Construyendo lo nuevo en las ruinas de lo viejo

Construyendo-nuevo-ruinas-viejoFuente: BTC Theory

La destrucción creativa que trae consigo el capitalismo puede ser entendida como una fuerza dual: busca destruir lo decadente para crear en su lugar algo más eficiente, más apto para una determinada tarea.

La única manera en que podemos construir un mundo nuevo y mejor es primero destruyendo los viejos modos de hacer ciertas cosas. Únicamente después de habernos librado de las ineficiencias del pasado estaremos en condiciones de producir el cambio que queremos ver en el mundo.

La revolución de Bitcoin no sólo supone la destrucción de esas viejas industrias financieras totalmente contaminadas de corrupción y nepotismo, sino también la construcción de un nuevo sistema que será radicalmente superior. Bitcoin y otras monedas digitales simplemente tienen un costo por transacción demasiado bajo en comparación con el de cualquier sistema de dinero fiat, de modo que es razonable prever que el sector financiero tal como lo conocemos será aplastado y dejará espacio a lo nuevo.

El desarrollo del sistema de contabilidad de triple entrada que introduce la cadena de bloques lleva consigo la misma semilla de destrucción creativa que en su momento sembró la contabilidad por partida doble. Como el método perfeccionado por Luca Pacioli, que dio inicio a la contabilidad moderna, este destruirá el viejo orden de intercambio para dar paso a un sistema nuevo, mejor y más eficaz, que puede servir a muchas más personas de las que el viejo sistema jamás habría podido. Lo revolucionario de este nuevo modo de organización económica es que ahora el árbitro en el sistema de intercambio (Bitcoin mismo) impone idénticos criterios contables a todos los actores dentro del sistema -los banqueros y los políticos no pueden engañarnos para su propio beneficio-. No hay manera de crear más bitcoins sin ceñirse a las reglas del protocolo que todos los usuarios aceptan. La verdadera revolución de Bitcoin es que obliga a los políticos y a los banqueros a someterse a las mismas leyes económicas que rigen para todos los demás.

Al desafiar al actual sistema monetario y financiero -lento, costoso, ineficiente, engorroso, corrupto-, todo un nuevo mundo de posibilidades se abre ante nosotros a expensas de la alianza entre el Estado y los bancos. Lo cual incrementará exponencialmente la productividad del capital, pues este ya no tendrá que estar al servicio de un Estado que protege a sus compinches mediante leyes y regulaciones creadas a medida. Además ya no habrá que defender un espacio físico para proteger el dinero, por lo que la infraestructura de este nuevo sistema podrá extenderse mucho más allá de las sucursales de los bancos y otros intermediarios.

Ya tenemos la herramienta que necesitamos para construir este nuevo sistema: un dinero sin amos.

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Imagen por Tony Hoffarth