Fuente: Foundation for Economic Education Por Andreas Antonopoulos
Bitcoin ofrece un vistazo al futuro de dinero –una forma puramente digital de dinero que es individual, privado, global y libre (libre como en «libertad de expresión», no como en «cerveza libre»)–. Mucha gente compara Bitcoin con el sistema bancario existente, yuxtaponiendo las capacidades futuristas del primero con el mundo lento, anticuado, y engorroso de las transferencias bancarias, los cheques, las típicas restricciones y el «horario bancario».
Pero en el futuro no tendremos que elegir entre «dinero viejo» y criptomoneda. Tendremos que elegir entre dos visiones opuestas del dinero digital: una basada en la libertad y la elección, la otra basada en el control y la vigilancia –un sistema totalitario distópico del que nadie puede escapar–.
Ahora estamos en la encrucijada, y debemos elegir el futuro de la moneda sabiamente.
Dinero en efectivo, cheques y otras formas de dinero tangible han ido desapareciendo poco a poco en las últimas décadas. Ahora nos estamos moviendo rápidamente hacia una sociedad sin dinero en efectivo, donde todo el dinero es puramente digital. En el pasado, los pagos en efectivo eran esperados y preferidos, mientras que las transacciones en base a crédito eran consideradas sospechosas. Pero nuestra sociedad fue haciéndose cada vez más dependiente de la deuda, y el dinero en efectivo terminó convirtiéndose en la cosa rara y sospechosa. La inscripción «para todas las deudas, públicas y privadas» dejó de ser cierta. Hoy en día, si tratas de comprar un coche con dinero en efectivo, se te trata con extrema suspicacia. Las grandes cantidades de dinero en efectivo se asocian hoy con la actividad criminal, y la definición de «grande» es cada día más pequeña. Así es como se llega a una sociedad sin dinero en efectivo: haciendo que el propio dinero en efectivo sea algo sospechoso, y finalmente algo criminal.
La transición de dinero en efectivo a dinero digital no representa sólo un cambio en la forma. Es una transición de transacciones privadas, de persona a persona y descentralizadas, a transacciones supervisadas, intermediadas y bajo un control centralizado. En las últimas dos décadas, los sistemas de pagos digitales se han convertido en poderosas herramientas de vigilancia. Los ciudadanos que se preocupan por el monitoreo de sus llamadas telefónicas por parte de sus gobiernos olvidan que cada transacción que hacen con una tarjeta de plástico o una red de pago en línea puede ser analizada sin previa sospecha de un delito, sin orden judicial ni supervisión alguna del sistema de justicia. Bajo el disfraz de leyes antiterroristas, la mayoría de los gobiernos nacionales han otorgado el acceso irrestricto a los datos financieros a sus agencias encargadas de aplicar la ley y a sus servicios de inteligencia. No deberíamos sorprendernos al enterarnos de que estos poderes se utilizan cada día más ampliamente, alejándose cada vez más de la intención declarada originalmente.
¡Qué extraño el mundo en que estamos viviendo! La vigilancia total de las transacciones de cada ciudadano, sin necesidad de sospecha alguna, no sólo es considerado algo normal; se presenta como una virtud, como una forma de patriotismo.
Usar dinero en efectivo o mostrar deseos de mantener la privacidad financiera es intrínsecamente sospechoso, una postura radical que pronto será perseguida como un delito.
Un futuro en el que todos los pagos son rastreables ya es aterrador, pero un mundo con un control centralizado de todas las transacciones sería aún peor. Una moneda digital centralmente controlada y de curso forzoso significa la erradicación de la propiedad como un derecho. Tu dinero pasa a existir sólo como una entrada en una base de datos donde el saldo es controlado enteramente por un tercero.
Al manejar las redes de pago, el gobierno tiene el control sobre todos los participantes, incluidos los bancos, corporaciones e individuos. Los bancos ya están siendo forzados a adoptar listas negras financieras mundiales, y si no lo hacen se arriesgan a ser desconectados de redes como SWIFT (Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias) y ACH (Cámara de Compensación Automatizada). Esta red de control se está expandiendo y está siendo utilizada cada vez con mayor frecuencia como un arma de la geopolítica.
Las monedas digitales centralizadas ofrecen a quien ejerce el control la posibilidad de apuntar individualmente y hacer daño con total precisión. ¿Has asistido a la protesta «equivocada»? Tu saldo bancario es ahora igual a cero. ¿Has comprado un libro sospechoso? Cuenta con una visita de la policía. ¿Has molestado a alguien en el poder? Pueden bucear en las operaciones de toda tu vida hasta encontrar algo que podría perjudicarte si es publicado.
Tus movimientos pueden ser rastreados, tus amigos identificados, tus afiliaciones políticas analizadas y correlacionadas con tus hábitos de lectura. Ninguna parte de tu vida es privada cuando toda forma de dinero es digital y cada transacción puede ser rastreada, bloqueada, confiscada o eliminada. Tus ahorros son tuyos sólo mientras no ofendas a alguien en el poder. Cuando el dinero digital es centralizado, la propiedad sobre cualquier cosa es un privilegio que el gobierno puede revocar. La propiedad ya no es un derecho inalienable, sino una ventaja otorgada a los que juegan a favor del sistema. La combinación de la vigilancia de las comunicaciones con el control total sobre el dinero resultará en la tiranía más poderosa que el mundo haya conocido.
La vigilancia totalitaria del dinero es tóxica para las instituciones democráticas, pues erosiona el contrato social y corrompe a aquellos en el poder. No puede haber autodeterminación, libertad de expresión, libertad de asociación o la libertad de conciencia en una sociedad donde cada centavo que gastas es monitoreado y controlado.
Incluso si crees que tu gobierno es benevolente y sólo utilizará estos extraordinarios poderes contra los «terroristas», siempre vivirás a una elección de perder tus libertades. Muchos gobiernos supuestamente benévolos en las democracias liberales ya están utilizando su poder sobre el dinero para acosar a periodistas y opositores políticos, al tiempo que permiten que sus amigos banqueros financien a tiranos, señores de la guerra y milicias en todo el mundo.
Bitcoin ofrece un futuro fundamentalmente diferente para la moneda. Bitcoin es dinero digital, pero sus transacciones son de persona a persona, privadas y descentralizadas. Combina las mejores características del dinero en efectivo con la comodidad, velocidad y flexibilidad de un medio digital.
Bitcoin habilita un futuro alternativo de libertad personal y privacidad que torna inefectivos los proyectos estatales de vigilancia de las últimas décadas y reintroduce la emancipación financiera a través del poder de las matemáticas y la criptografía. Gracias a su red global descentralizada, Bitcoin se niega a ofrecer un punto central desde donde controlar el sistema, censurar transacciones, incautar o congelar fondos sin el debido proceso, etc. La única manera de controlar los fondos es tener acceso a las llaves correspondientes.
Al carecer de un centro de control, Bitcoin se resiste a la centralización. Al carecer de un poder centralizado, se resiste a la dominación totalitaria. Al carecer de un mecanismo para identificar automáticamente a los usuarios, Bitcoin promueve la privacidad y hace imposible la vigilancia total. Al ignorar las fronteras políticas, elude el nacionalismo y los juegos geopolíticos. Al dispersar el poder, se lo devuelve a los individuos.
Bitcoin es un protocolo de libre comercio, así como TCP / IP es un protocolo de libre expresión. El diseño de Bitcoin puede ser replicado para crear múltiples formas de dinero descentralizado, todas superiores al futuro distópico al que, en ausencia de alternativas al dinero estatal, nos estaríamos aproximando.
Podemos vivir en un mundo donde el dinero funciona como cualquier otro medio en Internet, libre de control o interferencia. En un futuro digital descentralizado, el dinero será controlado por los individuos, la banca será una «aplicación», y los gobiernos serán tan impotentes para detener el flujo de dinero como lo son hoy para detener el flujo de la verdad.
En este futuro, el dinero será una herramienta liberadora en la lucha contra la tiranía, una vía de escape de los bancos corruptos, un refugio de la hiperinflación. Entre cuatro y seis mil millones de personas sin acceso a los servicios financieros internacionales podrán saltarse el sistema bancario y conectarse directamente a la economía mundial. Los individuos no tendrán que elegir entre controlar directamente su propio dinero y participar en una red financiera global. Disfrutarán de las finanzas globales peer-to-peer, y todos esos intermediarios forzosos pasarán a ser un mal recuerdo.
Si bien el futuro de la moneda es, sin duda, digital, puede tomar dos formas radicalmente diferentes. Podemos vivir en un panóptico financiero, una camisa de fuerza de vigilancia y tiranía. O podemos vivir en una sociedad abierta donde nuestra privacidad está protegida por la criptografía, y no sujeta al capricho de cualquier burócrata –donde nuestro dinero digital es global, sin fronteras, anónimo y controlado por el individuo–. La elección entre libertad financiera y tiranía financiera es una elección entre libertades fundamentales y la más peligrosa de las tiranías. Elige la libertad financiera: elige la libertad.