Desde la Deep Web
Por Symposion
En marzo de este año el proyecto Toroken ganó el 2º premio -con 250.000 dólares- en la Texas Bitcoin Conference para dar sus primeros pasos. La fundamentación de este proyecto se basaba en la necesidad de preservar el anonimato con redes funcionales y en asociar la tecnología de Bitcoin con el fin de introducir un incentivo económico para mantener Tor sin romper el anonimato.
En pocas palabras, Toroken se presentaba como una opción de pago dentro de la red Tor que permitiría a los usuarios colaborar con el mantenimiento de la misma mediante microdonaciones de fracciones de bitcoin.
El crecimiento exponencial de Bitcoin tiene parte de su cimentación en redes como Tor, que completan el proceso de comunicación en los mercados anónimos. Pero al mismo tiempo los nodos de Tor no se han desarrollado de forma pareja sino que existe un claro estancamiento desde hace 4 años. ¿Por qué, si se usa cada vez más? Porque el mantener un nodo de Tor implica trabajo y dinero, y en muchos lugares incluso riesgos legales.
No hay un incentivo para quien monta un nodo Tor salvo el propio orgullo de contribuir a la red, aunque en otros casos podrían ser otros intereses menos altruistas, como el acceso a datos aunque fueran pedazos de ‘big data’ sobre la Darknet. Lo primero está muy bien y suena muy bonito, pero no es realista si se piensa en la escalabilidad del asunto. Algunos pueden argumentar contra esto que Bitcoin no necesita de Tor. Decir eso -a día de hoy- sería decir que Bitcoin no necesita ni necesitará más en ninguna parte del anonimato asociado a su uso… y no parece que vaya a ser así.
Tor es una red que necesitará crecer de forma sólida según el anonimato sea apreciado en su justa medida, y esto supone un número creciente de nodos especializados para responder a la creciente demanda de privacidad, en especial por parte de quienes no pueden pagar una “linea rápida” de ancho de banda anónimo. Toroken intentó solucionar este problema tendiendo un puente de transmisión de valor entre los usuarios de Tor y los que hacen posible la existencia de esta red.
Lo cierto es que desde que se hizo público el proyecto Toroken parece haber durado un mes en el aire y otro mes más en el que los desarrolladores parecen haberse evaporado. Es una pena si Toroken no cuaja, porque habría sido una buena forma de ir poniendo remedio a los problemas que los propios usuarios generamos a la red -nuestra propia carga digital, por así decirlo-.
Toroken podría ser una solución interesante para el estímulo necesario en la creación y mantenimiento de nuevos nodos, no sólo para atender las necesidades de los mercados de las drogas, sino también para todos aquellos fines para los que Tor se concibió y se usa, entre los que se cuenta la protección de la libertad de expresión y el activismo en internet en países donde un comentario puede suponer la pena de muerte. Bitcoin con Toroken podría salvar también vidas.