Fuente: Foundation for Economic Education
Por Jeffrey A. Tucker
Traducido al español por majamalu
¿Hasta dónde podemos empujar la revolución peer-to-peer? Es hora de empezar a especular, porque la historia se está moviendo muy rápido. Tenemos que desalojar de nuestras mentes los preconceptos acerca de lo que es posible.
Ahora mismo podemos experimentar una forma de relación comercial que era desconocida hace apenas una década.
Si necesitas trasladarte en una gran ciudad, puedes activar la aplicación de Uber o Lyft en tu smartphone y un coche vendrá por ti en cuestión de minutos. Si tu fregadero tiene una fuga, puedes hacer click en TaskRabbit. Si necesitas un lugar donde alojarte, puedes contar con Airbnb. En Manhattan, puedes confiar en WunWun para que te alcance casi cualquier cosa a tu puerta, desde pasta de dientes a una nueva computadora de escritorio. Si tienes una habilidad y necesitas trabajo, o necesitas contratar a alguien, puedes ir a oDesk o elance y publicar lo que sabes hacer o lo que necesitas que alguien haga. Si cultivas alimentos o tu especialidad es la cocina, puedes publicar en un sitio como credibles.co y encontrar allí una base de clientes interesados en tus productos.
Con la impresión 3D y la distribución de archivos de diseños mediante redes digitales, cada vez más personas pueden convertirse en sus propios fabricantes, o en diseñadores cuyos modelos son distribuidos en todo el mundo, o ambas cosas. Tal sistema elimina todas las barreras que se interponen entre las personas y sus aspiraciones materiales – barreras como las regulaciones de productos, las patentes y los impuestos sobre consumos específicos.
La aparición de la economía peer-to-peer – un orden emergente no creado por un gobierno ni una legislación – ha hecho posible el desarrollo de estas aplicaciones que están cambiando el mundo.
Estas tecnologías no son temporarias. No pueden ser y no serán desinventadas. Por el contrario, van a seguir desarrollándose y expandiendo su influencia, y van a ser cada vez más sofisticadas. Es lo que sucede cuando la tecnología resulta ser particularmente útil: ya se trate de la herradura en la Edad Media o las redes distribuidas de nuestro tiempo, cuando una innovación mejora tan drásticamente nuestras vidas cambia el curso de la historia.
Las aplicaciones de estas redes P2P no dejan de sorprendernos. Para mí, la mayor sorpresa ha sido la forma en que se han empleado para que los pagos puedan hacerse P2P – prescindiendo de la confianza en terceros – a través de la cadena de bloques.
Durante medio siglo, la invención de una moneda privada resistente a la censura había sido un sueño de teóricos que veían en el control estatal de la moneda el principal obstáculo para la diseminación de la prosperidad y la paz.
Los teóricos soñaban, pero no tenían las herramientas que necesitaban. Ahora que existen las herramientas, el resultado es Bitcoin, el cual va camino a convertirse en un nuevo sistema monetario internacional, libre de interferencia gubernamental.
Estos nuevos sistemas P2P han conectado al mundo como nunca antes, y tienen el potencial de liberar una cantidad de energía productiva sin precedentes. Le dan a miles de millones de personas hasta ahora excluidas la oportunidad de integrarse en la división mundial del trabajo.
¿Cuánto pueden cambiar las cosas? ¿En qué medida van a afectar a las estructuras políticas? Aquí es donde el asunto se pone realmente interesante. Uno de los aspectos de las redes P2P es que tienden a eliminar gradualmente a los terceros que se interponen entre los individuos y su deseo de cooperar unos con otros.
Una vez que el gobierno adquiere el poder de hacer algo, tiende a ampliarlo en el interés de la élite gobernante. El monopolio del taxi no era más necesario que el servicio postal del gobierno, pero el crecimiento de la tecnología P2P deja cada vez más expuesto al Estado como un intermediario innecesario en todos los ámbitos. Las oficinas de correos gubernamentales han quedado totalmente obsoletas, y es difícil ver cómo el monopolio municipal del taxi puede sobrevivir a la competencia de los sistemas basados en tecnología P2P.
El de la policía es un ejemplo de un servicio que la gente considera absolutamente necesario. La opinión prevalente es que el gobierno es el único que debe ofrecer este servicio porque la mayoría de las personas no pueden defenderse por sí mismas. Pero, ¿qué pasa si los proveedores de este servicio pueden también emplear la tecnología P2P?
¿Qué pasa si, ante una amenaza, puedes abrir una aplicación en el móvil y llamar de inmediato a la policía privada? Cabe imaginar cómo esta tecnología podría aprender a filtrar información irrelevante y discernir niveles de amenaza en base a algoritmos y pruebas de video suministradas en vivo. Ya vemos los primeros intentos en esta dirección con la aplicación Peacekeeper.
En lugar de un sistema financiado con impuestos, que se ha convertido en una amenaza tanto para los inocentes como para los culpables, tendríamos un sistema enraizado en el servicio al consumidor. Podría ser similar a los sistemas de seguridad privados que utilizan las empresas hoy en día, solo que aplicado a los individuos. Se financiaría mediante suscripciones en lugar de impuestos – sería voluntario y no coercitivo.
¿Cuánto más lejos podemos llevar esto? ¿Podrían los tribunales y las propias leyes ser traslados al mundo en línea, utilizando la cadena de bloques para la verificación de los contratos, la gestión de conflictos, e incluso la emisión de valores? El minorista Overstock.com está experimentando con esta última idea.
Y aquí nos encontramos con una de las razones más convincentes para mantener el optimismo respecto a la causa de la libertad humana. Estas tecnologías están surgiendo del sector privado, no del gobierno. Funcionan mejor, a la hora de servir a las necesidades humanas, que las alternativas del sector público. Pero su uso y su crecimiento no dependen de una conversión ideológica, sino de su capacidad para atender necesidades humanas universales.
Contra todos los pronósticos, estamos siendo testigos de un cambio radical. Aún vivimos en la era del Leviatán, pero gracias a la tecnología y la asombrosa creatividad de los empresarios, la bestia ya no parece invencible.