Después de 16 meses de batallar contra la lógica y el sentido común, y a pesar de los 120 millones de dólares invertidos en la empresa por capitalistas de riesgo (aunque en este caso sería más preciso hablar de capitalistas suicidas), Juicero finalmente ha cerrado sus puertas.
Si no sabes lo que es Juicero, permíteme introducirte a una de las ideas más absurdas en la historia de los productos invendibles. Por la módica suma de USD 400 (el precio inicial era de USD 700), hasta la semana pasada podía adquirirse el producto estrella de la compañía homónima: una compleja máquina eléctrica extractora de jugo, conectada a internet y activada mediante smartphone, que requería para funcionar unos cartuchos de concentrado de frutas vendidos por la misma empresa.
¿Crees que estoy bromeando? Aquí tienes un video que presenta el producto:
No es una escena de Monty Python; es el auténtico “Juicero” en acción. Poco después de su lanzamiento, alguien demostró que el jugo podía extraerse simplemente exprimiendo con las manos el contenido de los cartuchos, y desde entonces la compañía se convirtió en símbolo de una industria de capital riesgo proclive al despilfarro y aislada de la realidad.
¿Por qué todo esto me parece relevante? Porque de las peores ideas a menudo hay mucho que aprender –tanto o más que de las mejores–.
Juicero pone de manifiesto los serios problemas de una industria inmersa en un entorno regulatorio que fuerza la concentración de capital cada vez en menos manos –y el poder de decisión cada vez en menos cabezas–. Aunque el de Juicero está lejos de ser el único, quizás sea uno de los mejores ejemplos de todo lo que un capitalista de riesgo puede hacer mal.
Sin el apoyo de inversores protegidos de la competencia por los agobiantes laberintos de la burocracia, Juicero no habría durado ni 10 minutos en el mercado –en rigor, el prototipo de la máquina nunca habría salido de la mente de su creador–, pero gracias a ellos hemos tenido la oportunidad de asistir al desarrollo de un proceso a fin de cuentas muy instructivo.
Juicero nos ha enseñado qué ocurre cuando un emprendedor enamorado de su producto le da la espalda al mercado, por más dinero que haya logrado recaudar en sucesivas rondas de financiamiento. También nos ha enseñado que si bien la estupidez de los capitalistas de riesgo puede ser infinita, la cantidad de dinero que ellos pueden despilfarrar no lo es.
Animados por la confianza de los inversores, los cerebros detrás de Juicero olvidaron que ya existían alternativas prácticas y económicas a su costosísimo engendro, y por lo tanto que iban a enfrentar una dura competencia en el mercado. Olvidaron que la verdadera prueba de fuego para un emprendedor no es lograr convencer a los capitalistas de riesgo, sino lograr convencer a los consumidores –generalmente interesados en algo más que una colorida presentación de PowerPoint– de las bondades de cierto producto.
La historia de Juicero resuelve el misterio que ha desconcertado a tantos bitcoiners durante los últimos años. Es fácil entender por qué AXA, el principal inversor destrás de Blockstream, sería capaz de cualquier cosa con tal de matar a Bitcoin, pero no es tan fácil comprender por qué otras entidades –no necesariamente interesadas en la destrucción de Bitcoin– han invertido en Blockstream. Al menos hasta que descubres que dentro del marco regulatorio vigente abundan los capitalistas de riesgo dispuestos a arrojar dinero como si fuera confeti sobre cualquier fantoche munido de un puntero láser.
A diferencia de Blockstream, Juicero no ha intentado forzar a la gente a usar su producto, lo que ubica a esta compañía en otro nivel de la escala moral. Sería injusto –me apuro a señalarlo– comparar el fracaso de una invasión con el fracaso de un emprendimiento que pretendía ganarse la voluntad de los consumidores. Dicho esto, el modelo de negocio de las dos compañías es a todas luces igualmente insensato.
Veamos una lista, confeccionada por Mengerian, de las similitudes entre Juicero y Blockstream:
Juicero – En lugar de comprar jugo directamente, es necesario comprar una bolsa de pulpa más cara para luego hacer jugo mediante un complejo proceso que consta de múltiples etapas.
SegWit / Lightning Network – En lugar de realizar transacciones con Bitcoin directamente, es necesario configurar un canal de Lightning Network para luego efectuar transacciones mediante un complejo proceso que consta de múltiples etapas.
Juicero – El modelo de negocio requiere que los consumidores compren las bolsas de pulpa y la máquina de prensado a un costo artificialmente elevado.
SegWit / LN – El modelo de negocio requiere que los usuarios paguen tarifas artificialmente elevadas (a causa del límite al tamaño de los bloques fijado por Blockstream / Core) para realizar transacciones.
Juicero – Debe estar conectado a internet para funcionar.
SegWit / LN – Es necesario estar conectado a la red para asegurarse de que los fondos no sean robados del canal Lightning.
Juicero – Innecesariamente complejo, más caro y menos útil que los métodos preexistentes.
SegWit / LN – Innecesariamente complejo, más caro y menos útil que los métodos preexistentes.
Al igual que Juicero, Blockstream tarde o temprano cerrará sus puertas… y nos dejará una serie de jugosas lecciones.