Bitcoin es el mejor amo

Por moraluniversal.com

Recuerdo cuando abrí mi primera cuenta en un banco. Sentí una especie de gran privilegio, como siente todo niño que hace cosas “de mayores” por primera vez, mezclado con una sensación incómoda de desconfianza y abandono a un mundo controlado desde “arriba”. Mientras mis padres, funcionarios, se endeudaban con relativa tranquilidad – cosa que yo no sabía – yo guardaba celosamente el poco dinero que tenía – que creía era mucho – y toda decisión acerca de él llevaba una carga emocional y confusión inmensas. Una visita al banco era un firmar papeles a ciegas como el que apuesta todo en el casino. Hasta prácticamente el otro día, hacer una transferencia bancaria por internet me tenía a veces comprobando compulsivamente los números hasta que perdía la confianza en mis propios ojos… Como la mayor parte de la gente, era un esclavo del dinero, y estaba destinado a ser pobre – cosa que es independiente de la cantidad de riqueza1. Es lo que pasa cuando el dinero va mezclado con la sangre.

Cuestiona la autoridad, pero no a tu madre
Cuestiona la autoridad, pero no a tu madre

Que el dinero vaya mezclado con la sangre quiere decir, primeramente, que tu relación con él es un reflejo de tu relación con tus padres y la manera en que, muy probablemente, no respetaron tu propiedad de ti mismo en un momento en que este respeto era de importancia vital. Tu idea, visceral y relativamente inconsciente, de lo que significa poseer el mayor instrumento de poder que existe en una economía capitalista está íntimamente ligada a eso, como es natural.

Ponte en tu piel de niña o niño. Si tu padre te amarra, encierra o azota, por ejemplo, está descaradamente violando la propiedad de tu cuerpo. Si no se disculpa y repara el daño genuinamente, lo que te está diciendo es: “tengo poder infinito sobre ti y, por tanto, la propiedad que tienes de ti mismo es una concesión que te hago”. Esto es lo que hace a un conservador clásico, o a un fascista.

Si tu madre te hace sentir culpable llorando o con afectaciones varias, está descaradamente violando la propiedad de su cuerpo, al darte control (darle control a un niño confinado, sometido y dependiente) sobre su estado emocional y conducta. Si no se disculpa y repara el daño genuinamente, lo que te está diciendo es: “tienes poder infinito sobre mí y, por tanto, la propiedad de uno mismo no puede ser algo justo o válido”. Esto es lo que hace a un socialista, o a un comunista.

nacionalismo

Hay muchos tipos de familia, pero casi todas tienen una cosa en común: el poder viene de “arriba” – y este es contradictorio, irracional e injusto, cosa que debemos borrar de nuestra consciencia para poder sobrevivir. El mensaje que recibe el niño incesantemente, y durante los años en que se desarrolla su entendimiento básico del mundo, es claro, explícito y visceral.

En la actualidad, los países desarrollados muestran una estructura política híbrida entre una visión del valor económico y la otra, lo que tal vez sea un indicador del progreso moral de la especie. Sin embargo, el hecho de que cada país o “casa” política siga teniendo su respectivo monopolio estatal y monetario centralizado es la expresión de esta contradicción tan descarada, pero tan profundamente arraigada, por la que el anclaje de los derechos de propiedad tiene que estar en un agente que viola los derechos de propiedad por definición: “gobierno” o “padre”.

Como es de esperar, un sistema basado en una incongruencia fundamental da lugar a múltiples incongruencias: la economía trata del problema de someter los deseos humanos a la realidad – la realidad de unos recursos escasos – pero en este sistema la “economía” significa someter la realidad a los deseos humanos. Y así es que el dinero puede ser “deuda”, desembarazarse de la propiedad a la que dice representar… y nadie dice nada.

Nadie dice nada de la misma manera que nadie dice nada cuando los padres abusan de sus hijos y se desembarazan de la persona a quien aseguran proteger.

Poco importa el dinero a la luz de semejante trasfondo moral, y la historia lo atestigua, pero sí que importa mientras sea depositario de dichas emociones. Bitcoin no es ninguna excepción a esto, claro, pero traerá consigo una diferencia fundamental: Bitcoin es coherente y tiene limitaciones objetivas, como la realidad. Es por eso fundamentalmente que Bitcoin es el mejor dinero – y también el mejor amo.

amo

Tu relación con el mejor dinero está condicionada por el hecho ineludible de que, desde tu perspectiva altruista o socialista, no puedes pararlo; y desde tu perspectiva independentista o conservadora, no puedes manipularlo. Desde cualquiera de esas dos caras de la esclavitud monetaria, con Bitcoin serás más esclavo que nunca: tus deseos de “igualdad” se verán frustrados por una avaricia inexorable, y tus deseos de “libertad” se verán frustrados por la resultante y necesaria rendición de cuentas.

Siempre que no aparezcan personas capaces de reconocer la injusticia de la posesión de los hijos, nuestra relación con el dinero seguirá teniendo estos tintes. Afortunadamente para nosotros, el proceso se verá acelerado por el fenómeno Bitcoin, que nos recordará todos los días el tamaño de nuestras hipocresías morales.

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El famoso libro de Robert Kiyosaki ‘Padre rico; padre pobre’ ilustra perfectamente el hecho de que ser “rico” es cuestión de actitud hacia el dinero.