El Día de la Independencia se aproxima y eso aterra y enfurece a los empleados de Blockstream. Porque ellos nos necesitan a nosotros (para seguir aspirando dólares de AXA y PwC), pero nosotros no los necesitamos a ellos. ¿Cómo explicar si no su insistencia en negar nuestro derecho a independizarnos de ellos, mientras que nosotros no hacemos más que alentarlos a que sigan adelante con su proyecto?
Saben perfectamente que sin nosotros ellos se quedarían con una moneda sin valor, y sin usuarios a quienes exprimir. No importa cuántos millones de dólares arroje Blockstream, en su lucha contra el mercado, al cubo de basura humana en que se ha convertido Core; la mayoría económica de Bitcoinlandia está aprendiendo a anticiparse a sus maniobras, y está expresándose a favor del fork que pondrá fin de una vez y para siempre a la invasión.
¿Pero qué ha hecho el equipo de Bitcoin Unlimited (BU) (el cliente que refleja la visión de Satoshi Nakamoto y que, en consecuencia, tiene cada vez más respaldo minero) para despertar la ira de los Blockstream boys y su tropa de idiotas útiles? En realidad BU no ha hecho ni hace nada más que facilitar la modificación de parámetros que siempre ha sido posible modificar sin acudir al permiso de una “autoridad”. BU no está forzando un cambio, tan solo está permitiendo que los agentes del mercado expresen sus preferencias; y si resulta que la mayoría económica prefiere y elige bloques más pequeños, BU no lo impedirá.
Los partidarios de mantener los bloques restringidos a 1 MB podrían argumentar a favor de sus ideas, y sugerir –a quienes todavía estén dispuestos a escucharlos– que los parámetros de BU sean ajustados de tal forma que los clientes no acepten ni produzcan jamás, bajo ninguna circunstancia, bloques de más de 1 MB. Pero eso sería equivalente a reconocer que Blockstream / Core no decide unilateralmente el destino de Bitcoin, una noticia que no caerá muy bien entre quienes han invertido en esta empresa. Así que no esperemos un debate abierto –nunca lo han aceptado y nunca lo aceptarán–.
¿Qué van a hacer entonces los miembros del Politburó de Core, ahora que todos sus intentos de esquivar el consenso Nakamoto han fracasado? ¿Con qué van a amenazarnos ahora los esbirros de Blockstream?: ¿con silenciarnos?; ¿con ridiculizarnos?; ¿con difamarnos?; ¿con insultarnos?… ¡Pero si es lo que han hecho hasta el cansancio, y con pésimos resultados, durante años!
Sobran ejemplos en la historia de tiranías que han intentado eliminar, dentro de sus fronteras, el anhelo de libertad mediante el adoctrinamiento masivo (gracias al monopolio de la educación y de los medios de comunicación), el empleo de las últimas tecnologías en armamento, la aplicación sistemática del terror, la tortura, e incluso el exterminio de seres humanos a escala industrial… sin éxito. ¿Qué puede hacer una empresa como Blockstream, con el mismo ánimo liberticida que todos aquellos precursores pero cuya arma más temible es un ejército de trolls a sueldo atacando desde sus respectivos teclados a cualquiera que se oponga a sus aspiraciones totalitarias?
La manipulación social ha fracasado; los ataques informáticos nos han fortalecido; Blockstream pasará a la historia como el vehículo del primer asalto a Bitcoin planeado, coordinado y financiado por la industria bancaria paraestatal. Al igual que el nombre de Efialtes de Tesalia, aquél pastor que traicionó a los espartanos en la batalla de las Termópilas, los nombres de los integrantes de esta organización quedarán para siempre manchados por la infamia.
No los olvidaremos –a ellos ni a quienes por cobardía o conformismo decidieron aliárseles con tal de ahorrarse los inconvenientes de decir la verdad–. Y nos encargaremos de que su ejemplo sirva de advertencia para las generaciones futuras.