Fuente: Technology Speculator
Quienes comprenden la tecnología y adhieren a la filosofía detrás de Bitcoin no tienen el menor interés por las oscilaciones del precio en el corto plazo. A pesar de haber sido atacado desde todos los frentes en el último mes, Bitcoin no ha hecho más que encogerse de hombros con indiferencia. La volatilidad ha sido importante, pero el precio se ha recuperado consistentemente tras cada noticia negativa.
Esto es lo que los gobiernos, los grandes medios de comunicación, los banqueros y otros miembros del establishment parecen no comprender… sus reglas, dictámenes y amenazas no podrían importarle menos a Bitcoin y su nucleo duro de usuarios. El sistema fue diseñado específicamente para eludir a las élites bancarias y a los políticos corruptos que ahora están luchando para encontrar una forma de controlarlo.
Estamos siendo testigos de una tremenda capacidad de recuperación de Bitcoin frente a múltiples ataques. Hackers que lanzan ataques DDoS y tratan de explotar vulnerabilidades en el código; gobiernos que buscan la forma de regular la moneda, y en algún caso hasta de prohibirla; medios de comunicación que desinforman, dramatizan y se centran en el hecho de que puede ser utilizada para actividades ilegales; incluso partidarios del patrón oro que se han vuelto detractores de Bitcoin, presumiblemente porque creen haber perdido el tren.
A pesar de todo esto, Bitcoin se mantiene incólume y el número de negocios que aceptan bitcoins como forma de pago crece a un ritmo acelerado. Indudablemente, Bitcoin seguirá experimentando dolores propios del crecimiento, y su futuro no está asegurado – después de todo, estamos en el Salvaje Oeste en lo que hace a criptomonedas. Sin embargo, Bitcoin ha demostrado una increíble capacidad para absorber los golpes, recuperarse y volverse refractario a los ataques de la vieja guardia.
La clase productiva tiene ahora a su disposición un instrumento para abandonar el sistema obsoleto y en descomposición, dominado por vividores y saqueadores, que hemos heredado. Los políticos y sus socios en el crimen, los miembros de las élites bancarias, tienen buenas razones para entrar en pánico.