Euro vs. Bitcoin: ¿la misma mierda con distinto nombre?

Fuente: Liberty.me – Por Tomas Forgac

Recientemente, un amigo me preguntó si la adopción masiva de Bitcoin no introduciría problemas similares a los de la zona euro, porque los países perderían la capacidad de controlar sus propias economías y quedarían atados a una moneda única. Se trata de una persona muy inteligente, que me hizo dar cuenta de cuántos conceptos erróneos la gente suele aceptar como válidos, así que le pedí permiso para publicar mi respuesta.

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Mario Draghi, Presidente del BCE

La diferencia entre el Euro y Bitcoin reside en el control de –y la capacidad de planear centralmente– el precio del dinero en el tiempo (tasa de interés) y la liquidez de las instituciones que prestan dicho dinero.

El problema de la Eurozona no es que los diferentes países utilizan la misma moneda. En realidad hay varios problemas, algunos de ellos catalácticos, algunos políticos.

Uno de esos problemas es que la oferta de euros es planeada centralmente, a través de la tasa de interés interbancaria, independientemente de la acumulación de capital en las diferentes regiones. Grecia no ha acumulado tanto capital como Alemania, por lo que la tasa de interés real allí debería ser más alta, dado que hay menos capital disponible para satisfacer la demanda (virtualmente ilimitada). Pero como el tipo de interés fue establecido para el nivel alemán, da la sensación de que hay tanto capital disponible en Grecia, España, Irlanda, Portugal y otros países menos desarrollados como lo hay en Alemania u Holanda.

Las estrategias de inversión se ajustaron al nuevo nivel de percepción de abundancia de capital, y el ciclo de inversión se prolongó artificialmente. Cuando el estado real del capital fue conocido, es decir, cuando se constató que el capital (materiales, tecnologías, mano de obra calificada) para terminar todos estos proyectos faltaba, o que quienes se esperaba que pagasen por los mismos finalmente resultaron no ser lo suficientemente productivos (por la misma razón: nunca existió el capital suficiente para que sean suficientemente productivos), esos proyectos fueron expuestos como poco realistas. Estoy describiendo un clásico ciclo de auge/caída.

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Otro resultado de la tasa de interés común es la transferencia de riqueza. Dado que tanto consumidores como gobierno en, por ejemplo, Grecia eran capaces de pedir préstamos a una tasa de interés tan baja como la de Alemania (había un premium, pero era mucho más baja de lo que debería haber sido a causa de la garantía implícita de rescate financiero), pero no eran –con mucha distancia– tan productivos como las empresas y empleados alemanes como para tener el mismo nivel de vida, les resultaba mucho más fácil simplemente pedir prestado para alcanzar un nivel de vida similar.

El gobierno se endeudó para financiar el “estado de bienestar” y la gente se endeudó para financiar consumo. Así es que fueron capaces de comprar muchas más cosas de las que hubieran podido en un mercado libre (en el que tendrían que haber producido algo para dar a cambio de todo lo que adquirieron).

Debido a que muchas de las cosas que compraron con este dinero barato prestado fueron hechas en una Alemania mucho más productiva, ese dinero volvió a manos alemanas y permaneció en su economía (porque Alemania no importaba lo suficiente de Grecia). El resultado fue una mayor inflación en Alemania, causada por la circulación de más unidades de moneda persiguiendo la misma cantidad de bienes de consumo en la economía alemana.

Otros problemas son puramente políticos. La tasa de interés está manejada por unos pocos burócratas no electos, por motivos cuestionables y mediante turbios procesos de toma de decisiones. Lo mismo va para las decisiones sobre las garantías requeridas, los rescates, etc. Sería una historia diferente si nos dijeran que la base monetaria del euro subirá un 2% anual constantemente y que nunca cambiaría. Eso eliminaría automáticamente la posibilidad de la manipulación del tipo de interés, de los rescates y de una política monetaria discrecional. Pero es una quimera; seguiríamos dependiendo de un grupo de burócratas sin buena voluntad, sin responsabilidad y sin nada que perder si no mantienen su palabra.

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Lo cual nos lleva a Bitcoin, porque Bitcoin resuelve exactamente eso –el aumento (decreciente) de la base monetaria está predeterminado y es imposible de cambiar gracias a su descentralización–. En un escenario imaginario donde tanto Alemania como Grecia usaran Bitcoin en masa, las tasas de interés en ambos países serían decididas por el libre mercado, según la acumulación de capital real, ya que el capital estaría representado por su precio en bitcoins. Lo mismo se aplicaría a Berlín vs. Koln vs. Múnich vs. Atenas vs. cualquier-ciudad-griega y, dentro de cada ciudad, a cualquier empresa frente a otra. El capital tendría su precio en bitcoins y sería prestado en función de su oferta en diversos mercados y la credibilidad de los prestatarios. Los rescates no serían posibles porque nadie tendría acceso a la “imprenta” de bitcoins para financiarlos.

Lo que Bitcoin lograría es una descentralización perfecta de la parte fundamental de toda economía –el dinero y su precio en el tiempo–, lo que llevaría a una mejor planificación de las inversiones de capital real. Eso es justo lo contrario al precio del capital basado en una moneda centralmente planificada, que como cualquier cosa centralmente planificada causa desequilibrios: escasez de oferta donde el precio es demasiado bajo y demanda insuficiente donde el precio es demasiado alto.

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