Mitos

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By Tomais Ashdene

 

Los mitos más difundidos acerca de Bitcoin, refutados.

 

 

  1. «Los gobiernos acabarán con Bitcoin»
  2. «Cualquier multimillonario podría comprar la mayoría de los bitcoins y luego dedicarse a manipular eternamente al mercado»
  3. «Bitcoin se autodestruirá en una espiral deflacionaria»
  4. «Cuanto más eficiente sea la minería, más bajo será el precio del bitcoin»
  5. «Cualquiera podría hacer una copia de Bitcoin que logre desplazarlo»
  6. «En el futuro, la seguridad de Bitcoin será vulnerada por nuevas tecnologías»
  7. «Los primeros en adoptar a Bitcoin se enriquecieron injustamente»

 

Mito 1. “Los gobiernos acabarán con Bitcoin

De cuando en cuando, alguien siente la necesidad de arrojar este comentario, cual bomba Molotov, en el medio de un foro: “Tarde o temprano, los gobiernos acabarán con Bitcoin”.
Y como nuestra misión en este planeta es demostrar que hay un antes y un después de Bitcoin, hemos decidido compilar todas las razones por las cuales pensamos que los gobiernos NO acabarán con Bitcoin.

  • Es bastante fácil disimular el protocolo por medio del cual se comunican los equipos de la red Bitcoin. Algunos programas de p2p ya lo hacen y parece que funciona bien.
  • La cantidad de datos que tienen que intercambiar los equipos para mantener operativa la red Bitcoin es sorprendentemente baja. Si ofuscamos o encriptamos la comunicación entre equipos, la labor de rastreo que tendrían que hacer las operadoras de telecomunicaciones para bloquear el tráfico de Bitcoin equivaldría a buscar una aguja en un pajar.
  • El bloqueo de Bitcoin sería inútil si tan sólo un único país decidiera legalizar el protocolo. Yo apuesto por que Suecia sería el primero en hacerlo. Así que para utilizar Bitcoin simplemente habría que contratar un VPN sueco.
  • Los gobiernos han luchado contra el mp3, contra PGP, contra BitTorrent… pero no se puede luchar contra los bits: las leyes que bloquean el acceso a la información no han servido para nada. Un gobierno puede conseguir, con tiempo y esfuerzo, doblegar una compañía (tipo Napster o Megaupload), pero el intercambio “no autorizado” de archivos a través de Internet no sólo no se ha reducido, sino que aumenta constantemente. De hecho, el intercambio es ahora órdenes de magnitud mayor que cuando existía Napster.
  • Bitcoin es una red descentralizada. Su arquitectura se parece mucho a la que sentó las bases de Internet, vale decir que está diseñada específicamente para eludir el daño en cualquiera de sus nodos.
  • Si Bitcoin funciona en China (y ya lo hace), puede funcionar en cualquier parte pese al esfuerzo de un Estado para censurar y controlar el flujo de información. Sólo hace falta un usuario que actúe de bridge (puente) con el exterior – una comunicación telefónica o radiofónica – y los esfuerzos de censura se ven anulados.
  • Ahora la comunicación es global, y sería un auténtico suicidio económico el suspender las telecomunicaciones de un país para que Bitcoin no prospere.
  • Los gobiernos colaboran, pero también compiten entre sí. Si se descubre que perturbar el funcionamiento de Bitcoin tiende a debilitar económicamente a una región, no van a faltar las jurisdicciones amigables para con Bitcoin.
  • La mitad de la población mundial vive en ciudades. Esto significa que, con relativamente poco desembolso per cápita, pueden formarse redes privadas wireless de transmisión de información que den soporte Bitcoin sin tener que pasar a través de los operadores de telecomunicaciones.
  • Los gobiernos están integrados por individuos, cada uno de los cuales tiene sus propios intereses. Cuando los más inteligentes entre los funcionarios de alto rango entiendan que Bitcoin es tan incontrolable como BitTorrent, empezarán a comprar bitcoins a más no poder. De hecho, puede que algunos ya lo estén haciendo.
  • Al intervenir, el gobierno estaría llamando la atención sobre Bitcoin, y reconociendo que es moneda. De esa manera, probablemente estaría acelerando – en lugar de desalentando – la adopción de Bitcoin.
  • Si los gobiernos obligaran a los bitcoiners a sumergirse en el mercado informal, estarían alimentando a una economía gigantesca (la segunda mayor del mundo después de los Estados Unidos) y en constante expansión que no paga impuestos ni licencias, y que no cumple con regulaciones gubernamentales. Basta que una mínima fracción de dicho mercado se vuelque al uso de Bitcoin para que el precio alcance niveles inimaginables hoy en día. Esto, a su vez, despertaría el interés de muchos más, tentándolos con la apreciación y las enormes ventajas competitivas que supone Bitcoin.
  • Los gobiernos necesitan a la denominada economía informal tanto o más que la población productiva. Si no fuera por la “economía informal”, los funcionarios públicos no podrían vehiculizar el dinero procedente de sobornos, retornos, chantajes, dádivas y todo lo que hace a su actividad tan lucrativa. Lamentablemente para ellos, Bitcoin es inmune a la actividad política más lucrativa de todas: la manipulación monetaria.
  • Actuando en contra de los sitios de intercambio, los gobiernos llamarían la atención sobre Bitcoin, y eliminarían el único punto de entrada a la red que en cierta medida pueden controlar. Además, de esa manera incentivarían la descentralización del intercambio bidireccional entre las diferentes divisas y Bitcoin, convirtiendo así a los exchanges en intermediarios prescindibles.
  • Cabe argumentar que la crisis económica global recién está comenzando. En este contexto, Bitcoin es y seguirá siendo un hueso particularmente duro de roer, pues minimiza el costo de proteger la privacidad a la vez que hace extremadamente costoso el violar la privacidad. (Nota: con o sin crisis económica, los recursos estatales no son ilimitados).
  • La gente empieza a estar harta de que le roben vía inflación, de la manipulación de los tipos de interés por parte de los bancos centrales, de los corralitos, de los corralones, de las comisiones bancarias, de los bloqueos de cuentas, de la continua fiscalización de sus ahorros, de los “quantitative easings“, de las dobles imposiciones en la tributación, de la reserva fraccionaria sólo para los bancos, del control en el envío de remesas, de que el tesoro venda tungsteno a precio de oro, de la prohibición de acceso al mercado de divisas… ¿Hace falta seguir?

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Mito 2. Cualquier multimillonario podría comprar la mayoría de los bitcoins y luego dedicarse a manipular eternamente al mercado

Con el perdón de los creyentes, nos tomaremos el atrevimiento de revisar este artículo de fe.

Los bitcoins – a diferencia del dinero estatal – no pueden ser repartidos arbitrariamente. El que quiera pisar fuerte en el mundo Bitcoin, tendrá que adquirirlos – a cambio de divisa u otros bienes o servicios – a precio de mercado. ¿Y qué ocurriría si alguien intentara hacerse, digamos, de varios millones de bitcoins?

En primer lugar, dado que el número de bitcoins es limitado, su precio aumentaría bruscamente. Esto enriquecería a los tenedores de bitcoins, cuyas expectativas – y órdenes de venta – cambiarían de inmediato, y entre los no-bitcoiners desencadenaría una masiva “fiebre del bitcoin”.

Con unos cuantos millones de dólares alguien podría comprar muchos bitcoins, pero NO una elevada proporción de los bitcoins disponibles. Primero, porque la mayoría de los bitcoins ni siquiera están a la venta (los que se negocian son una fracción mínima del total), y segundo porque – al condicionar a la oferta – cada vez le resultarían más caros.

¿Y si los comprara por fuera de los exchanges (sitios de trading)? Secaría el mercado en minutos. Además, muchos de los que venden por fuera compran sus bitcoins en los exchanges, y absolutamente todos toman como referencia los precios de los exchanges. Así que al comprar una gran cantidad de bitcoins over the counter, el multimillonario afectaría inmediatamente a los precios en Mt Gox y compañía.

Si Warren Buffett decidiera invertir buena parte de su fortuna en bitcoins, el primer bitcoin le costaría unos USD 20 (al precio actual), pero el último le costaría probablemente millones de dólares – si es que para entonces tiene la suerte de encontrar a alguien dispuesto a vendérselo.

Ahora bien, supongamos que un magnate – o un gobierno – logra adquirir de alguna manera un porcentaje significativo de todos los bitcoins que hay a la fecha. ¿Qué poder le otorgaría eso?, ¿el de venderlos en un instante para deprimir el precio transitoriamente, después de haber pagado millones o billones de dólares con el fin adquirirlos? ¿Cuántas veces podría hacer algo así antes de perder todo su “poder de fuego” a manos de cada vez más compradores de oportunidad? ¿Y todo eso para qué?…

Lo único que lograría el autor de un “ataque de fuerza bruta monetaria” es despertar el interés de toda clase inversores, que pasarían a competir con él por un activo en rápida apreciación. Y con el dumping ocasional sólo generaría nuevas oportunidades para los que habían “perdido el tren”. Es decir que, lejos de concentrar la distribución de los bitcoins, la estaría expandiendo.

En el caso de Bitcoin, no hay mejor manera de dispersar el mercado que tratar de dominarlo.

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Mito 3. Bitcoin se autodestruirá en una espiral deflacionaria

“Dinero de curso legal” no es más que un eufemismo para referirse al dinero que nos obligan a utilizar. El estado de permanente inflación al que nos tienen acostumbrados los gobiernos es un mal innecesario, y como tal no puede sostenerse sin apelar a la violencia – porque nadie aceptaría de buen grado un dinero que tiende a depreciarse, deteriorando el poder adquisitivo y la capacidad de ahorro.

¿Y qué solución ofrece Bitcoin a este problema inmemorial? (Nótese que hablamos de “ofrecer” soluciones, que los usuarios pueden aceptar o rechazar; no de “imponer” soluciones). Algo muy simple: un límite infranqueable a la emisión monetaria. Guste o no a los gobiernos, nunca serán “emitidos” más de 21 millones de bitcoins.

Así como al pez le cuesta imaginar un mundo fuera del agua, a nosotros nos cuesta imaginar un mundo libre de inflación: un mundo en el cual no tengamos que gastar o invertir nuestro dinero sólo para evitar su depreciación, sino que, por el contrario, nos veamos incentivados a gastarlo en los productos y servicios que realmente necesitemos.

Debido a una mezcla de inercia y adoctrinamiento precoz, nos cuesta imaginar un sistema económico basado en una “moneda deflacionaria”, que nos premie por ahorrar y por gastar de manera racional, promoviendo así la capacidad de invertir en proyectos de más largo plazo – proyectos que beneficiarán incluso  a quienes no tienen propensión al ahorro. Por idénticas razones, nos cuesta imaginar un sistema económico basado en una moneda que ningún gobierno pueda llegar a controlar para sobre-endeudarse, gracias a lo cual el ciclo económico pase a ser un vestigio del pasado, y la guerra un proyecto inviable.

¿Y la espiral deflacionaria?… es un mito – como el unicornio, o más precisamente: como el cuco. Lo que algunos economistas llaman “espiral deflacionaria” (la caída inesperada y sistémica de precios) en realidad tiene lugar durante la necesaria etapa de reubicación de los recursos que suele atravesar una economía (si el Estado no interfiere) tras un colapso financiero. ¿Y el colapso financiero?… es el fruto amargo de la mala inversión generalizada, inducida por años de inflación crediticia. En otras palabras, la espiral deflacionaria no es una espiral, sino un fenómeno auto-limitado que repara los efectos de la intervención estatal. (Ver “Teoría austríaca del ciclo económico”)

Está bien, pero… ¿quién gastaría un dinero cuyo valor se incrementa con el paso del tiempo, en lugar de atesorarlo indefinidamente? Respuesta: quien en un determinado momento valore lo que puede adquirirse con ese dinero… más que al dinero mismo.

Un buen ejemplo de esto es el de la tecnología informática: la gente sigue comprando computadoras, aún sabiendo que, en un futuro cercano, las computadoras tendrán más memoria, y baterías más duraderas, y serán más rápidas, portátiles, amigables… y baratas – es decir que por el mismo dinero se podrán comprar algo muy superior.

La actual renuencia a gastar los bitcoins adquiridos no es un problema; por el contrario, es testimonio de sus excelentes cualidades monetarias (la gente prefiere desprenderse de la mala moneda), y de la confianza en su valor futuro.

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Mito 4Cuanto más eficiente sea la minería, más bajo será el precio del bitcoin”

El arribo de tecnologías que prometen llevar la minería de bitcoins a otro nivel ha despertado temores en algunos miembros de la comunidad bitcoiner. Y es comprensible, pues estamos moviéndonos a gran velocidad en un territorio inexplorado.

La misma palabra “minería”, en relación a una moneda digital, nos hubiera sonado poco menos que a delirio tan sólo cuatro años atrás. Pero a falta de un mapa detallado del territorio, contamos con una brújula. Nuestra brújula es la ciencia monetaria, y a ella nos aferraremos para distinguir – en la medida de lo posible – lo verdadero de lo falso.

En primer lugar, el precio del bitcoin depende tanto de la minería de bitcoins como el precio del oro de la minería de oro: esto es, muy poco. El precio del oro no se multiplicó casi por diez en el curso de diez años por un aumento de la dificultad para extraer oro, sino por un aumento de la demanda de oro como activo refugio. Y viceversa, el precio del oro no había caído antes por una disminución de la dificultad para extraerlo.

Lo que mueve el precio no es la dificultad o facilidad para obtener bitcoins por medio de minería, sino la demanda de bitcoins. Ocurre que el incentivo para minar (y por ende el poder computacional aportado a la red) suele seguir al precio, de ahí que pueda confundirse la relación causal entre dificultad y precio. Pero es importante distinguir cuál de los dos es el motor.

Por otra parte, los mineros progresan más o menos todos juntos: de CPU a GPU, de GPU a FPGA, de FPGA a ASIC. Así que la minería puede ser más eficiente en conjunto (o bien al considerar a cada minero aislado), pero la eficiencia de cada minero en relación a los demás no mejora con la innovación tecnológica. Minar con ASICs va a ser más eficiente, sí, pero va a serlo en la misma medida para todos los que minen con ASICs.

Por último, hay que tener en cuenta que hemos pasado la primera disminución a la mitad del premio en bitcoins por bloque hallado – un evento que se repetirá cada 4 años. En otras palabras: cada vez se distribuirán menos bitcoins entre los mineros. Y aunque esto no necesariamente condiciona el precio futuro, es una de las razones por las cuales la gente se acerca (¡demanda!) a Bitcoin: utilidad y escasez asegurada.

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Mito 5. Cualquiera podría hacer una copia de Bitcoin que logre desplazarlo”

Los que esto afirman tienden a ver en el código abierto una debilidad más que una fortaleza. Como el código puede copiarse, razonan, cualquiera podría usarlo para su propio beneficio. Lo que no comprenden es que las ventajas de Bitcoin no dependen en lo más mínimo del secretismo; por el contrario, la extraordinaria vitalidad y robustez del proyecto Bitcoin son frutos de la apertura y la transparencia que constituyen su signo distintivo.

En primer lugar, cabe recordar que las “monedas” generadas bajo las reglas de un protocolo semejante al de Bitcoin (las “pedrocoins”, digamos, si el aspirante a fundador de la nueva criptomoneda se llamara Pedro), serían automáticamente rechazadas por los usuarios de Bitcoin. “¿Pero quién necesita a los bitcoiners?”, dirá Pedro: “Pedrocoin es el futuro; ¡viva Pedrocoin!…”

Mientras dejamos que Pedro se calme, veamos cuáles son las razones por las cuales Pedrocoin correría la misma suerte que le ha tocado en su momento a Ixcoin, a I0coin y a Freicoin, entre otros forks de Bitcoin:

• First mover advantage (la ventaja del pionero): Aunque en modo alguno garantiza el éxito frente a la competencia, ser el primero en un determinado campo implica una enorme ventaja. Es cierto que si el pionero se estanca, en algún momento será superado, pero también es cierto que el proyecto Bitcoin es inverosímilmente dinámico, y nada indica que vaya a dejar de serlo.

• Network effect (efecto de red): La moneda es la clase de instrumento que resulta tanto más útil cuantas más personas deciden adoptarlo. En su mayoría, quienes eligen a Bitcoin NO lo hacen porque aprecian la exquisita belleza de su código (aunque de seguro esto no les molesta), sino porque muchos otros lo han elegido antes.

• Poder computacional: Aunque el código de Pedrocoin sea casi igual al de Bitcoin, la seguridad del sistema dependerá del poder computacional que aporten los mineros a la red – y estos no invierten en electricidad y equipos de última generación con fines precisamente caritativos. Sin el apoyo de una masa crítica de mineros bien incentivados, ningún proyecto semejante a Bitcoin tendrá la más remota posibilidad de despegar.

• Ecosistema: La gente siempre tenderá a preferir, entre dos monedas, a la más líquida, vale decir a la que más fácilmente puede ser intercambiada, en todo momento, por cualquier activo. Por eso, ni siquiera una cantidad de ventajas técnicas respecto a Bitcoin serían suficientes para superar el peso de su amplia aceptación y de todo lo que a su alrededor se ha desplegado (el vasto y complejo ecosistema de programadores, comerciantes, consumidores, emprendedores, mineros, operadores, ahorristas, etc.).

• Confianza: Muchos de los que se acercan a Bitcoin en realidad están huyendo de sistemas monetarios que demandan su confianza ciega en tal o cual institución humana. Entre la promesa de un gobierno y la certeza de las matemáticas, ellos eligen lo segundo, y por lo tanto rechazarán todas las variantes de “gobiernocoins” (inflacoin, deudacoin, defaultcoin, etc) que se les presenten, digan lo que digan las autoridades. Como hemos argumentado antes, no será el amor sino el espanto lo que despertará el interés por Bitcoin en el gran público.

• Comodidad: Usar simultáneamente bitcoins y pedrocoins implicaría una nueva serie de dificultades para la mayoría de los que recién están empezando a entender el funcionamiento de Bitcoin.

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Mito 6. En el futuro, la seguridad de Bitcoin será vulnerada por nuevas tecnologías”

El riesgo de que una nueva tecnología sea capaz de comprometer la seguridad del sistema no debería incumbir exclusivamente a los usuarios de Bitcoin: todos los bancos – y casi todas las instituciones financieras – dependen de la criptografía para garantizar la legitimidad de las transacciones que procesan.

¿Es posible entonces proteger a un sistema monetario digital en el largo plazo? Dado que Satoshi Nakamoto no contesta nuestros emails, hemos acudido a otro experto en criptografía para responder a esta pregunta. Como verán, si hay algo de lo cual no puede acusarse a Satoshi Nakamoto es de improvisado.

“¿Qué pasaría si las primitivas criptográficas empleadas por Bitcoin (SHA-256, RIPEMD-160 o ECDSA) se tornaran ‘criptográficamente débiles’?

Si se volvieran lo suficientemente débiles, podrían habilitar ataques a las claves privadas a un ritmo más rápido que mediante fuerza bruta. Así pues, las direcciones existentes pasarían a ser vulnerables (al menos en teoría). Sin embargo, Bitcoin ha sido diseñado para eventualmente ser modificado: el protocolo es capaz de admitir, en el futuro, la creación de direcciones basadas en nuevas primitivas criptográficas.

El tiempo que lleva encontrar vulnerabilidades criptográficas y aprovecharlas (si es que alguna vez llegan a ser aprovechadas) tiende a medirse en años, de modo que aún en el peor de los casos habría tiempo de sobra para difundir una nueva versión del cliente Bitcoin que les permitiera a los usuarios transferir sus monedas de las direcciones antiguas – potencialmente vulnerables – a las nuevas direcciones.

Dicho esto, es importante comprender que, aún en el caso de que pasáramos a un nuevo algoritmo como medida de precaución, en la práctica podría nunca llegar a utilizarse la vulnerabilidad del algoritmo anterior.

Les daré un ejemplo: se ha descubierto una vulnerabilidad en SHA-1 que permite un ataque de precolisión 10.000 veces más rápido que la fuerza bruta. Suena terrible, ¿verdad? En realidad no lo es. La presencia de dicha vulnerabilidad en SHA-256 (actualmente usado en minería Bitcoin) significaría que habría una probabilidad del 1% de atacar a una clave privada en los próximos mil millones de años (en lugar de una probablilidad del 0,00001%). Aún así, en ese caso sería prudente actualizar el protocolo para que admita nuevos tipos de direcciones (no tanto por la hipotética vulnerabilidad recién mencionada sino pensando en futuros hallazgos de vulnerabilidades más serias).”

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Mito 7. Los primeros en adoptar a Bitcoin se enriquecieron injustamente”

Dado que este mito se halla tan estrechamente ligado a la envidia, hemos decidido responderlo de esta manera:

Carta abierta de un bitcoiner a un envidioso

No bastó con reconocer el potencial de Bitcoin y adoptarlo prematuramente (¡que no es poco!) para llegar a amasar una fortuna en bitcoins; también hubo que conservar la fe a pesar de las tempestades y las tentaciones. En 2011, por ejemplo, NO venderles los propios bitcoins a las “manos fuertes” recién llegadas resultó ser para muchos un desafío más arduo que obtener esos mismos bitcoins en 2010 – y eso que apostar a Bitcoin en 2010 iba en contra de todos los pronósticos.

Hoy, gracias a la visión, la constancia y el temple que han demostrado en el pasado, muchos early adopters son ricos, lo que les permite encabezar o financiar emprendimientos relacionados con Bitcoin. ¿Es esto un problema? Todo lo contrario: es la prueba más cabal de que el sistema de incentivos ideado por Satoshi Nakamoto funciona maravillosamente.

En lugar de perder el tiempo envidiando a los early adopters, agradéceles el haber hecho todo esto posible. Fueron ellos quienes le dieron a Bitcoin el impulso necesario para que sobreviviera a las primeras etapas de su desarrollo, a cambio de una recompensa prácticamente nula, mientras casi nadie les prestaba atención. Fueron ellos los blancos predilectos del sarcasmo, la difamación y el desprecio, una vez que los medios masivos de comunicación empezaron a tomar nota de Bitcoin… y a destilar su veneno.

Si en aquél entonces te dejaste llevar por al rebaño, esta es tu oportunidad de reconocer que estabas equivocado. Reclamarle justicia a un sistema monetario imposible de manipular, completamente voluntario, transparente y abierto – en otras palabras, al sistema monetario más justo que ha existido jamás – ya es absurdo. Pero es que además no hay nadie a quién reclamar, pues no hay una entidad capaz de modificar unilateralmente las reglas de Bitcoin.

Aquí no hay pirámide, no hay licencias obligatorias, ni regulaciones arbitrarias, ni privilegios de ningún tipo; de modo que si quieres acumular bitcoins primero tendrás que ganártelos. No lo tomes como un desafío; tómalo como una invitación: muéstranos de qué eres capaz y así nos beneficiaremos todos. En el futuro, al fin y al cabo, los bitcoiners más ricos no serán los antiguos mineros, sino los empresarios que mejor sirvan a sus clientes.