Descentralización: por qué las redes tontas son mejores

Fuente: Foundation for Economic Education

Por Andreas Antonopoulos   Traducido al español por majamalu

cableEn las redes informáticas y de comunicaciones, la descentralización conduce a un ritmo más rápido de innovación, mayor apertura y menor costo. La descentralización crea las condiciones para la competencia y la diversidad en los servicios que la red ofrece.

Pero, ¿cómo se puede saber si una red es descentralizada, y qué hace  más probable su descentralización? La «inteligencia» de la red es la característica que diferencia a las redes centralizadas de las descentralizadas –pero de una manera sorprendente y contraria a la intuición–.

Algunas redes son «inteligentes». Ofrecen servicios sofisticados que pueden ser llevados a dispositivos muy simples en poder de los usuarios finales, aquellos en la «periferia» de la red. Otras redes son «tontas» –sólo ofrecen un servicio muy básico y requieren que los dispositivos de los usuarios finales sean inteligentes–. Las redes tontas son en realidad inteligentes porque empujan la innovación hacia la periferia, dando a los usuarios finales el control sobre el ritmo y la dirección de la innovación. La simplicidad en el centro permite la complejidad en la periferia, que fomenta la descentralización de los servicios.

Sorprendentemente, por lo tanto, las redes «tontas» son la opción inteligente para la innovación y la libertad.

La red telefónica solía ser una red inteligente que permitía la comunicación entre dispositivos tontos (teléfonos). Toda la inteligencia en la red telefónica y todos los servicios que ofrecía estaban contenidos en los edificios de la compañía telefónica. El teléfono en la mesa de la cocina del consumidor era poco más que un altavoz y un micrófono. Incluso los teléfonos de tono más avanzados eran todavía dispositivos muy simples, que dependían totalmente de los servicios de la red que podían solicitarse haciendo sonar los tonos correctos.

En una red inteligente como esa no hay espacio para la innovación en la periferia. Puedes, claro, hacer que un teléfono luzca como una hamburguesa o una banana, pero no puedes cambiar los servicios que ofrece. Los servicios dependen enteramente de los conmutadores centrales, que son propiedad de la compañía telefónica. Innovación centralizada significa innovación lenta. También significa innovación dirigida en función de los objetivos de una sola empresa. Como resultado de ello, cualquier cosa que no parezca encajar en la visión de la empresa propietaria de la red es rechazada o incluso activamente combatida.

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Carterfone

Eventualmente, el Carterfone, un dispositivo acoplador acústico para conectar radios de dos vías a los teléfonos, allanó el camino al contestador automático, al aparato de fax y al módem. Pero incluso con la posibilidad de conectar dispositivos más inteligentes en la perferia, no fue hasta la introducción del módem que la innovación se aceleró. El módem representó una inversión completa de la arquitectura: toda la inteligencia se desplazó a la periferia, y la red de telefonía pasó a ser utilizada como una red «tonta» subyacente para transportar los datos.

¿Acaso las empresas de telecomunicaciones le dieron la bienvenida a este desarrollo? ¡Por supuesto que no! Lucharon durante casi una década mediante regulaciones, lobby y amenazas legales contra la nueva competencia. En algunos países, las llamadas de módem a través de líneas internacionales se desconectaban automáticamente para evitar la competencia en el lucrativo mercado de las llamadas de larga distancia. Al final ganó Internet. Ahora, casi la totalidad de la red de telefonía es ejecutada como una aplicación en las capas superiores de Internet.

Internet es una red tonta; este es su rasgo definitorio y más valioso. El protocolo de Internet (Protocolo de control de transmisión / protocolo de Internet, o TCP / IP según sus siglas en inglés) no ofrece «servicios». No toma decisiones sobre el contenido. No distingue entre fotos, texto, vídeo y audio. No tiene una lista de aplicaciones aprobadas. Ni siquiera distingue entre cliente y servidor, usuario y host, o individuo versus corporación. Cada dirección IP es un par en la red.

TCP / IP actúa como una eficiente tubería, trasladando datos desde un punto a otro. Con el tiempo, ha tenido algunos pequeños ajustes destinados a mejorar algunas capacidades relacionadas con la calidad de los servicios, pero aparte de eso sigue siendo, en su mayor parte, una tubería de datos tonta. Casi toda la inteligencia está en la periferia –todos los servicios, todas las aplicaciones se crean en los dispositivos periféricos–. Crear una nueva aplicación no requiere un cambio de la red. La Web, la transmisión de voz y de video y las redes sociales fueron creadas como aplicaciones en la periferia, sin necesidad de modificar el protocolo de Internet.

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Así, la red tonta se convierte en una plataforma para la innovación independiente, sin permiso, en la periferia. El resultado es una gama increíble de innovaciones, desarrolladas a un ritmo aún más increíble. Las personas interesadas incluso en la más pequeña aplicación de nicho pueden crearla en la periferia. Aplicaciones con únicamente dos usuarios necesitan solo dos dispositivos para funcionar, y pueden hacerlo en Internet. Compárese eso con la red telefónica donde cada nuevo «servicio», como la identificación de llamadas, tenía que ser construido e implementado en cada conmutador de la compañía, incurriendo en costos de mantenimiento para cada suscriptor. De ahí que sólo los servicios más populares, rentables y ampliamente utilizados fueran implementados.

La industria de servicios financieros está construida en las capas superiores de muchas redes altamente especializadas en determinados servicios. Hoy en día, la mayoría de ellas funcionan a su vez en capas superiores de Internet, pero su arquitectura es la de redes cerradas, centralizadas, «inteligentes» en el centro y con inteligencia muy restringida en la periferia.

Consideremos, por ejemplo, la Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT según sus siglas en inglés), que es la red de transferencia bancaria internacional más utilizada. El consorcio detrás de SWIFT ha construido una red cerrada para los bancos miembros, que brinda servicios específicos: principalmente, lo que hace SWIFT es comunicar mensajes seguros que contienen órdenes de pago. Sólo los bancos pueden ser miembros, y los servicios de red están altamente centralizados.

La red SWIFT es sólo una de las docenas de redes con un único propósito, cerradas y estrechamente controladas que se ofrecen a las empresas de servicios financieros como bancos, casas de bolsa y sitios de intercambio. Todas estas redes interponen al proveedor de servicios entre los «usuarios», y permiten un grado mínimo de innovación o diferenciación en la periferia –en otras palabras, son redes inteligentes que sirven principalmente a dispositivos tontos–.

Bitcoin es la Internet del dinero. Ofrece una red tonta básica que conecta pares desde cualquier lugar del mundo. La propia red Bitcoin no define servicios financieros o aplicaciones. No requiere registro, membresía o identificación. No controla los tipos de dispositivos o aplicaciones que pueden vivir en su periferia. Bitcoin ofrece un servicio: transacciones en forma de secuencias de comandos asociadas a sellos de tiempo inmodificables. Todo lo demás se construye en los dispositivos periféricos, como aplicaciones. Bitcoin permite que cualquier aplicación sea desarrollada independientemente, sin permiso, en la periferia de la red. Un desarrollador puede crear una nueva aplicación, que utiliza el servicio transaccional como plataforma, e implementarla en cualquier dispositivo. Incluso las aplicaciones pensadas para un nicho con pocos usuarios –aplicaciones nunca imaginadas por el creador del protocolo Bitcoin– pueden ser construidas e implementadas.

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Casi cualquier arquitectura de red puede ser invertida. Puedes construir una red cerrada en las capas superiores de una red abierta o viceversa, aunque es más fácil centralizar que descentralizar. El módem invierte la red de telefonía, lo que nos da Internet. Los bancos han construido sistemas de redes cerrados montados sobre la Internet descentralizada. Ahora Bitcoin proporciona una plataforma de red abierta para el desarrollo de servicios financieros montada sobre la Internet abierta y descentralizada. Los servicios financieros construidos sobre Bitcoin son ellos mismos abiertos, porque no son «servicios» prestados por la red sino «apps» que se ejecutan en las capas superiores de la red. Este sistema abre un mercado para las aplicaciones, y pone al usuario final en una posición de poder para elegir sin restricciones las aplicaciones que más le convienen.

¿Qué sucede cuando una industria pasa de utilizar una o más redes «inteligentes» y centralizadas a utilizar una red común, descentralizada, abierta y tonta? Un tsunami de innovación reprimida durante décadas se libera repentinamente. Todas las aplicaciones que no podían obtener el permiso de la red cerrada ahora pueden desarrollarse e implementarse sin permiso. Al principio, este cambio supone la reinvención de los servicios previamente centralizados y su reemplazo por nuevas alternativas abiertas y descentralizadas. Lo vimos con Internet, que permitió la reinvención de los servicios de telecomunicaciones tradicionales y la rápida expansión del correo electrónico, la mensajería instantánea y las llamadas de vídeo.

Esta primera ola se caracteriza también por la desintermediación –la eliminación de capas enteras de intermediarios que ya no son necesarios–. Con Internet, esto significó la sustitución de los corredores, editores de anuncios clasificados, agentes de bienes raíces, vendedores de automóviles y muchos otros intermediarios por motores de búsqueda y mercados directos en línea. En el sector financiero, Bitcoin creará una ola similar de desintermediación, dejando obsoletos a servicios como los que proveen las cámaras de compensación, los sitios de intercambio y las redes de transferencias interbancarias. La gran diferencia es que algunas de estas capas son industrias de miles de millones de dólares que ya no son necesarias.

Más allá de la primera ola de innovaciones, que se limita a sustituir los servicios existentes, hay otra ola que empieza a construir las aplicaciones que eran imposibles con la red centralizada anterior. La segunda ola no sólo crea aplicaciones que pueden compararse a los servicios existentes; genera nuevas industrias sobre la base de aplicaciones que antes eran demasiado caras o demasiado difíciles de escalar. Al eliminar la fricción en los pagos, Bitcoin no sólo trae mejores pagos; Bitcoin introduce mecanismos de mercado y formación de precios en actividades económicas que eran demasiado pequeñas o ineficientes bajo la estructura de costos anterior.

Solíamos pensar que una red «inteligente» entregaría más valor, pero fue una red «tonta» la que dio lugar a una masiva ola de innovación. La inteligencia en la periferia expande la elección, la libertad y la experimentación sin permiso. En materia de redes, cuanto más «tonto» mejor.

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