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Toda red social de cierta envergadura da origen a nuevas combinaciones de factores productivos, e impulsa el descubrimiento de nuevas formas de capital. Indudablemente, Facebook aporta eficiencia al conjunto de la economía, y lo hace de un modo explícito y directo. Pero la clave de su éxito – una plataforma que facilita el contacto entre personas con intereses comunes o complementarios – es también la razón por la cual no ha llegado a producir cambios económicos de fondo.
Los beneficios de una moneda digital, libre y descentralizada no se limitan a individuos conscientemente vinculados entre sí. El verdadero potencial de Internet ni siquiera puede ser imaginado en ausencia de una moneda digital, libre y descentralizada. Y no, no basta con que sea digital: como el e-mail, la moneda digital es inútil – y hasta contraproducente – si no admite el intercambio libre y descentralizado. ¿Qué sería del e-mail si para enviar un mensaje tuviéramos que llenar un formulario, conseguir la autorización de un funcionario estatal y pagar el costo de envío precisamente a quienes lo están obstaculizando?
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