Camino de servidumbre: las cuatro etapas del socialismo

Nuestro sistema monetario y financiero está completamente dominado por la planificación central, y los corazones de la inmensa mayoría –moldeados por décadas de adoctrinamiento estatal– rebosan de fe en la capacidad de los planificadores para dirigir la economía. En semejante contexto, conviene familiarizarse con la ideología que ha inspirado la creación de las instituciones que hoy nos exprimen, nos controlan, y nos premian o castigan según nuestro grado de sumisión a los matones de turno; conviene familiarizarse con la ideología que nos arrastra una vez más a lo largo del trillado camino de servidumbre

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Fuente: Exploring the Science of Liberty  Por Jakub Bozydar Wisniewski

1. El socialismo utópico (léase: ¿no sería bueno que todos nos convirtiéramos en una enorme y amorosa familia integrada por individuos totalmente desinteresados?), ante el problema de los incentivos (¿por qué esforzarse en ausencia de beneficios personales?), se convierte en socialismo “científico” (El Hombre Nuevo socialista se esforzará aun en ausencia de oportunidades de lucrar).

2. El socialismo «científico», ante el problema del cálculo (en ausencia de propiedad privada de los medios de producción y de un sistema de precios competitivo, ¿cómo se asignan racionalmente los recursos?), se convierte en socialismo “de mercado” (a los administradores socialistas se les puede ordenar que actúen como si fueran emprendedores en un mercado).

3. El socialismo “de mercado”, ante su propia incoherencia lógica (si los administradores socialistas se convierten en emprendedores del mercado, entonces ya no es socialismo, y si no lo hacen, entonces no pueden resolver el problema del cálculo), se convierte en socialdemocracia (los bienes son producidos y distribuidos gracias al mercado, pero luego son redistribuidos por el Estado).

4. La socialdemocracia, ante la lógica del intervencionismo (al invadir las interacciones sociales voluntarias, el intervencionismo resulta necesariamente contraproducente, lo que exige su total abandono a favor del laissez-faire, o bien en su intensificación, que en última instancia lleva de vuelta a las formas más crudas del socialismo), se convierte en socialismo «posmoderno» (¿por qué deberíamos preocuparnos por todos esos argumentos supuestamente lógicos y permitir que se interpongan en el camino de nuestra lucha por la «justicia social»? ¿De qué sirve la lógica de todos modos? ¡Es sólo una meta-narrativa totalizadora como cualquier otra!), el cual nos hará a todos felices para siempre. O todo lo contrario.

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