendéis que mintiera a mamá durante años porque tenía que protegerme de ella, que quería decirnos cómo vivir nuestras vidas. Yo pensaba que, con el tiempo, podría hacer entrar a vuestra madre en razón –a pesar de que es una mala zorra que merece que la maten– porque siempre la he querido y la querré más que a mi propia vida.
Pero ahora tengo que dar un paso adelante y contaros las cosas como son, antes de que vuestra madre os haga daño. A veces creo que lo que busca es vuestra muerte, pero no se lo tengáis en cuenta, porque en el fondo de su delirio, seguro que mamá os quiere –aunque os pegaba con la zapatilla en el culo si mentíais, y yo de otras formas, pero lo hacíamos por vuestro bien– y que se acordará de nosotros cuando muera, quiero decir el día que muera que espero que Dios la tenga en su gloria para toda la eternidad.
Sabed que, aunque podáis dudar, sólo tenéis que recordar que yo soy vuestro padre, el que de verdad os quiere y guarda vuestro ahorros asegurándolos, para daros cuenta de que estamos luchando con todas nuestras fuerzas para salvar vuestra vida. Recordadlo al pasar hambre, frío o penurias: vuestro padre preferiría morir quitándose de comer para dároslo a vosotros, hijos míos. Bien sabéis que no miento.
Os dejo con el sonido de mis palabras, el brillo de mis ojos y mi sonrisa “profident”, para que en paz ya podáis decidir vuestro futuro este mismo domingo: no tengáis prisas.
En verdad, en verdad os digo que se me ha acabado el vino y no tengo a mano a Jesucristo.
Sabéis que siempre he creído en nuestro señor: nunca abandones al padre. No peques contra el padre. Honra a tu padre y vigila a la puta de tu madre.
Recordad como dijo nuestro eterno padre, Aristóteles, que la virtud resplandece en la desgracia.
Os quiero, hijos e hijas mías.
Decidid sin presiones.
Nos vemos el domingo.
Alexis.