Fuente: Bitcoin Magazine
Por Tuur Demeester – Traducido al español por Symposion
Una tecnología recibe el nombre de disruptiva si crea un nuevo mercado que primero perturba y posteriormente desplaza una tecnología anterior. Bitcoin es potencialmente ese tipo de tecnología y mucho más. El hecho de que Bitcoin puede ser disruptivo en el mercado más grande e interconectado del mundo –el dinero, la banca y las finanzas– lo hace quizás la más prometedora oportunidad de inversión de nuestra era.
Al contrario que nuestro crecientemente inestable e impredecible sistema financiero, Bitcoin tiene las tecnologías del siglo XXI en su propio núcleo. La moneda digital y la red que la soporta son código abierto, móviles, peer-to-peer, criptográficamente protegidas, orientadas a la privacidad y nacidas en Internet. La fusión de estas tecnologías permite un nivel de seguridad y eficiencia sin precedentes en el mundo financiero. Éstas son algunas de las áreas en las que los servicios basados en Bitcoin pueden competir de forma directa:
[Nota del traductor: la cifras a continuación están expresadas en el sistema europeo de cuenta, donde 1 billón es 1 millón de millones, y no 1000 millones como en el sistema americano]
• Mercado de pagos electrónicos: 2 billones de dólares anuales.
• Comercio digital: 1 billón de dólares anuales.
• Mercado de remesas: 514.000 millones de dólares anuales.
• Mercado de fondos de cobertura: 2’3 billones de dólares anuales.
• Mercado del oro: 7 billones de dólares anuales.
• Mercado en «metálico» (cash): 4’5 billones de dólares anuales.
• Mercado de depósitos en paraísos fiscales: 16’7 billones de dólares.
Su potencial no está pasando desapercibido. Tras haber sido elogiado por gurús de la tecnología como Bill Gates (“un tour de force tecnológico”) y Paul Buchheit, el fundador de Gmail (“Bitcoin puede ser el TCP/IP del dinero”) el dinero empezó a asomar. Vimos inversiones en Bitcoin de grupos punteros en capital de riesgo como Marc Andreessen, Reid Hoffman y Fred Wilson; también de billonarios como Richard Branson (Virgin) y Li Ka-shing (el hombre más rico de Asia); de ejecutivos icónicos como Vikram Pandit (Citigroup), Max Levchin (PayPal), Tom Glocer (Reuters), Bill Miller (Legg Manson Capital); y desde hace poco también de grandes compañías como Google, New York Stock Exchange, USAA (banco y asegurador norteamericano), BBVA (el 2º banco más grande de España) y NTT Docomo (un operador de telefonía de Japón de 75.000 millones de USD).
El valor principal de esta red gigantesca reside en el hecho de que, en palabras del arquitecto ejecutivo de IBM, Richard Brown, “Bitcoin es un libro contable muy sofisticado y globalmente distribuido”. Lo que Brown y otros intuyen es que Bitcoin en el futuro sera capaz no sólo de servir como moneda descentralizada y plataforma de pagos, sino también de ser lo que respalde un “Internet de la propiedad”.
Esto implica una plataforma descentralizada y global, accesible con un smartphone, en la que compañías e individuos pueden emitir, comprar y vender acciones, bonos, materias primas y una miríada de otros productos financieros. El efecto será el de eliminar la mayor parte de la burocracia y barreras de entrada, presentando una gran oportunidad para los 2500 millones de personas sin acceso a la banca en el planeta.
Esto trae a colación la siguiente pregunta: ¿por qué Bitcoin y no cualquier otra criptomoneda? La respuesta se puede encontrar en el “efecto network” o efecto red: de todas las criptomonedas, Bitcoin es la que tiene la tasa de adopción más alta y la seguridad más fuerte. El poder de cómputo combinado de la industria de minado Bitcoin sirve de firewall protector alrededor de la red de pagos, con un costo de sustitución de cerca de mil millones de dólares –y está creciendo rápidamente–. Dicho de forma breve: ninguna otra criptomoneda es tan segura como Bitcoin. Esta característica en sí misma atrae más capital, lo que redunda en una red más segura y con mejor funcionamiento.
Por esta robustez, la red Bitcoin es ahora el protocolo de referencia para el nuevo paradigma en las finanzas. Y tal y como el TCP/IP se convirtió en el canon principal del Internet de la información, la red Bitcoin posiblemente se convierta en el valor de referencia para el Internet del dinero y las finanzas. La velocidad puede ser aportada por transacciones fuera de la cadena de bloques o transacciones en cadenas laterales, pero para las transferencias de alto valor del mañana, Bitcoin podría ser perfectamente la moneda de referencia a la hora de aportar seguridad.
Así que, ¿cuánto de todo este potencial ha sido ya alcanzado?
Bueno, desde el nacimiento del Bitcoin en 2009 hasta enero del 2011, su capitalización de mercado llegó a 1’5 millones de dólares. Desde ahí se disparó a 145 millones de dólares en enero del 2013, para alcanzar los 4000 millones de dólares al entrar en 2015.
A pesar del descenso continuado del precio en los 12 meses siguientes al rally de 2013, la adopción año tras año tiene una tendencia marcadamente alcista: al principio de 2015 había 7’9 millones de carteras Bitcoin (+148%), el volumen de trading en los exchanges es de 23.000 millones de dólares (+57%), Bitcoin es aceptado por 82.000 comerciantes (+128%), hay 320 cajeros Bitcoin (desde sólo 4) y la tasa de hasheo de la red es de 335 petahashes por segundo (+8500%).
Tentadas por su gran potencial, las inversiones en el ecosistema Bitcoin están despegando rápidamente. En 2013, se hicieron poco más de 40 tratos con fondos de capital riesgo que recaudaron un total de 96 millones de dólares. Ese número casi se cuadruplicó a lo largo de 2014, con 335 millones de dólares en inversiones. Basándose en esos números, compañías de inversiones de alto riesgo como Marc Andreesen comparaban el sistema Bitcoin del 2014 con el estado de Internet en 1993.
Por si fuera poco, el precio del Bitcoin ha estado creciendo con una tasa exponencial. Esto puede ser explicado por el hecho de que es un bien escaso (nunca habrá más de 21 millones) con un rápido crecimiento en su base de usuarios. Aquí están algunos de los posibles escenarios para el valor futuro de 1 Bitcoin:
• Un 1% de los fondos de alto riesgo pasan a Bitcoin: US$ 1230 por 1 bitcoin.
• Los argentinos venden USD para comprar Bitcoin: US$ 2480 por 1 bitcoin.
• Los poseedores de oro diversifican un 1% en Bitcoin: US$ 3500 por 1 bitcoin.
• Bitcoin sustituye al mercado de remesas: US$ 6860 por 1 bitcoin.
• Bitcoin como la moneda global para comercio electrónico: US$ 11.500 por 1 bitcoin.
• El 25% de las transferencias del mercado negro ocurren en Bitcoin: US$ 44.000 por 1 bitcoin.
• Bitcoin sustituye a las monedas reserva: US$ 500.000 por 1 bitcoin.
• Bitcoin sustituye a los paraísos fiscales: US$ 800.000 por 1 bitcoin.
Los escenario mencionados no son, como es lógico, algo inmutable. Bitcoin enfrenta varios riesgos de aquí en adelante. Estos incluyen:
• La aparición de una moneda digital mucho mejor que le robe su posición líder en el mercado.
• Un fallo no detectado en el sistema Bitcoin.
• Un ataque sostenido en el tiempo por una organización con importantes recursos computacionales.
• Una restricción coordinada sobre Bitcoin gestionada por una institución multinacional como el G20.
¿Cuán serio es el riesgo que esos ataques representan? Examinémoslos.
Una moneda mejor es posible, pero la experiencia nos dice que los protocolos disruptivos –como SMTP para el email o TCP/IP para Internet– han demostrado ser muy resilientes una vez que son adoptados por una masa crítica de la población.
Un ataque organizado sobre la red es posible, pero es muy caro y existen muchos mecanismos de defensa posibles ante esa situación.
Como con cualquier aplicación de software, el descubrimiento de bugs y errores pueden desestabilizar el sistema, pero la naturaleza de código abierto de Bitcoin permite que sean muchos los ojos que ayudan a rastrear los problemas y muchos cerebros para ayudar a encontrar una solución.
Eso nos deja con una restricción por parte de los gobiernos como el riesgo más probable que enfrenta Bitcoin. De cualquier forma, con muchos reguladores aceptando ya Bitcoin –de forma explícita o implícita– y con la robusta naturaleza descentralizada de su red, semejante movimiento tendría poco impacto estructural a largo plazo y es por ello improbable.
Por su potente “efecto red”, probablemente no haya más que dos resultados posibles en el futuro de Bitcoin: o experimentará un dramático desplome al ser ampliamente superado por una tecnología muy superior, o el valor del Bitcoin experimentará un brutal auge en los años venideros según un porcentaje mayor de la población global adopte la moneda.
En todo caso, para mí es algo absolutamente claro que la tecnología de las criptomonedas está aquí y está para quedarse. Bitcoin no parece ser una moda ni una burbuja, ni una simple alternativa al oro. Con una propuesta tan atractiva en su relación entre riesgo y recompensa, poseer un pequeño porcentaje de bitcoins en la cartera personal, a modo de especulación, puede ser una de las más sabias decisiones sobre inversiones en nuestra era.