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¿Se dieron cuenta? Cuando se habla de los puntos débiles de Bitcoin, en realidad ya casi no se habla de Bitcoin. Últimamente nadie discute la inviolabilidad de la cadena de bloques; y los supuestos problemas inherentes a Bitcoin van solucionándose, uno tras otro, a la velocidad del bit.
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No, ya no se habla de los puntos débiles del sistema, sino de sus puntos débiles en relación al estado: “¿hacia dónde apuntaría una eventual prohibición de Bitcoin?”; “¿qué idearán los servicios de inteligencia para entorpecerlo?”; “¿qué estrategias adoptarán para limitar su expansión?”, etc.
Pero el Estado – una tecnología que se viene empleando desde hace unos cinco mil años – parece haber encontrado en Internet un obstáculo infranqueable.
Gracias a Internet, juventud e inteligencia ya no equivale a desventaja y aislamiento… ¡sino todo lo contrario! Gracias a Internet, explosión de productividad no significa necesariamente explosión del poder estatal… ¡por primera vez en la historia de la humanidad!
En el futuro, los historiadores situarán a Bitcoin en los albores de un proceso inevitable: la separación entre Moneda y Estado. ¿Suena trivial? No lo es. Hay una gran diferencia entre este fenómeno y su destacado precedente, la separación entre Iglesia y Estado: el Estado puede subsistir sin casta religiosa… pero no sin moneda de curso forzoso.
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