Fuente: Bit Blogger
Uno de los fenómenos más extraños dentro de la comunidad Bitcoin es su gran número de trolls. Hay muchos que de repente aparecen y critican a Bitcoin, a pesar de:
- Nunca haber poseído un bitcoin.
- Nunca haber tenido una mala experiencia con Bitcoin o su comunidad.
Esto es extraño, más aún si tenemos en cuenta que estas reacciones suceden a menudo muy poco después de que la gente escucha acerca de la criptomoneda.
Sería entendible si fuera alguien que compró a US$ 30 en julio de 2011, para vender a US$ 2 en diciembre del mismo año. Pero algo completamente diferente es decir que Bitcoin es algo detestable sin haber siquiera tenido una mala experiencia. ¿A qué se debe este comportamiento?
He estado programando en Go ultimamente, y en el subreddit r/golang me encontré con un artículo sobre por qué todo el mundo odia el Go. Es un enfoque perspicaz que realmente se reduce a dos puntos:
- Las personas nunca pueden tener una discusión fructífera sobre algo que es parte de su identidad.
- Puedes enojarte con algo porque lo ves como una trampa en la que hay gente cayendo.
El primer punto se refiere a lo dicho en un post por Paul Graham. Esencialmente, cuando algún asunto desafía tu identidad, es muy, muy difícil tener una buena discusión. Esto explica por qué no se suele discutir sobre política y religión en reuniones que pretendan mantenerse amenas. Están íntimamente relacionadas con la identidad de una persona y, por lo tanto, es muy difícil tener una discusión fructífera al respecto. Del mismo modo, es difícil tener una buena discusión sobre sistemas operativos de teléfonos celulares con personas que tienen afinidad con Apple o Android; son parte de su identidad. Llamamos a estas personas fanboys (fanáticos) porque el entusiasmo por su producto se ha convertido en parte de su identidad.
En este punto encontramos la primera pista de por qué hay tantos que odian a Bitcoin. Bitcoin desafía la identidad de las personas. ¿Qué identidad podría ser esa? (te preguntarás). Es una pregunta complicada, así que tendremos que examinar el segundo punto.
El segundo punto se refiere al enojo cuando ves a otros “caer” en aquello que crees que es malo. Este es un fenómeno que he observado en el tipo de mujer dedicada a su carrera. Particularmente cuando se encuentra con una ama de casa feliz. Este primer tipo de mujer se enoja incluso con la existencia de la segunda, porque ella piensa que es la opresión patriarcal la que la obliga a quedarse en casa para estar con los niños. Esto ocurre incluso cuando estas dos personas tienen muy poco que ver entre sí (por ejemplo, cuando se encuentran en una fiesta por primera vez). La existencia de la ama de casa feliz hace que la mujer profesional se enoje porque va en contra de sus valores. Ella no puede creer que la otra mujer «haya caído en la trampa». El enojo no proviene de un daño que haya padecido; es la existencia misma de la ama de casa feliz lo que provoca su enojo, sobre todo si parece más feliz que ella en comparación, porque invalida muchas de las decisiones que ha tomado. Desafía no sólo su identidad, sino su realidad. He observado fenómenos similares con los religiosos hablando de los ateos, los políticos de sus oponentes, etc.
Esta es la segunda pista acerca de por qué algunos odian a Bitcoin. La existencia misma de Bitcoin desafía sus valores. No es una coincidencia que gran parte del odio provenga de estatistas (socialistas y keynesianos). Bitcoin en sí desafía no sólo su identidad, sino también sus valores y aquello sobre lo que han basado sus vidas. No es de extrañar que provoque tanta ira en ellos. Has vivido equivocadamente, o los partidarios de Bitcoin están equivocados. ¿Qué camino crees que la mayoría de la gente toma cuando se desafía su identidad?
Habrá gente que odie a Bitcoin durante mucho tiempo. El «dinero honesto» desafía a la gente. De repente, tienen que pensar en ahorrar en lugar de despilfarrar. De repente, tienen que tomar las riendas de su propia vida, en lugar de depender del gobierno para que lo haga. De repente, no pueden quedarse con el pastel y comérselo también.