¿Has visto el programa de televisión británico «Al rescate de la casa de campo»? Este programa encierra una profunda reflexión acerca de cómo debería funcionar nuestro sistema financiero. Ruth Watson viaja por la campiña inglesa y visita antiguas casas en ruinas cuyos propietarios han heredado grandes fortunas que se han agotado. Estos ex-ricos se ven obligados a tomar medidas económicas drásticas, tales como alquilar habitaciones, organizar bodas, asesorar a cazadores, y otras formas de obtener ingresos para poder renovar sus casas en ruinas. No todos tienen éxito.
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Lo que este programa muestra es exactamente el tipo de desafío que debería enfrentar cualquier persona en tales circunstancias. No hay nada malo en heredar una enorme fortuna y vivir de ella, pero con el tiempo te quedarás sin dinero si no haces algo más que gastarlo. Tarde o temprano, la música se detendrá. Por desgracia, no es así como funciona hoy en día el sistema financiero mundial: los bancos y los gobiernos están exentos de esta regla, ya que pueden crear poder adquisitivo mediante la emisión de crédito y la impresión de dinero.
Si el oro (o el bitcoin, su reemplazo en la era de internet) fuera la moneda de referencia a nivel mundial, los bancos y los gobiernos también tendrían que someterse a las mismas reglas de «Al rescate de la casa de campo». Es decir, si no inviertes adecuadamente tu dinero, acabarás sin dinero. Para los gobiernos, esto significa: asegurarse de que los gastos no superen a los ingresos, ya sea mediante la restricción del gasto, o bien el aumento de los impuestos.
Y eso obliga a los políticos a rendir cuentas. Incluso si tu país no es una democracia, nadie puede escapar de la realidad económica.
No debemos envidiar a las personas con grandes fortunas; quizá ellos estén haciendo (o sus padres o abuelos hayan hecho) algo productivo para la sociedad, lo que significa que sus servicios son o han sido solicitados. Pero, cuando los ricos dejan de ser productivos deben sufrir las consecuencias de las decisiones que han tomado, como cualquier otra persona.
Hoy en día, los ultra-ricos poseen bancos que trabajan con los gobiernos, y así se aseguran la conservación o el incremento de su riqueza, independientemente de su productividad. Ésta es probablemente la razón por la que bancos y gobiernos le temen a Bitcoin. Pero no van a poder detenerlo, entre otras razones porque hay mucha gente rica que ya ha saltado al vagón de Bitcoin.
Así que si posees bitcoins (y si no, deberías), posees un boleto para un mundo mejor, donde la corrupción no será premiada económicamente. Al permitir que las personas comercien sin intermediarios, Bitcoin obliga a todos a jugar con las mismas reglas, no importa si eres un gobierno, un banco o un ciudadano de a pie.
Es por esto que promuevo el uso de Bitcoin: quiero que mis hijos crezcan en una sociedad donde la élite actual ya no pueda abusar de la población productiva para aumentar su riqueza. Quiero que los integrantes de la élite actual se vean obligados a aportar valor de alguna manera, o bien, si no lo hacen, a perder su riqueza para que otros hagan mejor uso de aquellos recursos que alguna vez estuvieron en sus manos.
Por Datavetaren.se – Leer texto original, en inglés