La «generación Bitcoin» será la primera generación monetariamente libre. Sus miembros, a diferencia de los miembros de las generaciones previas, no se someterán al mandamás que les toque en suerte, pues ignorar los mandatos gubernamentales será tan fácil para ellos como lo es hoy para nosotros ignorar las advertencias de un hechicero.
Los miembros de la generación Bitcoin no serán siervos ni señores – ni aspirarán a serlo. Lejos de permanecer atados a una jurisdicción – condenados a trabajar para sostener a una casta de parásitos y a lidiar con regulaciones impuestas por la fuerza – viajarán libremente por el mundo (virtual o real), cambiando sus bitcoins por mala moneda cuando no les quede otra alternativa. Esa será la única concesión que harán a los representantes de la fuerza bruta.
Apartándose tanto de la alienación como de la marginalidad, los miembros de la generación Bitcoin optarán por ganarse la vida sin rendir cuentas a los matones de turno, y se rehusarán a pagar las deudas de esa organización delictiva que llaman Estado. Al fin y al cabo – se preguntarán – ¿qué les debemos a todos esos diputados, senadores, concejales, ministros, etc.?; ¿qué hacen ellos, además de quitarnos el dinero a punta de pistola, endeudarse en nuestro nombre, mandonearnos, complicarnos la vida, obstaculizar la producción y el comercio – en fin, además de entorpecer la libre interacción entre seres humanos?
A quienes integran la clase parasitaria (y a su séquito de secretarios, consultores, burócratas y camaradas prebendarios), los miembros de la generación Bitcoin les dirán: «¿Están seguros de que los necesitamos? ¡Pues entonces demuéstrenlo! Si resulta que estamos interesados en contratar sus servicios, les pagaremos con bitcoins.»
Ver Fases en la adopción de Bitcoin (el futuro)
Ver Bitcoin: hacia la separación entre moneda y estado