Ver parte 1 de Bitcoin versus oro
Tras más de cinco mil años de uso, el oro sigue vigente. Más allá de los avances en materia de acuñación (escasos) y extracción (poco relevantes desde el punto de vista monetario), la tecnología no ha cambiado las propiedades que hacen “precioso” a este metal.
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¿Cómo se explica entonces el fenomenal éxito del oro como moneda?
El éxito del oro se debe en gran medida a un atributo que comparte con Bitcoin: su naturaleza descentralizada. Nadie puede monopolizar su producción, ni controlar su “emisión”. Sin embargo, mientras que las unidades de oro no pueden ser replicadas, los recibos de pago en oro sí pueden serlo. Así, toda vez que – por su practicidad – se hace necesaria la circulación de letras de cambio nominadas en oro, el antiguo problema del doble gasto reaparece.
El problema del doble gasto se resuelve parcialmente acudiendo a organizaciones que garanticen la legitimidad de cada transacción. De esta forma, la circulación de recibos con respaldo en oro pasa a ser el lubricante de los mecanismos que hacen funcionar a una economía compleja. ¿Obstáculo superado? Lamentablemente no: cualquier sistema monetario basado en cámaras de compensación o puntos de intercambio más o menos centralizados está expuesto a la hostilidad gubernamental y es vulnerable a toda clase de fraudes.
En el caso de Bitcoin, unidad y recibo son una misma “cosa” imposible de replicar o falsificar. Esta mutación radical de lo que entendemos por moneda permite que las transacciones se lleven a cabo sin la necesidad de confiar en terceros, y sin obstaculizar el comercio.
Ver Por qué Bitcoin es mejor que el oro
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