Bitcoin y el desafío de la innovación

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Por Ignacio Ozcariz


En el mundo acelerado en el que nos toca vivir, parece necesario reflexionar sobre cómo han sobrevenido los cambios que están moldeando diariamente  el paisaje tecnológico.



Una de las falacias que a menudo se dan por ciertas en el mundo de la innovación, es que ésta viene como los niños de antes, de París, mediante un acto de inspiración del innovador, y que luego es rápida y masivamente aceptada. Quizás el máximo innovador de todos los tiempos, Edison, el hombre que ha ayudado a definir el entorno tecnológico en el que nos movemos, acostumbraba decir que la invención era un minuto de inspiración y 999 de exudación. Igualmente y ante la pregunta de un periodista sobre cómo había llegado a la invención de la bombilla eléctrica, le contestó que mas que inventar la bombilla, lo que había averiguado eran mil maneras de cómo no había que hacer una lámpara eléctrica.

Una de las innovaciones que en los últimos meses ha estado permeabilizando las noticias ha sido una nueva moneda, el Bitcoin.

Si bien la nueva moneda llega con un aura de complejidad informática notable, algoritmos criptográficos de curvas elípticas que se fundamentan en una red “Peer to Peer”, carteras con claves ininteligibles, etc., complejidades semejantes tienen las tarjetas de crédito ordinarias y su uso es universal. Bien es cierto que, para la utilización de estas últimas, al cliente no se le empieza explicando los algoritmos en los que se basa el funcionamiento de la red para poder procesar un pago mediante su tarjeta, sino simplemente que su tarjeta va a ser aceptada y que puede pagar con ella para realizar cualquier compra de bienes o servicios.

Por tanto, una de las claves para que una innovación sea de uso universal es que desaparezcan, a los ojos de los usuarios, los detalles técnicos en los que se fundamenta dicha innovación.

Bitcoin, como innovación, todavía está en la fase en la que para inducir su uso se utilizan prolijas explicaciones técnicas, que por supuesto quedan fuera del alcance del potencial usuario común.

Como por otra parte no se puede obviar que el Bitcoin es a fin de cuentas una moneda, a pesar de su virtualidad, la confianza que el usuario debe tener en la misma para su potencial uso es la clave para su expansión.

Y es en este punto donde se presentan las fases que los seres humanos solemos experimentar ante todo producto innovador:

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1. Confusión. No entendemos muy bien. Damos de alta la nueva cuenta en bitcoins después de ver a nuestros amigos hacer lo mismo. Hacemos una primera prueba, y nos quejamos rápidamente de que las cosas eran más fáciles a la antigua usanza con la tarjeta o con las monedas en Euros. En ese momento, los gurús nos dan confianza de que Bitcoin es lo mejor del mundo. Pero eso no ayuda. Decidimos esperar para usarlo.

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2. Repudio. Hay muchas personas que no entienden a Bitcoin, y ahora la vida social es un poco como una competición para demostrar que no estamos «enamorados de los bitcoins.» En este punto, podemos obtener más capital social diciendo que no nos gustan los bitcoins, que aceptándolos. Se oyen algunas frases como: «Bitcoins… ¿qué podría hacer con ellos?».

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3. Vergüenza. En esta fase estamos tan convencidos de que tenemos razón y que Bitcoin no es útil, que estamos dispuestos a burlarnos de los crédulos entre nosotros. «Esta cosa Bitcoin, es sólo una moda pasajera. Dale un par de meses y ya verás como desaparece”.

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4. Aceptación. En este momento Bitcoin está despegando. Hay un cada vez mayor número de usuarios que están usándolo. Ahora está claro, incluso para los usuarios tardíos (la gran mayoría), que hay al menos un aspecto útil de Bitcoin, y está aquí para quedarse. Frente al hecho irrefutable, el resto de nosotros nos registramos y alardeamos de lo modernos que somos.

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5. Olvido. Aquí es donde se destruye la evidencia, incluso en nuestra propia mente. Ahora nos sentimos inclinados a actuar como si siempre hubiéramos entendido y aprobado una economía basada en la nueva moneda. Por supuesto, somos demasiado inteligentes para habernos equivocado con Bitcoin. El paso siguiente es que estamos completamente a favor de Bitcoin. Somos cautivos de lo que Mark Earls llama «la manada».

¿En qué fase estamos de la introducción de Bitcoin?

Bien, en este punto dejaré que sea el lector quien se sitúe en una de las fases, si es que le cabe. En cualquier caso, la fase 5, al final, llega.

Uno de los factores que muy recientemente se ha incorporado al paisaje de Bitcoin y que creemos va a acelerar el alcance de la fase 5, son las máquinas de cambio de moneda fiat por bitcoins. En nuestra opinión, dichas máquinas van a conseguir que el usuario deje de preguntar qué es Bitcoin, para pasar a preguntar cómo se usa, lo cual, como veíamos al principio, es la clave para la universalización de una nueva tecnología.

En España, en muy breve plazo vamos a contar con dichas máquinas, en una iniciativa que ha puesto en marcha Bbank (www.bbank.es) y que. como apuntábamos anteriormente, esperemos ayude a que Bitcoin se instale en nuestra vida cotidiana.