Fuente: Bitedge
Cuando formaba parte del movimiento Ocuppy Wall Street, yo solía protestar contra las grandes corporaciones porque pensaba que sus acciones engendraban pobreza, y porque sabía que compraban influencia mediante sus grupos de presión. Ahora me doy cuenta de que mi energía había estado mal dirigida. No deberíamos culpar a las empresas por la compra de influencia sobre el gobierno, ¡deberiamos culpar al gobierno por poner la influencia a la venta!
Las empresas buscan lucrar y deben lucrar; los empresarios son actores racionales que responden a los incentivos en su ecosistema, incentivos que el gobierno diseña e impone a través de regulaciones, leyes e impuestos. Son los políticos los que dicen estar allí para proteger el «bien común» y actúan desde una supuesta superioridad moral.
Si los grandes contribuyentes a las campañas políticas, como HSBC, son atrapados lavando dinero para cárteles mafiosos y regímenes despóticos y luego son multados por un monto menor que el beneficio obtenido en dichas operaciones, y nadie va a la cárcel, ¿por qué no van a seguir haciéndolo?
Entonces protestemos contra el gobierno y votemos mejor la próxima vez, ¿verdad? Bueno, los políticos también son actores racionales que responden a los incentivos que existen en su ecosistema. El actual sistema democrático establece que cada cuatro años los políticos deben ganar un concurso de popularidad para extender sus privilegios y los de sus cómplices.
Una de las protestas más convocantes de la historia tuvo lugar con el propósito dedetener la guerra de Irak. No solo esa guerra siguió adelante, sino que fue seguida por otras guerras libradas paralelamente. La máquina de guerra siguió creciendo y esas políticas que habían sido repudiadas fueron mantenidas por el nuevo gobierno.
Cómo cambiar el sistema
Cualquier cambio radical para mejor dentro del sistema implicaría una renuncia a los privilegios por parte de los poderes establecidos, por lo que podemos estar seguros de que los cambios no vendrán desde adentro. Es inútil votar «nuevos políticos», e igualmente inútil es luchar abiertamente contra el sistema; no es una pelea justa: quienes forman parte del gobierno tienen el monopolio de la violencia, con agentes armados dispuestos a imponer su voluntad, cárceles, medios de comunicación masivos y la capacidad de controlar la oferta monetaria.
La solución pasa por que un número creciente de personas ignore, esquive y socave el sistema hasta que este pierda legitimidad y relevancia. Siempre que te sea posible, no cedas al gobierno poder y control sobre cualquier cosa que se encuentre en tu esfera de influencia.
Estas son algunas formas de hacerlo:
No votar. Votar por cualquier candidato da legitimidad y apoyo al sistema y a quienquiera que gane, incluso si has votado en su contra.
Reducir al mínimo tu carga impositiva. Los impuestos potencian al Estado y financian la maquinaria bélica.
No utilizar los bancos ni las monedas estatales. La respuesta aquí es Bitcoin. Al preferir bitcoins a la moneda del gobierno, debilitas su poder desde los cimientos, y contribuyes a disminuir su capacidad de imprimir dinero discrecionalmente y endeudarse en tu nombre y en nombre de tus hijos.