Fuente: Bitcointalk Por Zangelbert Bingledack
La posibilidad que tenemos en Bitcoin de producir un fork (una versión modificada del software que se desarrolle independientemente del original) no debe ser percibida como una debilidad sino, por el contrario, como una gran fortaleza. Implica que la “mayoría económica” estará siempre al mando, incluso cuando se tengan que enfrentar grandes cambios.
Como nota al margen, al hacer un análisis del tema me resulta incómodo pensar en términos de “Bitcoin”. En cambio, el concepto de “libro de cuentas de la mayoría económica” (conocido actualmente como el «Bitcoin ledger» o «libro mayor de Bitcoin”) es mucho más útil para encarar un análisis profundo de los forks y sus consecuencias. Uno puede provocar un fork en el protocolo, pero la nueva versión será incapaz* de afectar “el libro de cuentas de la mayoría económica”, dado que solo mantendrá el control del libro mayor en tanto y en cuanto dicho cambio en el protocolo resulte francamente atractivo para la “mayoría económica”.**
Como hasta ahora los forks del protocolo (aquí me refiero a las altcoins) han creado libros de cuentas totalmente nuevos e incompatibles, no han resultado muy apetecibles para la mayoría económica, y por lo tanto acaban recibiendo –como mucho– un tibio interés en términos de dinero invertido. Quizás un fork basado en el libro de cuentas de la mayoría económica pudiera contar con una ventaja sobre otros forks, pero si aquel no fuera particularmente atractivo para la mayoría económica, terminaría siendo liquidado por los poseedores de bitcoins, que venderían rápidamente las nuevas monedas para obtener más bitcoins.
Ahora bien, si un fork del protocolo fuera irresistible para la mayoría económica, y usase el mismo libro de cuentas (requisito indispensable para que sea irresistible), sería adoptado. La mayoría económica retiene el libro de cuentas con su riqueza en todos los casos. El protocolo Bitcoin puede no ser el mismo, pero el libro de cuentas sí es el mismo, con lo que los poseedores de bitcoins no tienen nada que temer excepto quizás el cambio de nombre.
Supón que un segmento importante de la mayoría económica muestras interés en algún cambio que tú encuentras repulsivo. Probablemente muchos otros coincidirán contigo, así que en algunos escenarios bastante improbables nos encontraríamos con dos libros de cuentas durante un tiempo.**
Si esto ocurriera, estaríamos ante un verdadero ejercicio democrático (no de «voz democrática» sino de «salida» o «éxodo democrático», en el sentido en que todos pueden optar fácilmente por quedarse o irse), ya que cada cuál puede usar la versión que considere mejor, sin concesiones. De cualquier forma, de nuevo, existe una fuerte tendencia a converger simplemente en la moneda ideal tal como la entiende la multitud (inversora).
Por ejemplo, supongamos que un segmento sustancial de la mayoría económica mostrase interés en FedCoin; entonces la situación legal podría hacer probable que ambas coexistan, con Bitcoin en el mercado negro o compitiendo directamente con FedCoin. En ese caso, de nuevo, la democracia del éxodo potencial prevalece y la autoridad federal no tiene más herramientas para corromper las criptomonedas que las que tiene ahora. A saber: prohibición de Bitcoin para favorecer a Fedcoin (lo que aislaría del mundo a los usuarios de Fedcoin, incentivando la migración hacia Bitcoin); o bien cambios al protocolo de Fedcoin que tengan por objeto ganar un control discrecional de sus reglas (lo que provocaría una huida hacia Bitcoin).
Aquí hay otra importante implicación derivada de pensar en términos de «libro de contabilidad de la mayoría económica»: en rigor, la emisión de bitcoins no está limitada a 21 millones de monedas porque así lo determina el protocolo, sino porque así lo determina el consenso alcanzado por la mayoría económica. Es incorrecto decir que nos hemos trasladado de una era de control por parte de los bancos centrales a una era de control por las matemáticas. Nos hemos trasladado a una era de control por la mayoría económica.
Esto es una gran avance, pero no porque así “nadie” puede cambiar el protocolo, sino porque así nadie puede forzar a ningún grupo de personas a que deje de usarlo. Si quieres cambiar efectivamente el límite impuesto a la creación de moneda, tienes que convencer a la mayoría económica de que hacerlo es una muy buena idea, lo cuál es una tarea hercúlea, o convencer a un subgrupo de dicha mayoría –lo que no afectará al resto de la gente–. Eso significa que el límite a la creación de moneda podría cambiarse (por ejemplo, dentro de 50 años si fuera necesario para lidiar con los incentivos de los mineros) pero no sin una razón que sea tan absolutamente persuasiva que arrastre consigo a todos o a una gran parte de la mayoría económica –en cuyo caso el típico bitcoiner no debería preocuparse, a pesar de que pueda parecer algo malo, porque la mayoría económica tiene sus mismas preocupaciones a la hora de aceptar u oponerse a un cambio–. Y también sabemos que el cambio no admitiría un daño a la red del tipo que provocaría una continua inflación u otras reglas de efectos perniciosos, porque respondería a la sabiduría de la mayoría económica.***
Esta es la clase de garantía que Bitcoin ofrece: es esencialmente un sistema de gobierno descentralizado, donde el dilema de la voz vs. el éxodo se resuelve de forma constante. Lo que Bitcoin ofrece no es una garantía en virtud de su código o de la matemática, sino que el código y la matemática son los que imponen los “edictos” en esa estructura de gobierno descentralizada, sujeta a la continua presión de la voz y el éxodo respaldado por los flujos de inversión.
Si, por ejemplo, la mayoría económica creyera que es absolutamente necesario aumentar el tamaño máximo del bloque a 20 MB, o acortar el lapso de tiempo entre los bloques, o incorporar la “completitud de Turing”, un fork tendría lugar y el libro de contabilidad pasaría a ser gobernado por las nuevas reglas, venciendo así al protocolo clásico de Bitcoin.
Así que para mí, todo lo que necesita el protocolo Bitcoin y su libro de contabilidad para perpetuarse y hacer rico a cada inversor, es que los cambios en el mismo sólo se produzcan si la mayoría económica los percibe como realmente indispensables, con toda la prudencia y la atención a la viabilidad que eso conlleva. Y eso es precisamente lo que la posibilidad de un fork garantiza, al dar siempre la opción de salida para equilibrar la voz, que es muy superior a la voz en los sistemas democráticos que conocemos, pues en el caso de Bitcoin está respaldada por dinero real.
* Por ahora, el 90% carecen de poder, a juzgar por la capitalización de mercado combinada de todos los libros de contabilidad alternativos (altcoins) comparada con la de la mayoría económica (Bitcoin).
** Aunque podría darse el caso de que una ruptura de 50/50 o de 40/60 pudiera ocurrir, los incentivos implicados lo hacen improbable en la práctica –e incluso si ocurriera (porque los dos forks fueran increíblemente atractivos por derecho propio), el mercado sólo puede apoyar unas pocas de esas separaciones, dado que es limitado el número de funciones del protocolo que pueden competir a través de la diferenciación–.
*** Si eres escéptico respecto de la sabiduría de la mayoría económica, primero date cuenta de que ella es la que controla Bitcoin actualmente. Segundo, date cuenta de que esto es algo bueno; no hay forma de crear un sistema más listo que la mayoría económica, al menos no sin centralización (y en mi opinión ni con ella). Tercero, si estás convencido de que los mercados de predicciones son una gran cosa, esto debería resultarte atractivo por las mismas razones.