“Hay dos formas de quitarle el abrigo a una persona: forcejeando con ella o rodeándola de calor”
Winston Churchill – Primer Ministro Inglés y Premio Nobel de Literatura
“Saving Grace” o “El Jardín de la Alegría” es una conocida película en que un invernadero de orquídeas se convierte, por los avatares del destino, en un cultivo de marihuana con el permiso de la dueña y la ayuda del jardinero. En algo así debían estar pensando Gorka y David cuando se decidieron a abrir un grow-shop en la ciudad de Salamanca, una ciudad universitaria por excelencia y llena de jóvenes, a la que pusieron el mismo nombre: El Jardín de la Alegría.
¿Qué es un grow shop exactamente y qué tiene que ver con la marihuana, el cannabis y el escabroso mundo de las drogas? Un grow shop es una tienda especializada en el cultivo, normalmente de cannabis, pero no exclusivamente. El cultivo de cannabis es un mercado con un movimiento de centenares de millones de euros en Europa y en USA, y son los grow shops la punta más amable de todo el asunto: los que tratan directamente con el cultivador de cannabis y le educan.
Lo de educarles -educarnos- no es una broma menor. En los grow shops de España te pueden contar las historias más truculentas e increíbles de lo que los clientes han llegado a hacer con las plantas o los productos. Desde escenas de tortura vegetal a gente que se ha bebido el abono y llama para preguntar si es malo. Los que atienden en los grow shops son auténticos educadores que ayudan a que la gente que cultiva tenga alguien cercano que pueda responder sus preguntas. Son también la mejor plataforma de reducción de riesgos sobre cannabis, ya que son el primer punto en el que la gente se va a informar sobre su consumo, por la confianza de poder preguntarle a alguien que no te va a criminalizar por lo que fumes.
Así pues, en los grow shops venden semillas de cannabis, focos de cultivo, armarios, medidores, abonos y estimuladores, tierra y guano, material de hidroponía y hasta productores eléctricos de ozono que maten el delicioso olor de tus plantas de marihuana y ni eso moleste (o alerte) a los vecinos. De todo. Y todo legal. Ah, también venden todo eso que en USA se considera “parafernalia relacionada con el consumo de drogas”, como pipas, bongs, grinders, vaporizadores, papel de fumar, maquinas liadoras automáticas de poros… de todo, en serio.
También venden productos para enmascarar la presencia de drogas en el organismo, y son uno de sus grandes best-sellers. De hecho, son las fuerzas de seguridad, policía, vigilantes y personal sometido a controles de drogas los principales compradores: los que luego nos multan son los mayores compradores de productos para ocultar consumo de drogas y de drogas que no dan positivo en los test habituales.
Es así porque vender y usar esos productos no es delito, así como cultivar no es delito vender semillas de cannabis no es delito en España. Dice la ley que no puedes germinar esas semillas y tal, pero la realidad es la que es y existe una inmensa masa de cultivadores (me incluyo) que nos auto-abastecemos sin necesidad de recurrir al mercado negro. Un metro cuadrado, un foco de 400 W, un poco de tierra, macetas y semillas bastan para que puedas producir algo de buen cannabis para tu consumo. Obviamente los que cultivamos lo hacemos en un vacío legal y en una inseguridad jurídica a día de hoy que es una de las vergüenzas de los moribundos partidos que se han ido alternando en el poder: puedes comprar semillas de cannabis y lo necesario para su cultivo sin interferir con nadie, pero si te pillan fumando un porro de tu propia yerba y sin hacer mal a nadie, la multa es a día de hoy de 1.000 euros. Pero no es descuido ni desatención, sino financiación inmoral de los corsarios del estado: ponen más de 300.000 multas así al año.
En este panorama abrió El Jardín de la Alegría, que como novedad en este 2015 ha empezado a aceptar Bitcoin. Tanto en su tienda física como en internet. Podría preguntarles cómo fue la adopción de la moneda, pero en este caso puedo contar una parte yo mismo.
Yo soy un cliente de ese grow, y pagaba en euros como todo hijo de vecino. Pero como hay una relación cercana, ellos sabían de mis cosas y yo de las de ellos. Les eché una mano con algún asunto informático y habíamos hablado de Bitcoin en varias ocasiones, casi siempre conversaciones impulsadas por lo elevado y creciente de su valor en el mercado, pero al mismo tiempo pude aprovechar para explicarles qué era Bitcoin y cómo podía existir una moneda respaldada por sus propios usuarios únicamente: sin banco central, con una emisión definida a lo largo del tiempo y con el consenso de sus mineros. Por supuestos tuve que explicar en algún momento lo que era la minería Bitcoin, que es un concepto muy extraño para aplicar a un mundo digital, pero que cualquiera puede entender: los mineros son los que se encargan de procesar las transacciones en competencia con otros mineros, y cobran por hacerlo.
Charlando con ellos pudimos vivir como el Bitcoin llegaba a los 50 dólares, cómo subía a los 180, cómo subía a los 350, y como se disparó a final de 2013 hasta los 1000 y pico dólares. Y cómo ha ido bajando durante todo el año hasta situarse en los actuales 200 dólares. Su volatilidad no es algo que no conozcan. ¿Entonces si son comerciantes y no inversores por qué se arriesgan a tratar con Bitcoin? Están al tanto de recursos como los procesadores de pagos y de las formas de cambiar los bitcoins por metálico, pero no están usando de momento esas opciones. De momento, las personas que manejan y pagan con Bitcoin son una minoría, creciente, pero minoría, así que a no ser que el volumen de ventas con Bitcoin se dispare de una forma que cualquier mercante querría para su negocio, el aceptarlos y conservarlos de momento no es un problema para su equilibrio financiero.
A lo largo del año pasado, tuve ocasión de instalarles su primer cliente -Bitcoin Core- y de enviarles algunas pequeñas cantidades, pero el equipo informático se las veía imposibles con los requerimientos de memoria de esa aplicación, y con el tiempo cambiaron a un cliente ligero, que fue el inicio para que empezasen a “mojarse los pies” con Bitcoin y aceptarme pequeños pagos que servían para que fueran perdiendo el miedo. Por supuesto ayudó mucho que siempre estuve disponible para ayudarles con el tema o resolver sus dudas, como cuando un cliente desde fuera de España llamó al grow shop por propia iniciativa para preguntarles si aceptaban pagos con Bitcoin, que aunque aceptaron, al final la transacción no se pudo realizar por temas legales -regulaciones- de mercado entre países.
Hasta que llegó el momento en que les planteé que debían empezar a aceptar públicamente la moneda. Poner un simple cartel en el escaparate de la tienda, anunciarlo en su web, junto con el cliente que ya tenían instalado y que sabían manejar, era todo lo que necesitaban. El Jardín de la Alegría es el primer grow-shop en España que acepta Bitcoin.
Realmente el hecho de que sean un grow shop y tengan relación con el cannabis, considerado ilegal todavía en muchos lugares, no ha influido en su adopción de la moneda: nada tiene que ver aquí el tan manido estigma de “la moneda de la droga”. Si hubiera sido una panadería, o un kiosko, o un supermercado, o una tienda de móviles, el proceso hubiera sido el mismo. Nunca tuve el objetivo de que adoptaran la moneda, pero quise compartir con ellos lo bueno que conocía y que les podía beneficiar. Ellos han estado despiertos y han sabido no dejar pasar esta oportunidad de negocio.
Como dicen en su web: “Empezamos a aceptar pagos en Bitcoin porque creemos en la fuerza de esta nueva divisa y nos subimos en su tren”. Y nosotros que nos alegramos: bienvenidos!! 🙂