En estos días asistimos al choque entre el monopolio tradicional del taxi con las nuevas formas de viajar generadas en y desde internet. Soluciones como BlaBlacar se han visto en la picota con la amenaza del Ministerio de Fomento de multar a quienes viajaran de esta forma con 600 euros como cliente y hasta 18.000 euros como conductor. A la vez, empresas como Uber han generado el miércoles pasado en Madrid una huelga de taxis que la propia comisión europea desacreditó por boca de la comisaria encargada de los temas digitales, Neelie Kroes, al expresar que Uber no es un enemigo del taxi y que el sector tendrá que afrontar cambios derivados de la realidad de las nuevas tecnologías.
Pero hay un taxista a quien todo esto no le causa mucha -o ninguna- preocupación, porque él no es como los demás taxistas. Hace tiempo escuché que había un taxi en España que aceptaba el pago con Bitcoin. Leí la noticia y le di difusión: así por casualidad me tropecé con un compañero de trabajo del tipo en cuestión que, contento porque yo conociera el tema, me dio algunas referencias más sobre él. Hace un par de días encontré que Rixar García, que así se llama, salía en los medios por las Google Glass al haber sido el primer servicio de taxi que se puede contratar mediante una App usando las “estéticamente perturbadoras” Google Glass.
Decidí asaltarle a ver si le pillaba y le robaba unas palabras, y al final se dejó meter mano a gusto en una entrevista-trampa que pretendía poner a prueba sus afirmaciones. Para empezar, lo de las Google Glass es un territorio que desconozco -más allá de la teoría y las opiniones de otros- y que a mí no me llama, pero tampoco me llama el Smartphone. A otros, a pesar de su ‘estética robocop’ les gustará o les resultará útil, porque como me contaba Rixar, es una herramienta que lo que principalmente permite es acceder al universo de internet mediante aplicaciones gestionadas por la voz y sin usar las manos, lo cual es especialmente interesante en muchos campos, de la medicina a la guerra pasando por la conducción en carretera. Lo que está claro es que si el invento de las gafas mágicas se hace consistente y es adoptado por la gente, cuando alguien quiera un servicio de taxi en Oviedo -de allí es- lo contratará con él antes que con cualquier otro.
Yo le envié en primer lugar un email pidiendo un presupuesto, pero a un correo de su dominio aunque mal escrito. El servidor lo devolvió (podía haberlo escrito mal sin querer) y lo envié a la dirección correcta que tiene de forma pública para su servicio.
Le pedía que nos recogiese en Oviedo, nos llevase a Gijón y comiéramos allí para salir luego a Covadonga y terminar en Sama de Langreo. Le preguntaba también sobre si era posible llevar al perro en el viaje, sobre si podría mi colega en silla de ruedas contratar un servicio similar (la atención a la discapacidad en España es lamentable aunque nos vendan como punteros) y le preguntaba a cuánto estaba ese día el bitcoin para saber cuánto cargar en una cartera online o que tuviera en un Smartphone. Que nos diera presupuesto.
Al cabo de una hora o así tenía la respuesta. Me informaba de la distancia que había en cada paso del trayecto, del tiempo, de los restaurantes mejor calificados de la zona, y me hacía sugerencias -con toda la lógica- a incluir en un paseo semejante: el puente romano de Cangas de Onís o los lagos Enol y Ercina, a los que sólo se puede acceder con taxi o a pie (ese dato se lo debo a otro asturiano). También incluía el coste de las horas en espera para comer y un presupuesto final que no llegaba a 220 euros incluyendo información sobre el coste del bitcoin con respecto al Euro ese día (el del futuro no me lo supo decir).
Además no había problema alguno para llevar a mi perro, con anclajes en el taxi y una mantita para él, sin ningún coste adicional -eso lo miramos mucho los amigos de los perros. La oferta era igualmente ampliable a mi colega en silla de ruedas gracias a los servicios de taxis adaptados EuroTaxi, lo que resulta muy útil -en algunos casos vital- por las dificultades de transporte y movilidad de este puteado colectivo. También las tarifas en Braille para invidentes, cinturón de seguridad especial para embarazadas, sillitas para niños, conexión gratuita a internet (que piensa mejorar para los clientes) y hasta una impresora en el taxi por si vas al aeropuerto y te has olvidado de sacar la tarjeta de embarque en casa… ¿esto es real? Pues sí.
También ofrece rutas como el Camino de Santiago o viajes por otros países con asesoramiento y/o traductor si es necesario, y hasta en coches de alta gama tipo Rolls Royce. Parece demasiado, pero como dice él ‘me pagan por viajar, y me gusta!’. Lo cierto es que no ofrece nada que no pueda respaldar con hechos. Para quien no conozca un poco la historia de Rixar puede parecer que es un loco de las nuevas tecnologías al que le han dado un taxi, pero yo creo que es un tipo que tenía un taxi, quería seguir teniéndolo y quería ser feliz mientras curraba. Como eso se logra cuando haces feliz a quienes se relacionan contigo, y en el caso de un servicio como el taxi (pero podría ser un zapatero, una peluquera, o un albañil) eso siempre va con el cliente que al final paga y contrata, pues a eso se puso: a hacer bien, mejor aún, su trabajo.
Rixar tuvo ojo para ver el alcance de las redes sociales antes que otros, pero no al modo cansino que las usan manadas de “coach” y otros “emprendedores de palo”: supo entender qué cojones significaban, y en especial Twitter. Supo comprender lo que era la visibilidad, lo bueno y lo malo que hay en ella -incluido lo efímero- y sobre todo lo que era la sostenibilidad en la red y en su negocio: era sostenible porque el buen servicio generaba más clientes que hablaban bien de él hasta el punto de que un 20% de sus ingresos provienen de clientes que están fidelizados mediante redes sociales.
Y las redes sociales, sobre todo, son chismorreo porque sus integrantes son humanos: lo que me funciona a mí puede valerte a ti. El mejor anuncio publicitario del mundo es un cliente satisfecho, y las redes sociales son sus voces virtuales, que son para Rixar “un saco lleno de información”. Ésa es la mayor diferencia que he encontrado en lo que ha hecho. Haber sabido usar los recursos de la red -combinados con una potente realidad que cubre todo lo que afirma- a nivel de redes sociales como a nivel de web, le ha permitido tener visibilidad como para contar con el apoyo de “grandes empresas” que de otra forma no se hubieran fijado en él, y eso le ha dado ventaja en su posición de cara a los cambios que se han producido y que quedan por venir en el uso de la información.
El haber sido el primero en ofrecer cobrar en Bitcoin su servicio en España (no sabemos si en el mundo) o el tener la primera APP en Google Glass, para pedirte su taxi sin tener que decir dónde estás, son detalles que le hacen una y otra vez visible en los medios, pero la relevancia la tiene gracias a su trabajo. No ha sido fácil ser el que abre camino, aguantar las burlas, las bromas, las envidias, las críticas despiadadas -casi siempre por parte de los más mediocres- pero puede decir con tranquilidad que él está haciendo futuro y no esperándolo.
Esto iba a ser una entrevista, pero al final creo que intentar explicar yo con las palabras de Rixar iba a quedar un poco raro, porque es más interesante escucharle a él:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=7yBUqaP4nog[/youtube]
En este vídeo podemos verle -sale mejor en vídeo que en foto- y no sé si lo sabe él, pero da una clase magistral de Redes Sociales y negocio hablando desde el más puro sentido común. Yo no tengo más que añadir.
Me encanta poder seguir aprendiendo de gente así.
Que Oviedo y toda Asturias me espere -siempre con Bitcoin- para el día que pueda ir a montarme en su taxi, que desde allí mismo os lo contaré.